Donatella no necesita apellido, a pesar de que hubo un tiempo en que creyó no ser nada sin él. El 15 de julio se cumplirán 25 años del asesinato de su hermano, abatido a tiros en la escalinata de su mansión de Miami Beach por Andrew Cunanan, un asesino en serie buscado por el FBI. Se trata de uno de los episodios más negros de la historia de la moda, que sesgaba la vida de un diseñador que convirtió la posmodernidad en mainstream y rindió culto a una feminidad libre, sensual y provocadora.
Desde su amor por los mitos clásicos –empezando por el de Medusa, icono de la firma– hasta su fascinación por la cultura pop, el rock de Prince –que durante años compuso las bandas sonoras de sus desfiles– o su manifiesta homosexualidad, Versace era garantía de moda exhuberante. No en vano, fue el inventor de la alfombra roja –con Armani– y del concepto de desfile-espectáculo. Fue amigo personal de Lady Di, que lucía sus black dresses con imperdibles, y descubrió a las supermodelos de los 90. “¿Y ahora, qué hará su hermana? ¿Copiarlo sin parar?” se preguntaba la crítica cuando ella apareció, tímida, entre las bambalinas de su primer desfile.
Donatella, la pequeña de una familia cuya madre ejercía de modista en Reggio Calabria, era la preferida de Gianni, que empezó a hacerle trajes y se atrevió incluso a cambiarle el color del pelo. Ella se convirtió en su sombra, responsable de la imagen y la publicidad de la firma. Y cuando, heredera forzada, se hizo cargo de ella, endureció como una roca. Congeló el gesto. Habló solo lo necesario. Y empezó a cultivar una fama de mujer fría y distante, a pesar de su personalidad volcánica. Tras su lectura diaria de los periódicos del día, en papel, responde a Magazine Lifestyle, perfumada con las fragancias del Atelier Versace que evocan su infancia: “me recuerdan a Calabria, mi ciudad natal, que desgraciadamente nunca podré visitar, pero a la que estoy muy unida”.
Tras la trágica muerte de su hermano, ¿qué la mantuvo fuerte para sucederle?
No fue fácil. No elegí esta vida ni esta carrera. Me sentía muy dichosa siendo la caja de resonancia de las ideas de Gianni, y de estar al frente de los platós en nuestras campañas. Me llevó mucho tiempo encontrar mi voz. Estaba procesando un acontecimiento dramático, lo peor que me ha sucedido en mi vida, y encima tenía que ponerme unos zapatos demasiado grandes para mí. Para cualquiera. El mundo me observaba, me juzgaba, esperaba que cometiera un error. Atravesé una gran oscuridad. Soporté el juicio público, ver cómo mi vida era diseccionada en los medios de comunicación. Fue doloroso; hasta tal punto que me construí una coraza lo suficientemente fuerte para protegerme. Y me costó mucho tiempo sentirme lo suficientemente cómoda para volver a mostrar quién soy, mi vulnerabilidad… a mí misma.
Me enfrenté de verdad a mis miedos –y a todo lo que los rodeaba– cuando empecé a trabajar en la Tribute Collection [el desfile que conmemoró el 20 aniversario de la muerte de Versace]. Durante aquellos meses, el volver al archivo y tener aquellos vestidos en mis manos después de 20 años fue insoportable. Pero hoy siento que ya no vivo a la sombra de mi hermano. Lo celebro en todo lo que hago, pero al mismo tiempo, todo lo que he hecho es tan intrínsecamente mío que realmente uno no percibe dónde termina la herencia de Gianni y dónde entro yo. Ahora somos uno, y lo que se ve en la pasarela es inconfundiblemente Versace y a la vez absolutamente yo misma, con mi propia visión de la marca.
¿Le gusta el revival de los 90 al que asistimos?
Por supuesto que sí. Y también me he dado cuenta de la fascinación por la moda del pasado entre las generaciones más jóvenes. Están descubriendo joyas antiguas, ya que para ellos mucha de la moda de los 90 es completamente nueva. Por eso sigo trayendo los códigos de Versace al mundo de hoy, nunca de forma obvia. Tenemos una historia que contar, y a la gente le interesa nuestra historia. Versace es siempre fiel a su ADN, pero al mismo tiempo está en continua evolución.
