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“Cuando camino por la calle lo cambiaría todo: una casa, un árbol, un vestido”

  • El Museo Cristóbal Balenciaga le dedica una exposición al diseñador de moda Josep Font, que hace cinco años abandonó las pasarelas

La exposición Josep Font, belleza e inquietud aborda en el Museo Cristóbal Balenciaga la obra de uno de los creadores de moda más personales de nuestro país, reconocido internacionalmente, que hace cinco años abandonó las pasarelas. Josep Font (Santa Perpètua de Mogoda, 1965) conoció la obra de Balenciaga gracias a su madre, Teresa, a quien acompañaba desde niño a comprar trajes de Pedro Rodríguez, Manuel Pertegaz o Andrés Andreu. El vínculo entre ambos era muy estrecho. Murió cuando Josep tenía 16 años. “Fue muy duro. Guardo un recuerdo maravilloso, pero su ausencia no me ha hecho diferente, tampoco anímicamente. Siempre la recuerdo. Y ahora se cierra un círculo: nunca me hubiera imaginado compartir algo con Balenciaga”, dice.

El adiós en pleno éxito

“El circuito de la moda es complejo, y Delpozo no tenía experiencia en el sector”

Josep Font está al otro lado de la pantalla. El motivo por el que rompe su silencio es su exposición en Guetaria, en el Museo Balenciaga, comisariada por Josep Casarmartina, que logró convencer a Font a pesar de sus reticencias. “Yo no estaba por la labor –afirma–, pero él es tan educado, y su fundación tiene tanto valor”. La mayoría de las piezas expuestas procede del fondo de Antoni de Montpalau, y se completa con otras de colecciones privadas. En total, 54 prendas que invitan a recorrer un itinerario estético en el que las formas, los volúmenes y el embellecimiento de los tejidos se alían en una auténtica lección de arquitectura sobre el cuerpo.

“No es fácil confesarlo, pero la pandemia ha sido la mejor época: sin obligaciones”

Su padre, en cambio, tuvo noticia de que era diseñador de moda gracias a la prensa. “Se le cayó el cielo” dice Font, que todavía lo recuerda leyendo el periódico. Había ganado el premio Air France y su nombre empezó a encenderse. Font estudiaba entonces arquitectura, y, a escondidas, diseño. Y tuvo que asegurarle que terminaría ambas carreras. Tuve la suerte que Pedro Rodríguez me diera clases de drapeado, era un señor súper refinado. Me decía: “tienes que hacer el amor con las telas”.

Junto a su amiga Luz Díaz, lanzó una serie de colecciones austeras pero audaces. Contenían la efervescencia de aquella Barcelona postolímpica que tanto estimuló al diseño y la moda; reflejaban cierta estética monacal abrazando el minimalismo. De la pasarela Gaudí saltó a la Alta Costura de París –donde también abrió tienda propia– y su carrera en solitario adquirió una estética más onírica, que bebía del siglo XVIII, el orientalismo y las primeras vanguardias. 

Hasta que perdió su marca, como tantos otros creadores que poco entienden de la letra pequeña de los contratos. En 2011 fue fichado por Perfumes y Diseño para crear la marca Delpozo, tras el fallecimiento de Jesús del Pozo, y durante cinco años deslumbró al mundo, temporada tras temporada. Hoy vive en Tenerife, en la montaña, en una comunidad de ingleses y alemanes que cuidan a perros abandonados.

Llevaba cinco años en silencio.

Sí, no tenía nada que contar.

¿Por qué se fue en pleno éxito de su línea Delpozo, que se vendía incluso en Bergdorf Goodman ?

Porque no estaba bien. El circuito de la moda es muy complejo, y la empresa no tenía experiencia en el sector. Ellos son expertos en fragancias, y lo hacen muy bien. Al cabo de seis años vi que había cosas que no mejoraban.

Y se retiró del mundanal ruido.

Para no perderme mi propia vida, sí. No es fácil confesarlo, pero la pandemia ha sido la mejor época: se borraron las obligaciones, empezaba una nueva relación… en mitad de la montaña, cocinando, no podía ser más paradisíaco. Paseaba a Tort, uno de mis perros adoptados. Colaboro muy activamente con una protectora de animales; siempre han sido muy importantes en mi vida. Me admira su paciencia y su personalidad.

¿Sigue haciendo moda?

Trabajo para algunas firmas internacionales de forma anónima. Lo pedí yo, porque no quería involucrarme al cien por cien. Estoy bien así. Soy una bestia cuando me entrego.

¿Es obsesivo?

Más que obsesivo soy perfeccionista, hago las cosas 40 veces. Siempre lo he sido. Cuando camino por la calle lo cambiaría todo: una casa, un árbol, un vestido. A la gente le da miedo invitarme a su casa: nunca digo nada, pero es cierto lo que piensan. Lo cambiaría todo…

Abandonó por la presión del ritmo de la moda.

Tienes que ser muy ordenado de cabeza. Yo no le he seguido el juego a la moda: cuidaba el exceso de exposición, daba pocas entrevistas y después de trabajar me iba a casa. Eso me ayudó. Tienes que saber ser duro para decir ‘no’. Y tener una vida aparte, porque si no enloqueces. Te conviertes en animal de feria.

En 2015 dedicó una colección a Andrey Remnev; sus referentes nunca han sido obvios.

A Remnev, un contemporáneo con estilo prerrafaelita, lo conocí en Nueva York; me dijo: “he visto mi obra reflejada en la tuya”, y me regaló un cuadro. Este tipo de encuentros me han provocado fuertes impactos en el momento de crear. Por otro lado, siempre me ha inspirado mucho Zaha Hadid. Y cuatro libros que me acompañan: Cumbres Borrascosas, Rojo y Negro y Proust. No tengo redes .

¿Ha sentido nostalgia al revisar la obra de esta exposición?

Tengo la capacidad de acabar una colección y olvidarme. Soy muy del presente y del futuro, nada nostálgico. Me interesa la modernidad y estoy abierto a lo que viene, aunque tengo memoria para el detalle. Pero, cuando me enseñaban las prendas, recordaba hasta del estado anímico en el que me encontraba al diseñarlas.

¿España va bien en moda?

Se hacen cosas muy interesantes, y algunas se conocen poco. Mira a Puig: es increíble el peso que tienen en el mundo.

¿Su idea de la feminidad pasa por despegar la ropa del cuerpo?

Sí. Balenciaga veía que la ropa se iba de la piel y no por eso dejaba de ser sensual; dejaba desnuda la nuca. ¿Quién dice las prendas amplias no pueden ser sexis?

¿Echa de menos Barcelona?

Sobre todo echo mucho de menos l´Empordà. También Barcelona, sí. Pero pronto volveré.

¿Y a la moda?

A la moda también.

Entrevista publicada en La Vanguardia el 1 de julio de 2023

Publicado en Entrevistas La Vanguardia Magazine La Vanguardia

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