Saltar al contenido →

Las Drag Race y la Ley trans en la pasarela madrileña

La fluidez sexual se abre camino en la nueva edición Mercedes-Benz Fashion Week Madrid

A los travestís de los 80 les apasionaba la moda, más que a nosotras, no en vano, construirían mediante su envoltorio su marca identitaria . La feminidad en elles era tan extrema, tan exaltada, que se deformaba. Tanto que parecía una versión satírica de lo femenino. 

El término drag surgió del burlesque victoriano, mientras que con el “queen” se intentaba limar su marginalidad. “Ni travesti ni amoral, marquita” insistía Ocaña, el primer defensor de los derechos LGTBI en España de quien Ventura Pons construyó un intento “retrato intermitente”. Ocaña murió joven, 35 años, de accidente, sin saber que había abierto un camino en la selva de la intolerancia. 

Corría 1985, y las palabras queer y homosexual todavía no se utilizaban en el lenguaje mainstream. Armani relajaba la etiqueta masculina en American Gigolo, al tiempo que la llamada moda pronta –hoy fast- elevaba las hombreras de las mujeres. Y en España, Eva Nasarre imponía el body y el calentador que ayer recuperaba la firma Andrés Sardà.

En el desfile de lencería y ropa que abría la semana de la moda madrileña, el first row estuvo ocupado por Carmen Farala, ganadora del concurso Drag Queen Race, y su compañera de reto, Juriji der Klee. Aplaudían a rabiar a Dulceida, ese fenómeno de la naturalidad viral que saludó junto a Nuria Sardà, heredera del pionero en la ropa interior anti-ortopédica.

El mundo ha cambiado tanto como su clase VIP: donde antes oficiaban apellidos de relumbrón ahora se exhiben los ombligos de las influencers y las plataformas imposibles de Jedet, quien me confiesa que le gustaría tomarse un café con Irene Montero, porque hay cosas en las que no está de acuerdo. 

Todo esto sucedió una hora antes de que el Congreso de los Diputados aprobara la Ley de derechos de las personas Trans y LGTBI, tras un arduo debate político y moral sobre la identidad sexual. Mientras Carmen Calvo se abstenía -ante el temor de que las mujeres podamos ser borradas por el 1% de personas con disforia que quieren ser nosotras- las modelos de Sardà mostraban sus cuerpos empoderados con calentadores peludos o sedas metalizadas que las drag celebraban excitadas. 

Me senté al lado del diseñador Jaime Alvarez, Mans concept, sevillano-alemán que hace sastrería masculina contemporánea con tejidos de Loro Piana. Sus mayores clientes son mujeres.

La moda siempre ha vivido del género: masculino, femenino y ahora mixto. Y periódicamente abraza la androginia. A pesar de que todavía se habla de dictados y tiranías, nunca nos ha puesto peros a parecer lo que sentimos. Ayer, la pasarela madrileña recogió el aire de los tiempos sin dolor, con color.

Artículo publicado en Magazine La Vanguardia el 17 de febrero de 2023

Publicado en Artículos La Vanguardia

Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *