Descubierta por Avedon, amiga de Óscar de la Renta y Valentino, se casó con el Duque de Feria, es madre de Rafael y Luis Medina y ha copado durante años la lista de las mujeres más elegantes.
Ha sido la musa y cómplice de grandes creadores y ahora reúne su universo estético en un libro editado por Rizzoli.
Sofisticada y audaz, Naty Abascal bien hubiera podido inspirar un personaje de la alta sociedad en una novela de Scott Fitzgerald o de Dominick Dunne. Su presencia como ‘socialité’ no ha eclipsado su posición de máximo icono de la elegancia: una esfinge avanzando altiva con su metro ochenta, el cuello largo, los colores siempre encendidos, las joyas barrocas. Pero también es una musa eterna para quien se han diseñado trajes exclusivos.
Rizzoli rinde tributo a la modelo legendaria con un libro que surge tras la exposición organizada por su amigo Eugenio López, fundador del Museo Jumex de Arte Contemporáneo de Ciudad de México, una gran muestra con 82 maniquíes y más de 300 trajes procedentes de la colección privada de Abascal: “Ha sido un ejercicio muy personal, íntimo; y diría que un ejercicio de humildad” afirma Naty.
La modelo vivió la explosión de las vanguardias estéticas durante los años 60 y 70: no solo fue pintada por Dalí, sino que incluso interpretó el papel de guerrillera latina en Bananas de Woody Allen. Nieta del Marqués Romero-Toro, su madre abrió la primera boutique de Sevilla. Y ella se enamoró de la moda de manera orgánica porque a su alrededor se festejaba la belleza.
“Cuando Elio Berhanyer nos propuso a mi hermana gemela, Ana María, y a mi ir a desfilar a Nueva York, a la Exposición Universal de 1964, mi suerte quedó definida”, admite. “The New York Times se hizo eco de una modelo española que se cambiaba de traje tan rápido que siempre estaba en la pasarela. ¡Lo que no sabían es que éramos dos! Eso llamó la atención de Dick (Richard Avedon), y quiso conocernos. Hicimos un reportaje en el que también participaban Elizabeth Taylor y Maya Plisetskaya. Poco después vinimos a Ibiza. Dos españolas, de Sevilla, viajando a una Ibiza pre-hippie, desconocida hasta para los españoles, y todo bajo la mirada de un norteamericano”, recuerda.
El reportaje fue fascinante, asegura Abascal. “Hoy en día siguen siendo de mis fotos favoritas. Ana y yo estábamos en la playa, fumando en boquilla, maquilladas, peinadas, con una manicura espectacular… y jugando a los naipes. A nuestro lado, un brasileño de una belleza fuera de este mundo, en albornoz, con la capucha sobre la cabeza… Parecía una imagen sacada de un film de Ingmar Bergman. Con Avedon no se hacían fotos, se narraba una historia. Y tú tenías que convertirte en el personaje que él tenía en la cabeza… aunque también sorprenderle. Un maestro”.
¿Era transgresor ser modelo cuando usted empezó?
Ser modelo en los 60 era una profesión diferente a la de hoy. Requería una buena dosis de coraje y valentía. Nosotras no éramos las celebridades en las que se han convertido las tops. En esa época había dos modelos que traspasaban las fronteras del entorno meramente profesional, Twiggy y Verouschka, y otras también fabulosas, pero se quedaban dentro de él (Jean Shrimpton, Penelope Tree, Suzy Parker…), pero todas teníamos una pasión por la ropa, por los trajes, que no sé si es la misma de hoy en día… Nuestra relación con los diseñadores era muy estrecha, podíamos llegar a formar parte del proceso creativo y eso era parte de nuestra cotidianeidad. Entonces no existía la moda low cost ni las grandes cadenas, los saldos permanentes… La moda era el sueño de muchas personas. Vestir bien era algo aspiracional y los diseñadores tenían una voz muy importante en la sociedad, a la hora de definir las reglas del vestir. Nosotras éramos el espejo de todas esas inquietudes, de esos cambios.
