En unos tiempos obsesionados por la nostalgia, el director creativo de Louis Vuitton, mira al futuro para crear un estilo propio hecho de periodos y referentes tan distantes como coherentes: Gaudí, Goya, Miró, Zurbarán… ‘Rigor y excentricidad’, así es como define lo español
Nicolas Ghesquière concibe la moda como un espacio que revisita el pasado e imagina el futuro. A los doce años hacía ya vestidos con las cortinas viejas de su madre y, harto de la vida plácida de Loudun, una comuna de Nueva Aquitania, anunció que quería ser diseñador. Buscando escapar del tedio del campo, con catorce trabajaba durante las vacaciones en los talleres de Agnes B. o Corinne Cobson. Recién licenciado, entró en Gaultier, pero su verdadero triunfo llegó con la renovación de Balenciaga, firma que él mismo definió como “lo que muchos podrían llamar el peor puesto de la moda: diseñar uniformes y ropa para funerales japoneses”. Su determinación y estilo resucitarían la casa del creador de Guetaria.
Del retrofuturismo a las criaturas míticas, pasando por el florecimiento del dandismo y el art noveau, el creador al mando de Louis Vuitton desde hace una década ha mostrado su refinamiento cultural y ha actualizado el gusto francés. A finales del año pasado, en la comunidad de la moda sorprendió la noticia de la extensión de su contrato con el buque insignia de Bernard Arnault. El diseñador firmaba por cinco años más y declaraba: “Es un verdadero honor seguir escribiendo la historia de Louis Vuitton. Comenzamos el primer capítulo hace diez años, definiendo una nueva identidad sobre un legado extraordinario y un enfoque constante en la innovación”.
“Es un verdadero honor seguir escribiendo la historia de Louis Vuitton”
Nicolas Ghesquière
La enorme presión de los holdings del lujo sobre los creadores a menudo dificulta la estabilidad de sus puestos. Pero Nicolas Ghesquière, además de contar con un fondo clásico prodigioso –más de quince modelos suyos se siguen produciendo hoy en día–, ha cuadriplicado las ventas de zapatos y artículos de cuero de las colecciones de pasarela. No es extraño que para Pietro Beccari, director general de la firma, sea un “verdadero genio creativo”. Arriesga en su estética pero a la vez cuida los gadgets, modelos icónicos que se venderán en todo el planeta bajo el certificado de calidad de Louis Vuitton.
Hablamos con Nicolas Ghesquière en Barcelona, en el jardín del hotel Mandarin, la vigilia del desfile crucero 2024-2025 en el Park Güell. Viste sudadera azul y pantalón negro, y su mirada desprende viveza, como si conservara intacta la chispa de aquel joven que venía a pasar los veranos a España con su familia y que, al pisar el Park Güell, se sintió atravesado por un rayo de belleza.
Durante la entrevista varias veces cruzamos y descruzamos las piernas a la vez.
Usted no hace solo ropa, sino que crea una auténtica cultura de moda…
La moda, el medio que he elegido para expresarme, es apasionante. Y hoy más que nunca representa un cruce de muchas otras disciplinas artísticas. En mi caso, la arquitectura, el cine, la música y, por supuesto, el arte. Y ya que hablamos de cultura y arte, la elección de Barcelona responde a esta visión de la que te hablo…
¿Qué relación tiene con España, más allá de sus vacaciones familiares?
De niño, además de venir a Madrid y Barcelona, viajé por las costas españolas. Y de adulto también he pasado mucho tiempo aquí. Siempre había soñado con hacer un desfile en España, pero no acababa de decidir dónde, y cuando Pietro Beccari me propuso Barcelona, no dudé. La arquitectura del Park Güell es única, es necesaria mucha libertad para hacer lo que Gaudí hizo en él. Y en buena parte fue gracias a Güell…
No miro atrás con nostalgia, sino como ejercicio para proyectar un futuro más cercano”
Nicolas Ghesquière
¿Le atrajo el surrealismo del parque, la fantasía modernista de Gaudí?
El parque fue concebido como una utopía. La casa del arquitecto estaba allí primero. Y el parque surgió como el sueño de crear una comunidad realmente abierta al arte, con un lado surrealista, sí, pero una estética suspendida en el tiempo. Hoy podemos verla conectada incluso con el futuro; de hecho, me pareció muy interesante que parte de la inspiración de Yorgos (Lanthimos) en Pobres criaturas viniera del universo de Gaudí.
Usted explora el pasado, actualizándolo, para imaginar la estética del futuro.
A veces dicen que se trata de un choque entre distintos tiempos, pero obedece también a la idea de una máquina del tiempo que te permite viajar por él. Quizás cuando era más joven exaltaba el futuro, pero enseguida me di cuenta de que era un futuro imaginario. Del mismo modo que no miro atrás con nostalgia, sino como ejercicio para proyectar un futuro más cercano. Ha habido colecciones para Vuitton en las que no tuve miedo de proyectar piezas que bien podrían estar en un museo; ahora, podían también formar parte del guardarropa contemporáneo de una mujer hoy, pues la forma en que se llevarán y combinarán será en sí una declaración con respecto al futuro. Esa es la combinación que me interesa.
