‘La Vanguardia’ reúne a cuatro expertos para repensar la industria textil y cambiar el paradigma de la producción y el consumo
Los humanos nos vestimos desde la noche de los tiempos, por un instinto de protección, pero también como hecho cultural: a través de la ropa enviamos mensajes sobre quiénes somos y qué queremos. La industria de la moda, con su enorme poder de convocatoria a nivel global, tiene un notable impacto ambiental. Y la clave para revertirlo radica en las decisiones diarias que tomamos. Elegir prendas creadas bajo el patrón de la moda circular resulta la gran alternativa que va más allá del mero usar y tirar. El slow fashion aboga por ralentizar la producción a través del ecodiseño, que limita el cúmulo residual desde la propia concepción de las prendas. Pero aún no es suficiente.
Por otra parte, se hace necesario que cada prenda sea pensada, diseñada y producida para tener una vida útil prolongada, sin duda uno de los grandes desafíos de nuestro tiempo. Por ello, La Vanguardia, mediante una serie de debates enfocados a la salvaguarda del planeta y al uso eficiente de los recursos, dedicó el pasado 27 de septiembre una mesa sobre moda circular, reuniendo a un grupo de expertos que desgranaron sus mejores argumentos en contra de la moda rápida.
La moda circular resulta la gran alternativa que va más allá del mero usar y tirar
Los ponentes enarbolaron el uso de materiales sostenibles, el mantenimiento y la vida útil de las prendas, así como su devolución al medio ambiente sin contaminarlo. Un proceso que intenta liberarse del residuo y la contaminación mediante el uso de productos y materias primas que, gracias a la reutilización y el reciclaje, podrán seguir en uso durante el mayor tiempo posible, a fin de lograr una pronta regeneración de los recursos naturales. Para lograrlo, es preciso romper la tendencia de la compra compulsiva normalizada bajo la lógica del sistema lineal de producción-consumo-descarte.
Marilyn Martínez pertenece a la Fundación Ellen MacArthur, es exregatista olímpica y filántropa y pionera en impulsar ante la Unión Europea la transición de las empresas hacia una economía circular: eliminar residuos y contaminación, mantener productos y materiales en uso y regenerar sistemas vivos. En su intervención señaló que la economía lineal, consistente en extraer, producir y desechar, está llegando a su límite.
En Europa, la gente usa la ropa un promedio de siete veces antes de desecharla
Hace tres años, la fundación detectó que en la ciudad de Nueva York cada año se desechaban cien mil toneladas de ropa y puso en marcha la iniciativa Make Fashion Circular, para que empresas, marcas de moda y entidades de reciclaje alentaran a los neo yorquinos a seguir utilizando su ropa. Además, aportó un mapa interactivo con la ubicación de más de mil centros de recogida. En su primer año, este proyecto facilitó la recuperación de 583 toneladas de prendas.
Marilyn Martínez afirma que en Europa la gente usa la ropa un promedio de siete veces antes de desecharla. Por tanto, cada año, el 73% de las prendas que se producen para la población de todo el continente deja de tener uso. Para disminuir la gravedad de este panorama han surgido distintas iniciativas tecnológicas y aplicaciones digitales que venden ropa usada.
Hoy en día no utilizamos el 40% de la ropa que guardamos en nuestro armario
The Fabricant, por ejemplo, crea valor dentro de la industria de la moda sin tener un producto físico, digitalizando prendas para crear campañas publicitarias u ofreciéndolas al servicio del público para que pueda cambiar la ropa que luce en sus fotos. En By Rotation, la gente puede subir sus prendas para alquilarlas, al igual que la firma Roberto Verino, que acaba de anunciar una nueva plataforma de alquiler de sus prendas. Y Agraloop utiliza la pulpa de residuos de distintos cultivos para convertirlos en tejidos.
Enric Carrera, director del Intexter de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC), especializado en la investigación de tejidos y materiales sostenibles, afirmó que cada vez consumimos más, pero usamos menos, presas de lo que denominó “obsolescencia perceptiva”: una prenda sigue siendo útil, pero su poseedor siente que ya no contribuye a la imagen que desea transmitir, porque cree que ha pasado de moda, cuando en realidad esta se realimenta constantemente del pasado.
El Pacte per la Moda Circular promueve en Catalunya ese nuevo modelo sostenible
Cada año, recordó, en el mundo se producen cien mil millones de prendas de vestir, de forma que la producción textil crece más que el total de la población. Para el académico de la UPC, en el fondo de esta situación se encuentra la dinámica del negocio de la moda rápida, y puso un ejemplo: ¿cómo se puede ofrecer por internet un vestido veraniego por apenas 3,49 euros?, recordando que para su puesta a punto fue preciso extraer petróleo, llevar a cabo una ardua secuencia de polimerización, acabado, confección y venta, un proceso que en conjunto puede generar 25 toneladas de CO2.