¿Cómo define el estilo Naty Abascal?
Ecléctico, pero nunca ridículo. Evocador, pero realista. Sobrio, pero no aburrido. Arriesgado a veces, pero con mucho humor. El estilo no es solo la ropa que te pones, es cómo vives, comes, duermes, viajas. Como te relacionas con las personas, con la vida. El estilo es lo que nos define como seres humanos. El mío es la suma de toda mi vida, es no ser victima ni de la moda ni de uno mismo.
¿Cómo era aquel Nueva York que se recoge en su libro?
Fascinante. Aunque, en realidad, los años 60 lo fueron también en muchas otras partes… Lo que hacía Nueva York tan especial era esa especie de ‘melting pot’ en el que todo valía, todo tenía cabida, todo era nuevo, vital, la gente experimentaba con todo. Moda, arte, cultura, música… era una época de descubrimiento, de libertad, de modernidad en el sentido más amplio de la palabra. Creo que los 60 y los 70 son dos décadas prodigiosas de las que todavía seguimos viviendo e inspirándonos.
¿Qué les atrajo a Valentino y usted? ¿Qué les ha unido y les une todavía?
La curiosidad. La pasión por todo. Nos conocimos en Nueva York en 1965, en una cena. Hicimos click inmediatamente. Empezamos a ir juntos a museos, conciertos, casas de amigos en común. Nuestra complicidad fue creciendo y sigue siendo la misma más de 50 años después.
¿Y con Óscar de la Renta?
Óscar era un hermano para mí. Desde que llegué a Nueva York fuimos inseparables. Tenía una energía contagiosa. Siempre de buen humor, siempre con una sonrisa en la cara, siempre generoso, ayudando a todo el mundo… Apasionado por todo, culto, refinado; le echo de menos todos los días.
¿Qué recuerda de Elsa Peretti, fallecida en marzo?
Elsa era un volcán, siempre en ebullición. Creativa, imprevisible, guapa… Cuando la conocí en Nueva York era modelo: desfilaba para Halston, y Helmut Newton la fotografiaba. Era un eje importante en la vida de la ciudad. Y con los años, llevó todo su talento, su energía, su inconformismo, sus exigencias de perfección a uno de los universos que mejor toleran todas esas características: la joyería. Y realmente la revolucionó. Se puede decir que con su trabajo democratizó la joyería y elevó la plata a unos niveles de nobleza insuperables.
¿Ha tenido una vida más difícil de lo que se cree?
Mi vida, como muchas otras cosas sobre mi, están basadas en la especulación, porque soy, aunque no lo parezca, una persona muy privada y celosa de mi intimidad. Hay vidas mucho más difíciles que la mía, solo hay que mirar el mundo que nos rodea… Pero lo verdaderamente importante no es la dificultad sino cómo se afronta. Si tienes optimismo, energía, pasión, y los problemas se enfrentan como llegan, se van, o aprendes a vivir con ellos.
¿Qué ha supuesto para usted ser padre y madre de sus hijos?
Esfuerzo y trabajo. Mis hijos han tenido un padre hasta que por desgracia faltó. Y en ese momento, como en otros en la vida, hay que asumir responsabilidades y salir adelante. Estoy muy orgullosa de ellos.
Durante años ha sido una de las mujeres más elegante de España en todos los rankings. ¿Cómo definiría la elegancia hoy?
Como siempre. Es una cuestión de actitud. La elegancia tiende a ser relacionada con el dinero. Gran error. La elegancia está en los gestos, en las formas, en cómo tratamos a otras personas, a la naturaleza, a los animales… La elegancia está en cómo vivir día a día con coherencia, con sencillez, apreciando cada cosa que tenemos, por pequeña que sea. Si hablamos de moda, y miramos por ejemplo el trabajo de un diseñador como Balenciaga, maestro de maestros, su inspiración estaba en el mar, en los pescadores, en los colores de la ropa de las mujeres que trabajaban en el campo… luego supo sintetizar toda esa austeridad y convertirla en esculturas que embellecían a la mujer. Pero su inspiración era la tierra, las personas sencillas. Diana Vreeland decía que ‘elegance is refusal’, y tenía razón. Hay que saber sintetizar, eliminar, quedarse con la esencia.
