Hijo y nieto de zapateros, admirado industrial, mecenas y actor del ‘made in Italy’. Diego Della Valle, el patrón del grupo Tod’s, defiende el valor de la artesanía
Cada año acoge a 150 jóvenes para convencerles de las bondades del trabajo hecho a mano
Esperamos a Diego Della Valle en el vestíbulo del hotel Danieli, forrado de mármol y presidido por su legendaria escalera dorada. La noche anterior tuvo lugar una cena de bienvenida que en realidad fue un banquete digno del cinquecento, a cargo del chef Massimiliano Alajmo. En el salón Maggiore de la Scuola di San Rocco, cubierto por los frescos de Tintoretto, Della Valle recibió a personalidades de todo el mundo, desde Adrien Brody , Pia Wurtzback o Nancy Zhang, hasta Andrea Bocelli —que actuó en directo— Alessandro Benetton o el responsable de los museos de Qatar.
Se celebraba la inauguración de The art of craftsmanship, dedicada a los oficios artesanales de Venecia en el Arsenal. En directo, virtuosos del vidrio, el mosaico, la serigrafía o las máscaras venecianas realizaban sus trabajos en directo, y aportaban nuevas visiones del icónico zapato de la firma: el Gommino.
El gran jefe del grupo Tod’s es tan gentil como misterioso. Acaso un falso extrovertido. Con alma de creativo y cuerpo de consejero delegado. Nieto e hijo de zapateros, supo transformar el taller familiar en una empresa de éxito.
Pero no se conformó con ello, sino que lideró a los empresarios que pusieron en marcha la Confindustria (la confederación de industriales italianos) y se erigió un icono de la dolce vita y el made in Italy. Las marcas que acoge el conglomerado Tod’s —Hogan, Acqua di Parma, Fay o Schiaparelli— tienen en común su conexión con el refinamiento italiano. Della Valle posee visión y domina la medida de los tiempos, así lo ha demostrado su producto. Se resiste a denominar lujo a lo que hace. “Nosotros hacemos calidad” . Nada más sentarse dice que tal vez ha llegado el momento de coger vacaciones.
“Nosotros no hacemos lujo; hacemos calidad”
Diego Della Valle
Anoche, el evento de Tod’s en Venecia fue una declaración de italianidad.
Es lo que tenemos, no hay ninguna imposición, pero debemos hacer que nuestra cultura y nuestro arte sean vistos por todo el mundo. Siempre tratamos de expresar nuestros valores, básicos en Italia, una Italia cosida de cultura, de cosas bellas, de artesanía y saber vivir.
Ahora está de moda promover la artesanía, justo cuando muchos oficios se encuentran en vías de extinción.
Nosotros siempre hemos apoyado la artesanía. Nos hemos alimentado de ella y viceversa. Me agrada ver que lo que hice se ha convertido en una bandera para otros. Hay que valorizar la artesanía, crear demanda. Me gusta decir a los jóvenes que la idea de ser un posible maestro artesano les augurará un buen futuro. Tenemos que contárselo bien e intentar atraerlos a este oficio, que es también un estilo de vida suave, respetuoso con el prójimo. Es una manera de crear puestos de trabajo, pero también de ofrecer de calidad de vida a las personas jóvenes.
Y del primer Gommino, ¿qué recuerda?
Nadie lo quería (ríe).
¿Tampoco Gianni Agnelli?
Tampoco Agnelli, que fue uno de tantos que luego se hicieron fans. Tuve que insistir más de un año para acuñar el concepto de pensar en guantes para los pies.
Cuánta delicadeza…
Tomé la idea de un pequeño fabricante portugués, la transformé y a partir del mocasín creé una familia de productos con una filosofía refinada pero llevados de un modo informal. Eso abrió el camino a miles de fábricas que luego hicieron algo similar.
¿Qué es la elegancia?
La elegancia es más un porte, es un factor natural. Procedo de un país donde muchas mujeres que viven en el campo tienen un arte maravilloso, una elegancia realmente natural. Esa es la elegancia verdadera. La otra es que un buen estilista haga parecer elegante a alguien.
Usted convirtió el modesto taller familiar en una firma global y recuperó parte de la región de las Marcas y de su pueblo natal, Casette d’Ete. ¿Hoy es un paraíso del hecho a mano?
Sí. Totalmente. Y para obtener la máxima calidad es indispensable que haya manos expertas. En la empresa tenemos proyectos de desarrollo de puestos de trabajo para los jóvenes que deben hacer un recorrido artesanal para aprender lo que nosotros hacemos. Siempre contamos al menos con 100-150 personas nuevas que entran por sí mismas. Y quiero tenerlos cerca para transmitirles la verdad: que este es un trabajo noble, bellísimo y de absoluta independencia. Un artesano es independiente. Le bastan sus manos.
“La artesanía es un trabajo noble, bellísimo y de absoluta independencia”
Diego Della Valle
¿Por qué este retorno a las manos como valoración social llega en plena era de la inteligencia artificial?
Desde hace algunos meses ha empezado la gran campaña sobre la inteligencia artificial y todos quieren decirnos que es algo bueno, que funcionará. Creo que traerá ventajas, pero también muchos problemas. Digamos que hay inteligencia artificial y nosotros estamos por la inteligencia artesanal.
Su madre le recomendaba que mirara hacia atrás, que no fuera tan deprisa.
Sí, siempre me veía ocupado. Y un día me miró y me dijo: tienes un problema serio. Nunca miras hacia atrás, solo miras hacia delante. Pero si miras hacia atrás, verás lo que querías hacer de joven y es lo que haces, ¿no? Ella tenía razón.
En los años setenta, usted y su padre empujaron el made in Italy.
Sí, decidimos poner nuestro nombre en los productos. Y fue la vuelta de tuerca, el motivo por el que pasamos de empresa que producía cosas bellas a una marca conocida que producía cosas bellas. Mi padre ya hacía cosas de gran calidad después de la guerra.
¿Qué puede hacer el lujo por la paz en el mundo?
Nosotros nos identificamos más como una empresa que hace calidad, no lujo. La paz en el mundo es un problema enorme que debe resolverse en los lugares adecuados, donde están los políticos y mediadores. Lo que podemos hacer nosotros es estar disponibles para una relación pacífica con cualquiera y tener una actitud solidaria. Tanto personal como empresarial.
Entrevista publicada en Magazine La Vanguardia el 26 de mayo de 2024
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