El principal objetivo de la creadora que acabó definitivamente en el siglo XIX con su moda conceptual fue la libertad. Así lo resumía la propia Gabrielle Chanel: “los otros modistos continuaban una moda, mientras que yo creaba un estilo. Con apenas veinte años fundé una casa de costura. No fue ni la creación de una artista ni el éxito de una mujer de negocios, sino la obra de un ser que solo buscaba la libertad”.
Criada durante doce años en el orfanato de Aubazine, donde aprendió a coser, se enfrentó a la tradición con una audacia atemporal. No solo quería hacer sombreros y trajes, es decir, costura, sino que intuía el poder social de la moda.
Las joyas de Chanel, una visión diferente
Atrapar l’air du temps y brindar una actitud emancipadora a la feminidad, tales eran sus desafíos. Chanel expresó una nueva sensibilidad, reducida en boato, menos dramática y exaltada y con una elevada vocación de elegancia. La imagen debía de protegerse. Por ello lanzó la moda sastre: americanas y tailleurs, pantalones sin complejos, el blanco, el negro y el beige, perlas, canotiers, camelias… todo aquello que, según su antagonista Elsa Schiaparelli, representaba una “moda pobre de lujo”.
A la creadora, irreverente con los pesados prejuicios, le gustaba mezclar las joyas de fantasía con piedras preciosas. Siempre consideró vulgar la ostentación, y por ello combinaba el collar de 30 esmeraldas engastadas en diamantes talla rosa que le regaló el duque de Westminster con un simple jersey (e incluso a veces lo desmontaba, a modo de broche, para combinarlo con sus sautoirs de perlas). Cuando su nombre ingresó en la aristocracia de la moda, ella empezó a encargar joyas a sus orfebres de confianza. No solía dibujar ni escribir pero daba instrucciones precisas a los joyeros Degorce; “lo contrario a la elegancia no es ni la pobreza ni la banalidad, sino la vulgaridad”.
Bijoux de diamants, su primer paso en el mundo de la joyería
En 1932 dio un paso de gigante en la alta joyería francesa con una colección realizada únicamente en platino y diamantes que revolucionó los códigos del lujo. La bautizó Bijoux de diamants, declarando a la prensa su propósito: “quiero cubrir a las mujeres con constelaciones. Estrellas, estrellas de todos los tamaños”. Sería su primera y única colección, y de hecho para ella también consistió en una difícil paradoja. Portadora de perlas falsas que escandalizaban en sociedad, siempre defendió la bisutería.
Además, tenía muy claro que ninguna mujer debe necesitar a un hombre para lucir una joya. “Me gustan las joyas falsas porque las encuentro provocativas. Pienso que es una vergüenza ir de aquí para allá con el cuerpo cargado de millones por la simple razón de que una es rica. La finalidad de las joyas no es hacer parecer rica a la mujer que las lleva sino adornarla, lo que no tiene nada que ver”, recoge Axel Madsen, autor de quizá la mejor biografía de Chanel con la canónica “Chanel ou l´irregulier”, de Edmonde Charles-Roux. Para dar forma a Bijoux et diamants, se rodeó de grandes nombres que la acompañaron en la travesía creativa, desde el ilustrador Paul Iribe, que afinó el lápiz para dibujarlas, hasta Henri Cartier-Bresson, que las fotografió. Todas las piezas eran desmontables, y ninguna llevaba cierres, porque estos la asustaban.
El N0 5, un perfume revolucionario
Y si el próximo año la constelación de diamantes Chanel cumplirá cien años, en 2021 el turno ha sido del mítico Nº 5, un perfume que revolucionó la industria olfativa. Una fragancia de mujer con olor a mujer, como lo definía Coco, que añadía que aquellas que dicen “nunca uso perfume” y cuyo abrigo huele a guardarropa se exponen a una vida sin oportunidad alguna. Cuando, en una ocasión, una periodista le preguntó dónde tenía que aplicarse el perfume, la genial modista le respondió: “Señorita, donde quiera que la besen”.
La fragancia fue inmortalizada por Marilyn Monroe y, con el tiempo, ha contado con Suzy Parker, Ali MacGraw, Catherine Deneuve, Carole Bouquet, Nicole Kidman o Marion Cotillard como embajadoras. También a un hombre: Brad Pitt. “Es como un estado mental, un estado de ánimo que expresa de una cierta idea de la realización de la mujer, de la creencia en su destino”, así define al perfume creado por Ernest Beaux y Chanel el actual perfumista de la maison, Olvier Polge.
Una colección espectacular para celebrar el aniversario del No 5
Derramar la mística del Nº 5 sobre nuevas joyas ha sido el reto al que se ha enfrentado la firma en su última colección de alta joyería, inspirada en los símbolos del perfume: desde sus matices, materializados en gemas excepcionales que representan los colores del perfume N°5 –beige, amarillo y blanco–, hasta el frasco o las flores. El número ha sido rediseñado con un trazo de pincel sensual e insolente.
“Gabrielle Chanel abordó estos dos mundos con los mismos valores visionarios, favoreciendo la audacia y la búsqueda de la excelencia. He querido recuperar este gesto creativo en esta colección, concebida como un viaje por el alma serpenteante del perfume N°5, desde la arquitectura del frasco hasta la explosión olfativa de la fragancia. Lo más destacado de esta original colección es un emblemático y excepcional collar engastado con un diamante de 55,55 quilates”, afirma el director de joyería de Chanel, Patrice Leguéreau.
Se trata de una pieza que destila la personalidad del Número 5: desde el perfil del tapón, la silueta del frasco, y los diamantes talla pera de diferentes tamaños, engastados de forma que representan el ramo de jazmín de Grasse, las rosas de mayo, el neroli, la vainilla, el vetiver de Bourbon y el sándalo.
En las 123 piezas que componen la colección de joyería más ambiciosa de Chanel, un estilo arquitectónico muy flexible pretende evocar el grafismo del frasco y la sensualidad de la fragancia con composiciones de gemas raras y excepcionales, como un ritual estético, atractivo y misterioso, a la manera de Coco, quien una vez le confesó a Paul Morand que lo único que deseaba era inmaterial: “nunca tuve deseos de nada, solo de ternura”. La creación, para ella, fue un gran acto de amor.
Imágenes cedidas por Chanel.
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