¿Quién le enseñó a posar? ¿Cuál el secreto para enamorar a la cámara?
Nadie. Posar, caminar, interpretar la mujer para la que han diseñado un vestido… todo eso está en tu cabeza, en tu capacidad para imaginar. La relación con la cámara es como con un espejo: tienes que aprender a aceptar lo que ves, pero también a retar a la realidad. Es una cuestión de confianza en uno mismo, de no tener miedo, o mejor dicho, de tener la dosis justa de miedo, esa que te ayuda a ser más creativo, a no dormirte en los laureles del éxito. El miedo que te obliga a ser cada día un poco mejor en todo lo que haces.
¿Por qué en España ha trabajado más de estilista que de modelo?
Cuando volví de Estados Unidos, lo hice pensando que regresaría allá de nuevo, pero pronto emprendí una nueva vida en España: fundé una familia, tuve a mis hijos… El mercado español no es tan dinámico como el americano, y la vida de modelo requiere enormes sacrificios, como viajar permanentemente. El trabajo se convierte en tu prioridad absoluta. Llegó un punto en el que comprendí que no sólo era hora de un cambio, era también el momento de poner en práctica todas las enseñanzas de mi pasado profesional. Y hacer trabajos de estilismo, no solo en moda, sino con casas, personajes… era una prolongación natural de mis inquietudes y mi formación.
Después de tantas pasarelas, ¿le aburren los desfiles?
¡Al contrario! Me siguen pareciendo un modo insuperable de dialogo entre el diseñador y el cliente. Es el lugar donde, en apenas 15 minutos, se ponen a prueba seis meses de trabajo. La capacidad, el talento que hay que tener para concentrar la emoción en tan poco tiempo, me parece que requiere todo el respeto y admiración. Y esta pandemia ha puesto a prueba todas aquellas cosas que dábamos por asentadas en nuestras vidas, y lo que antes podría parecer rutinario, hoy es algo excepcional. Y los desfiles, para mí al menos, entran en esa categoría.
¿Qué diseñadores contemporáneos le interesan más?
Todos los que tengan algo nuevo que decir. Algo interesante, coherente con su estilo. No tienen porqué gustarme necesariamente. Hay diseñadores que están lejos de mi estética cotidiana, pero tienen un lenguaje visual fascinante. Y aquí diría que no es una cuestión de edad. Es una cuestión de imaginación, de mantenerse abierto a aprender, a recibir impactos de todo lo que nos rodea, y luego plasmarlos en algo que como digo, sea coherente con la mentalidad y el estilo de cada diseñador. Sí puedo decir que es muy fascinante ver cómo las mujeres diseñadoras visten a otras mujeres. Tienen un ‘approach’ que no olvida las necesidades reales de nuestra vida diaria. Y eso es muy importante. Hay diseñadores que te hacen sentir excepcional, y hay diseñadores que te hacen sentir cómoda, feliz y adecuada dentro de su moda. Ambas cosas son muy importantes.
¿Sigue utilizando pieles? ¿Cómo las defiende?
Le puedo decir que como poca carne, y la que como está toda certificada como ecológica: ha sido alimentada sin químicos y procede de granjas respetuosas con los animales. Me encanta el pescado, que consumo siguiendo los mismos protocolos que con la carne, y mi pasión son las verduras y la fruta. Espero haberle respondido a su pregunta sobre las pieles…
¿Qué opina sobre la sostenibilidad y el compromiso de la moda por proteger el ecosistema?
Es vital, imprescindible. Es una industria que poluciona mucho, y la primera cosa que necesita entender es que no se puede producir tanto. La sociedad no puede consumir al ritmo que nos indican las marcas, no tenemos necesidad de tantas cosas. Es mejor tener poco, bueno, y luego actualizarlo con accesorios. Esta fiebre mundial por crear marcas y líneas nuevas, colecciones semanales… el mundo no puede sostener ese ritmo, y hemos llegado a un punto de colapso. Es esencial replantearse todo el sistema.