Lagerfeld decía que la ropa no está hecha para estar en los museos. ¿Cree que tenía razón?
Sí, tenía razón. Debe de estar viva y, por tanto, encarnada. No hay nada más hermoso que una prenda vestida sobre un cuerpo… Y por eso no sé si debemos sacralizarla.
¿Recuerda cuál fue su primera visión de Vuitton antes de convertirse en su director creativo?
Era una visión histórica, en el sentido de que la relacionaba con los viajes, sus baúles… con la belleza exquisita de sus objetos. De hecho, Louis Vuitton se adelantó a su tiempo: miró a su alrededor e intuyó que el mundo iba a cambiar con la revolución del transporte, las redes ferroviarias, los trasatlánticos y demás. Y había que responder a una nueva demanda creando contenedores que pudieran facilitar la vida moderna de aquella época. Recuerdo en especial unas imágenes de los coches de rally Citroën, cuando era un niño, con unos baúles que se encajaban en ellos…
Cuando se creó la primera colección de moda de Vuitton usted estaba en Balenciaga…
Sí, vi el nacimiento de Vuitton de la mano de Marc Jacobs estando en una casa absolutamente magnífica, Balenciaga. Pero a causa de la multitud de licencias concedidas, era la Bella Durmiente Balenciaga… Louis Vuitton es lo contrario. Pasé de una maison que es la pura alta costura, a otra que habla de movimiento, del viaje… Un registro totalmente opuesto. Y fue mágico, la verdad.
A finales del año pasado, tras muchos rumores sobre un cambio, renovó su contrato por cinco años.
Marc estuvo 15 años y yo llevo diez, y voy a por los 15, mínimo. Ya veremos después. Escribir la historia de la moda femenina desde una maison que tan solo suma 25 años de historia es todo un reto. Y, en ese sentido, y sin compararme para nada con él, creo que la dedicación de Karl durante tantos años con las firmas con las que colaboraba es lo ideal: se necesita tiempo para crear un estilo.
El nuevo CEO de Vuitton, Pietro Beccari, ha dicho de usted que es un genio.
La nuestra es una bella historia común de amor por la maison. Pietro llegó con la misión de abrir una nueva etapa en ella y deseaba que yo me quedara. Y yo también quería quedarme. Es hermoso constatar que existe un reconocimiento mutuo…
Me encanta Julien Dossena, al frente de Paco Rabanne, una casa española
Nicolas Ghesquière
¿Hay demasiada presión y exigencia por parte de las marcas?
Sí, los tiempos para suscitar interés y deseo, para atraer una clientela, se han acortado. Eso es muy duro para la gente que empieza hoy. No se les da tiempo suficiente para desarrollar sus primeros códigos. Hay que ser extremadamente eficaz de inmediato. Y existe una especie de fenómeno de diseñador kleenex lamentable. Pero también percibo un gran apoyo entre directores artísticos. Porque, por definición, en interés de todos, necesitamos ser estimulados por otros universos personales más allá de la competencia.
¿Qué diseñador contemporáneo le interesa especialmente?
Me encanta Julien Dossena, al frente de Paco Rabanne, una casa española. No lo digo a propósito, pero es un hecho. Y se trata de una casa con un patrimonio absolutamente increíble que, además, ha permanecido siendo española gracias a Puig.Y, volviendo a Julien, tiene una sensibilidad muy acusada.
¿Cómo se protege alguien como usted en primera línea de la moda global?
Es verdad que uno puede sentirse muy vulnerable, por lo que es muy importante estar bien rodeado. Solo no se consigue nada, tanto en lo personal como profesionalmente. Y yo he tenido la suerte de estar muy bien rodeado en las distintas etapas de mi carrera.
¿Cuál es su relación con los Arnault? ¿Impone saber que su presidente es el hombre más rico del mundo?
Ha sido siempre excelente. He trabajado mucho con Delphine Arnault. Y es cierto que Bernard es el hombre más rico del mundo, pero cuando nos vemos no pensamos en eso; él es alguien muy cercano al proceso de creación. Y con muchísima experiencia, además. Sabe que una excelente idea, si está bien realizada, tendrá un buen resultado económico. Y ese es su papel. Nos vemos regularmente, está muy interesado en la evolución de Louis Vuitton. Y en cuanto a Delphine, es una relación todavía más íntima, me atrevo a decir, porque fue ella quien vino a buscarme para que me uniera al grupo hace diez años. Le estoy muy agradecido por su confianza y aprecio por encima de todo el hecho de que se me haya dado una enorme libertad.
Y les ha dado un buen resultado económico: usted ha llegado a cuadriplicar las ventas de los accesorios de sus desfiles.
Cuando llegué, la única cosa que me aconsejaron fue que dijera que, por muy satisfactoria que fuese la posición de diseñar para Louis Vuitton, queríamos renovar sus clásicos y proyectar los del futuro. Era bastante simple en realidad. Un discurso muy relacionado con la creación: tenemos un patrimonio formidable y lo celebramos, el espíritu del viaje, los valores de la marca son fundamentales, pero a la vez necesitamos un nuevo punto de vista para dar forma a los clásicos del mañana.