Usted es un gran amante de la tecnología. ¿Estará Versace en el metaverso?
Creo que el metaverso es algo que todavía hay que explorar. Mi equipo y yo estamos estudiando este mundo virtual universal, y siempre estoy abierta a nuevas ideas.
¿De qué se siente más orgullosa en su vida?
El mayor logro es el hecho de que Versace siga siendo relevante y querido. Me enorgullece que hayamos conseguido que forme parte de un imaginario cultural que va más allá de la moda. Significa que nuestro trabajo inspira a la gente, crea valor… Atreviéndonos a romper las reglas, ¡nos hemos mantenido en la cima!
¿Cree que Versace ha sido la marca que más ha revolucionado las alfombras rojas?
¡Por supuesto! La alfombra roja es una celebración de la creatividad, un lugar para materializar los sueños. Cada vez que creamos un vestido de alfombra roja de Atelier Versace, es un reflejo único de la mujer que lo lleva. Quiero que brillen más que nunca. La alfombra roja es un momento tan importante: todos los ojos del mundo están puestos en ti.
Ser rubia, más allá del color del pelo, ¿entraña una actitud?
Ser rubia es un estado de ánimo. Y creo que yo era ya rubia antes de que mi hermano me decolorara el pelo cuando tenía 11 años. Probablemente, el genio que era lo vio en mí antes de que yo me diese cuenta.
¿Le gusta la palabra empoderamiento?
Creo que hemos superado el concepto de empoderamiento. Las mujeres ya no necesitan ser empoderadas: han demostrado al mundo que tienen voz y que son capaces de hacer las mismas cosas que los hombres –y a veces de hacerlas mejor, con todo el respeto.
En su última campaña aparece junto a Gigi y Bella Hadid, y exalta los valores de la familia, así como los lazos entre mujeres: la sororidad, el feminismo. Pero la igualdad real aún está lejos, ¿qué podemos hacer?
El cambio debe empezar en nosotros mismos. Y, hoy, en Versace las mujeres representamos más del 64% de los empleados, y el 48% son ejecutivas. Pero, a pesar de todos los progresos, las mujeres tienen que demostrar aún más que los hombres y tienen que luchar más para que se las escuche. Sé muy bien lo que se siente al ser la única mujer al frente de la empresa. Tardé mucho en que se me escuchase de verdad, en que se confiara en mí, en que se me reconociera como alguien capaz dentro de mi propia empresa.
¿Qué artistas le inspiran y por qué?
Sin duda Prince: era un genio. Reconozco que he tenido la gran suerte de trabajar con algunos de los mayores talentos de la historia. Ver cómo trabajaban Richard Avedon o Steven Meisel. Estás en el plató con ellos, y solamente tienes que irte a un rincón, quedarte en silencio y mirarles.
La unión de Versace con la música siempre ha sido muy estrecha, ¿Cómo la definiría?
La música siempre ha sido una gran fuente de inspiración para mí, ¡es algo sin lo que no puedo imaginarme vivir! Y Versace siempre ha atraído a las estrellas de la música como un imán. Puede que sea porque nuestra ropa les hace sentirse bien, no lo sé… pero desde luego que un poco de rock’n’roll corre por las venas de Versace.
Usted es amiga íntima de las supermodelos de los 90, las que desfilaron al ritmo del Freedom de George Michael al final de aquel memorable desfile de 1991. ¿Por qué son tan poderosas? ¿Cuál es su favorita?
Son mujeres muy inteligentes, y con una fuerte personalidad. Y fueron capaces de comunicarla globalmente antes de la llegada de Internet. Por eso modelos como Naomi, Linda o Cindy se han convertido en icónicas. Y, cada una de ellas es especial a su manera: siempre me gustó la sensualidad despreocupada de Cindy; Naomi, en cambio, ha sido la más feroz…
Cuando Versace fue vendida a Capri Holdings usted mantuvo que siempre seguiría siendo de lujo. ¿Cómo define el concepto?
Lujo significa, naturalmente, la artesanía más extraordinaria, hecha en Italia con materiales excelentes y el diseño más potente. ¡Tengo el honor de ser directora creativa de una casa que crea algunos de los productos de lujo más exquisitos del mundo!
Comentarios