¿Qué es ser sofisticado hoy? ¿Y extravagante?
¿Sofisticado? Es ser uno mismo en todo momento y situación. ¿Extravagante? Depende para quien. Lo que para unos es extravagancia, para otros es cotidianeidad. El mundo es plural en sus formas de ver a las personas y sus comportamientos, y yo creo que lo fundamental por encima de todo es ser fiel a uno mismo, ser coherente. Si luego alguien piensa que eres sofisticado, o extravagante, no deja de ser un punto de vista contra otro… ¿no cree?
¿Qué diseñadores considera que han hecho más por las mujeres?
Difícil pregunta, porque hay muchos nombres… Creo que creadores como Chanel, Armani, Saint Laurent o Donna Karan han dado un uniforme a la mujer que sigue siendo hoy tan válido como cuando se inventó. El sastre de Chanel, el smoking de Saint Laurent, la chaqueta desestructurada de Armani, las cinco piezas esenciales de Donna Karan… todos esos son ejemplos perfectos de cómo una prenda puede sobrevivir a modas, costumbres y décadas. También hay diseñadores que han dado códigos de elegancia que siguen perdurando a través de los tiempos. Valentino y su sentido de la elegancia y su uso del color, son insuperables, los volantes en los trajes de Oscar de la Renta, los estampados de Etro… son elementos que perduran en el tiempo, que han sido copiados e imitados hasta la saciedad, pero que siguen conservando todo su valor y modernidad. Hay muchos más, pero no podemos ser exhaustivos…
¿Qué opina del momento que viven las revistas femeninas y de moda?
Creo que donde hay una crisis hay una oportunidad. Creo que el papel impreso tiene una autoridad que no se va a perder, pero necesita revisarse. Como en todo, creo que hay un exceso de publicaciones, y una similitud entre títulos que es muy peligrosa. Una revista tiene que servir para opinar, informar, dar ideas, criterios, en base a una línea editorial claramente definida. Y tiene que tener libertad de opinión, y sobre todo, personalidad. Por eso cada vez más hay títulos independientes, que no pretenden vender millones de copias, sino unas pocas, pero llegar a quienes realmente son su target. Esas publicaciones no salen cada mes, son trimestrales, o semestrales, dependen menos de la publicidad que los grandes títulos y quizás no aspiran a convertirse en líderes del mercado sino a encontrar su nicho. Creo que la especialización es una de las claves de la supervivencia editorial.
¿Qué ha aprendido con el virus?
La importancia de las cosas cotidianas. A ejercitar la paciencia. A valorar, más que nunca, la vida. A disfrutar de mí y conmigo misma. A esperar con ilusión el encuentro con los hijos, mis nietos, mis amigos.
¿Hay algo que deteste de la moda?
Cocteau decía que a la moda había que perdonarla porque moría muy joven, refiriéndose a que cada seis meses una moda daba paso a otra… No detesto nada de la moda, pero hay cosas que no me gustan: la falta de creatividad, el abuso de las celebrities como portavoces de las marcas, el exceso de producto, la inmediatez que rodea todo… La ilusión, la espera, son parte del rito de poseer algo. Este mundo en el que prima la satisfacción inmediata me parece muy poco estimulante.
Cita a Cocteau, ¿cuáles son sus escritores preferidos?
Más que autores, estilos. Me apasionan las biografías y los libros de Historia. Sobre todo la de España. Desde los árabes hasta nuestros días. Y, sin resultar pedante, no hay nada como la edad para poner las cosas en perspectiva: Proust, nada más revolucionario y moderno que su Recherche….
¿Qué significa el Sur para usted?
Raíces. Pasión. Luz. Color. Alegría. Cultura. Tradición. Familia. Vida. Olores irrepetibles. Música. El Campo. Los caballos. El mar. ¡¡¡La gente!!!
Comentarios