Según los datos recabados por Carrera, no utilizamos el 40% de la ropa que guardamos en nuestro armario. En Suecia ya se habla de köpskam, un concepto referido al el reparo de comprar ropa nueva. “Pero esto implica un cambio cultural: aceptar ponerse ropa que han llevado otros es un asunto que entre nosotros todavía no está muy aceptado”, añadió. No obstante, el profesor aplaude con esperanza los cambios legislativos en ciernes: en el 2025 todos los países de la UE estarán obligados a implementar la recogida selectiva de los residuos textiles. Y en el 2030 no se podrán desechar las prendas que todavía puedan usarse. “Si seguimos produciendo la misma cantidad que ahora, el problema no variará. Hay que cambiar el paradigma de producción y consumo, haciendo productos de mayor calidad para que duren más física y emocionalmente”, concluyó.
Albert Alberich es director de Moda Re-, una iniciativa social de Cáritas que se ha convertido en la mayor operadora de ropa usada en España. Hace diez años pusieron en marcha tres plantas recicladoras de ropa. Luego empezaron a colaborar con centros, institutos y empresas que estudian y mejoran las piezas textiles para un reciclado de calidad. Identificaron tipos de fibras, tomaron en cuenta la composición de las prendas para clasificarlas y aprovecharlas de la mejor manera y, hace tres meses, en asociación con Inditex, sacaron a la venta su primera colección.
Moda Re- tiene entre sus principales objetivos la generación de empleo social y sostenible, el destino ético de las prendas y la promoción de la economía social y solidaria, a través de la apertura de tiendas de ropa de segunda mano. Cada año recogen más de 40 millones de kilos de ropa, calzado y complementos usados que tratan en sus plantas integrales de gestión de residuos. Disponen de casi 7.000 contenedores en calles y edificios, y tan solo en el campo de la recogida y el tratamiento de la ropa usada, su actividad implica cerca de 1.200 puestos de trabajo, la mitad reservados a personas en riesgo de exclusión social, cuyos itinerarios de inserción vehicula la empresa. Poseen 130 tiendas en 80 ciudades españolas de venta de ropa usada y esperan que dentro de un par de años puedan reciclar más tipos de fibras. Por todos estos factores, Moda Re- emerge como una de las acciones de moda circular más importantes del sur de Europa.
Jordi Bonareu, CEO de Hallotex, una empresa fundada hace 25 años y referente en la fabricación textil sostenible, se dedica a crear productos a partir de desechos textiles, una transformación mediante tecnología y materias primas certificadas. Durante su intervención, recordó que el cambio climático dificulta cada vez más hacer ropa con fibras naturales, como el algodón e interpeló a los diseñadores de moda: “Ustedes también tienen la responsabilidad de decidir qué tejidos y fibras utilizan”.
Los exhortó a “reducir el número de muestras y prototipos y preocuparse por los desperdicios que producen sus nuevos diseños, en aras de su calidad y durabilidad.” En el turno de preguntas, el público se interesó por el destino de las tiendas de moda rápida que no dejan de rotar sus productos. “El gran reto es que se integren en la economía circular, bien por responsabilidad social o bien por cumplir legislaciones. O esto lo hacemos todos juntos o no va a funcionar”, sentenció Albert Alberich.
El pasado mes de mayo, la Generalitat de Catalunya puso en marcha un programa piloto, el Pacte per la Moda Circular, con el objetivo de que la industria textil regional incremente la durabilidad de sus productos, reduzca el uso de materiales nocivos para el medio ambiente y aumente la reutilización con nuevos modelos de negocio. Se trata de un pacto voluntario entre instituciones y empresas de los diferentes eslabones de la cadena de valor textil de Catalunya. Cincuenta y cinco empresas y entidades del sector se han adherido a esta iniciativa que el profesor Enric Carrera calificó como “un entrenamiento para la legislación que la Unión Europea implementará en 2025. Lo que propone es empezar a hacerlo de una forma modesta, pero contundente, para aumentar la recogida de ropa y la cantidad de fibras recicladas en las prendas”. Para Albert Alberich, el pacto es una buena noticia, “sobre todo porque implica a los consumidores y no solo a las empresas”, y abogó por hacer de la venta de ropa usada “un verdadero negocio”. “En Inglaterra existen 11.000 tiendas de ropa de segunda mano. En España sólo tenemos 300. Y todas muy rentables”, señaló. Urge un cambio de mentalidad a la hora de vestir, diseñar, comprar y reutilizar. ¿A qué esperamos para avanzar?
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