Saltar al contenido →

Los impacientes

Unsplash

La impaciencia busca siempre dónde alojarse. Fíjense si no en esos conductores que se desabrochan el cinturón a cinco minutos del destino final. Tan grande es su ansia que ni oyen la alarma, que taladra las meninges. Ese acto, que aprecio más entre varones, es una manera de anticipar el destino final, aunque el motor todavía no se haya detenido. ¡Pobre del pasajero que se levanta antes que nadie de su asiento en el tren, balanceándose frente a la puerta a ciento veinte kilómetros por hora! Ya ha cerrado el espacio mental del viaje, y su patética pericia es tan solo ­compensada por la alegría de ser el primero en salir.

En mis días ejecutivos me incomodaba la gente demasiado calmosa. No me fiaba de quienes evitaban conjugar verbos como gestionar, producir o resolver, pero también me resultaban abruptos aquellos que no daban ni los buenos días porque el poder nunca ha sido paciente. Las personas atareadísimas no soportan los prolegómenos, como si practicaran una especie de sexo duro en sus relaciones profesionales. Tacaños con sus minutos, se desesperan cuando las palabras se alargan porque ya andan retrasados. Saben que cazar el tiempo es un deporte de élite y están enganchados, igual que los adolescentes, a la inmediatez. Cierto que todos tenemos un jefecillo dentro que se exalta cuando tardan más de un cuarto de hora en traer el primer plato en un restaurante, y decimos “¡es intolerable!”, embruteciéndonos ­porque acabaremos comiendo delicio­samente.

La espera aguarda algún tipo de esperanza, y para ello hay que saber blindarse ante la frustración. Esa es una de las condiciones que definen a los nuevos líderes, más hábiles que los tradicionales al interactuar entre lo individual y lo comunitario. Leo a José Antonio Llorente, uno de los ases de la comunicación en nuestro país, en un libro editado por LLYC, New Normal . Afirma que mientras que verdad es el octavo sustantivo más usado entre los líderes actuales, para los futuros, instalados más en la relatividad que en la razón absoluta, tan solo representa el cuadragésimo segundo. “Los líderes futuros utilizan verbos que denotan interacción. Hablan con frecuencia de ayudar, compartir, sentir o participar . En cambio los actuales utilizan verbos que resultan jerárquicos y dominantes. Como permitir, ganar, utilizar, pagar, significar, parecer”, señala. La revolución generacional está llamada a invertir el valor del tiempo, siempre que la inercia del pasado no acabe pervirtiendo impacientemente su nuevo deal.

Artículo publicado en La Vanguardia el 10 de noviembre de 2021.

Publicado en La Vanguardia

Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *