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Seda y humo

Cuántas veces hemos repetido “qué pequeño es el mundo”, al ser sorprendidos por esos juegos del azar que nos traen coincidencias y cercanías a priori impensables. Ahora está sonando That old feeling de Chet Baker, lo cual no es nada excepcional porque desde hace 25 años solo escucho la música de Chet mientras escribo. Todos los intentos realizados para variar la banda sonora de mi escritorio han fracasado. Al principio, el flirteo con Coltrane, Bach, Elis Regina o The Band of Horses parecía funcionar, pero bastaban 10 minutos para que sintiera que se metían demasiado en el texto, limitando la forma de juntar palabras. Por ello regresaba a Chet. A su voz de seda y humo. Esa manera de derramar melancolía sin pena ni quejido, tan ligera y hermosa. 

Muchas veces me interrogué sobre él y ahora he tenido la fortuna de entrevistar a Bruce Weber, uno de los mejores fotógrafos del mundo, autor además de Let’s get lost, un documental sobre el mito del jazz. En la cinta explora su intimidad hasta penetrar en el hombre autodestruido por la heroína pero enteramente digno, consciente de haber sido tocado por el don. “Canta suave, y sigue y sigue, se mantiene igual”, dicen otros músicos en el documental mientras él entona “la imaginación es tonta”. Por un juego de coincidencia, la vida me trajo los recuerdos de Bruce sobre el músico y paladeé el privilegio de escuchar anécdotas de sus encuentros. 

“Fotografío a la gente de la que me gustaría ser amigo”, me confesó el fotógrafo y cineasta. Pensé que eso es en parte lo que hacemos en Magazine de La Vanguardia, rodearnos de aquellos personajes, objetos e historias que por una química extraña deseamos tener cerca y compartir con nuestros lectores, como la trompeta de Chet escalando las notas de Almost blue.

Artículo publicado en La Vanguardia el 21 de octubre de 2024

Publicado en Artículos La Vanguardia

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