El fútbol perdió la inocencia cuando se convirtió en negocio apabullante. Los primeros millonarios futboleros, como Berlusconi o Abramóvich sabían que un palco presidencial vale…
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El odio escalda la lengua hasta que no cabe en la boca. La engorda y cubre de saburra, que va haciéndose más pastosa a medida…
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