Tenemos un patrimonio formidable y lo celebramos”
Nicolas Ghesquière
A día de hoy ya hay más de quince piezas diseñadas por usted que se han convertido en clásicos: Petite Boîte Chapeau, Cannes, Dauphine, Coussin, Loop, Side Trunk, Camera Box y los botines Star Trail y Pillow.
Sí, ha habido un nuevo vocabulario desde el pequeño baúl, Twistlock, a los polos, las lentejuelas con gasas. Todos los códigos de cierre. Mis primeras prendas, todas llevaban una cremallera en el frente. No he inventado nada, excepto que es lo esencial de Vuitton.
Esa silueta que ha defendido tan bien Brigitte Macron…
Sí, ha sido un gran embajadora, aunque yo la veo casi como una socia creativa: nos elegimos mutuamente.
¿Cuáles son sus mejores aliadas, las que ha querido que le acompañaran en Barcelona?
Está Jennifer Connelly, que siempre está conmigo. Mañana, desafortunadamente, Emma Stone no puede venir, aunque sí estuvo en Cannes. Cate Blanchett tampoco puede asistir, pero trabajamos juntos desde hace mucho tiempo. Y también estará una cantante francesa, Zaho de Sagazan. Y Ana de Armas, Naomi Osaka…
Creo que esta relación de Gaudí con Vuitton es un patchwork creativo”
Nicolas Ghesquière
¿Qué le ha inspirado de Gaudí para incorporar a Vuitton?
Creo que esta relación de Gaudí con Vuitton es un patchwork creativo. Aunque la colección se compone de distintas capas de inspiración, más allá de Gaudí. Hay en ella otros elementos que también evocan la cultura española, desde obras de Velázquez, Zurbarán y Goya hasta Ricardo Bofill. La extrema rigurosidad de la elegancia española es muy hermosa, pero también me gusta vuestra locura, esa extravagancia creativa que es tan poderosa. Quizás para los españoles habrá algunos clichés, pero los asumo. Claro que he recurrido a los volantes, el encaje negro y algo de drama. Y los negros españoles, pero también la proximidad con la cultura del mar. Las formas modernistas y los mosaicos de Gaudí se instalan a medida que avanza el desfile. Y el final del show está realmente muy inspirado en la pintura clásica española. Termina con drapeados, como en las pinturas de Velázquez.
Ha logrado hacer una especie de volantes líquidos, medio deshechos.
Sí, como chales. Están completamente drapeados pero de un modo bastante puro, y también construcciones de faldas en falla. Eso (me muestra el libro de la colección) es, por ejemplo, un guipur, un encaje que está completamente recortado y luego se laca y relaca para componerlo como una malla de cadena.
¿Revisa los tópicos españoles?
Obviamente hay algo de las infantas españolas. Era imposible para mí no hacerlo y no mirar a Velázquez. También está el gótico español. Un poco el barroco. Y por supuesto la España contemporánea, la modernidad. Abordo estos códigos como visitante, es muy hermoso ser recibidos en un país y ese el espíritu de los desfiles crucero.
No me gusta la idea de manipular, de instrumentalizar a las mujeres”
Nicolas Ghesquière
¿Hay algo que admire en la constelación artística y social contemporánea?
Existe una galaxia de personas muy inspiradoras, pero desde mi infancia siempre me ha interesado la visión genérica de la mujer. Hoy la moda habla de muchos más géneros y para mí esas personas son auténticas heroínas. Se ha dicho que mi moda tiene mucho de ciencia ficción, y estoy muy orgulloso de ello. También de su cualidad empoderadora. Y sobre todo huye de la objetualización del cuerpo. Me interesa la provocación y la transgresión, pero de otro tiempo. Durante la covid diseñé una colección sin género. Soy respetuoso del deseo que cada persona puede provocar, de la sensualidad, aunque no me gusta la idea de manipular, de instrumentalizar a las mujeres. En primer lugar, al principio, a causa del deseo desde el ojo masculino, seamos claros. No se necesita ser una gran actriz, o una gran mujer política, o una gran cantante para ser heroína. Lo que me interesa es la heroína de todos los días.
¿Existe una voluntad de permanencia en sus creaciones, un deseo de atemporalidad ?
El deseo de todo creativo es ser relevante en su tiempo, pero también hacer cosas que perduren. Y, además, la idea de conciencia ecológica es muy importante hoy. Las generaciones jóvenes compran de segunda mano, y el valor de ciertas piezas del pasado aumenta. Ya soy lo suficientemente mayor como para ver que hoy se pagan grandes cantidades por piezas que diseñé hace más de 20 años. Pienso en todo el amor y toda la atención que mi equipo y yo pusimos en esas piezas, y me emociona.
Los accesorios cada vez son más excepcionales, y parece que se están convirtiendo en coleccionables.
Transmitir es la esencia misma de Vuitton. Si no haces algo banal.
Entrevista publicada en Magazine La Vanguardia el 2 de junio de 2024
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