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Entrevista a Nerea Barros, cine con mensaje: “Las mujeres tenemos que cambiar el mundo”

Se define como  actriz sanguínea que adora Chanel. Hipersensible y comprometida estrena ‘La isla de las mentiras’ durante la pandemia trabajó como enfermera en una residencia de ancianos.

Vestido en jacquard de seda rojo de Masscob. Brazalete de Chanel. Tez unificada con Les Beiges, Eau de teint y Poudre belle mine ensoleillée médium light (Andrés García Luján)

De pequeña trepaba a los árboles y comía cerezas entre sus ramas, corría entre rocas e iba en bici al faro de Castiñeiras para ver atardecer. “Me colaba –recuerda– dentro para contemplar y escuchar el mar hasta que se ponía el sol. Enfrente tenía la isla de Sálvora; fui feliz al volver allí a rodar el año pasado”.

Se refiere a La isla de las mentiras, una película dirigida por Paula Con que cuenta el naufragio del Santa Isabel, un vapor-correo que llevaba, entre tripulación y pasaje, 266 personas, de las cuales apenas una veintena fueron salvadas por tres mujeres de una aldea cercana: Cipriana Oujo Maneiro, Josefa Parada y María Fernández Oujo, de 24, 16 y 14 años respectivamente, que arriesgaron sus vidas en la tempestad. Barros encarna a Cipriana, y está nominada al premio a la Mejor actriz de la Academia del Cine Gallego. En la cinta, desprende una bravura salvaje y se erige en especialista de un silencio poblado de palabras. También domina el fino pliegue que cose la tosquedad con la sensibilidad.

Total look de Chanel La piel de Nerea esta hidratada con Le Lift Crème y maquillada con Les beiges Summer Light. En los labios, Rouge coco Bloom 110 chance (Andrés García Luján)

Las islas la persiguen, y le encanta: en 2015 ganó un Goya por La isla mínima. “Soy de mar… una rana, aunque haga frío. Nunca me tumbo en la playa a tomar el sol: me achicharro, me parece un suplicio, no encuentro la postura, y solo quiero entrar en el agua”, me cuenta desde Tarifa. Viaja en caravana junto a su pareja, el cineasta y reportero Hernán Zin. Juntos salieron también la primera semana del confinamiento, en marzo del año pasado, a filmar el documental “2020, la otra cara de la pandemia”.

¿Le dejó marca la experiencia de la pandemia?

Me dejó una cicatriz, no un quiste. Transitar por Madrid como si fuera un holocausto donde solo hay muerte, bomberos, militares, coches fúnebres… fue una posición extraña. Veía como florecía la ciudad y cambiaba el cielo solo por haber parado, y me daba otra perspectiva de nosotros mismos.

Y se puso a trabajar de enfermera en una residencia de ancianos…

Sí, se lo debía a los que levantaron este país; también a la memoria de mis abuelos. Allí había mucho dolor: vi llorar de soledad, también de impotencia. A personas con demencia que extrañaban a sus hijos. Una mujer que cumplía 105 años, decía: “me pasan rayos, luces, destellos por la cabeza. ¡Ay, la cabeza! Estoy muy mal, déjenme morir”. Yo le respondí: “Dios te llevará cuando quiera”. Y ella me confesó: “es que si no veo a mis nietos y a mis bisnietos, si no puedo disfrutar de ellos, no tengo ganas de seguir viva”. También aprendí a admirar su capacidad de adaptación viendo cómo aprecian la vida cada segundo.

Capa corta de tul negra, bandeau nergro y pantalón de pinzas con cinturón, todo de Chanel
 Andrés García Luján

De niña se entretenía poco con muñecas: solo tuvo una Barbie y una Chanel. Prefería recoger setas venenosas y jugar al escondite en el bosque. Con cinco años se ponía unos zapatos rojos de su madre y una bata, y, frente al espejo, actuaba con total libertad. “Con el tiempo, fueron entrando las convenciones morales de lo que tenía ser un niña, y me encontré muy perdida. No encajaba. Sabía que era actriz aunque no supiera bien en qué consistía. Era mi secreto. Años más tarde, fantaseaba todas las noches con que un director me descubría. Y un día, a mi instituto de Santiago llegó un director en busca de sus personajes”. Cuando lo vio, de espaldas, tuvo ganas de gritarle, pero la voz no le salía. Sabía que era su oportunidad. No llegó a tiempo para la prueba, pero se enteró de que hacían otra en un centro comercial. Fue con su hermano, y se perdieron. Un guardia les dijo que se trataba un papel para “una peli porno”.

Llegaron in extremis. El director Xabier Bermúdez la fichó al instante. Y con 14 años debutó como protagonista en Nena. Ya no tendría que seguir escondiendo su secreto. “Soy una actriz sanguínea, no me queda otra que asumirlo. Aquel primer papel me liberó y me centró. Hasta entonces sacaba notas raspaditas y, tras dos meses de rodaje, todo sobresalientes. Los profesores no entendían nada”, recuerda. La condición familiar para que pudiera dedicarse al cine pasaba por estudiar una carrera, y, así, se graduó en Enfermería. “Es un profesión estigmatizada –dice–, menor, tal vez al estar por debajo de la medicina, pero es imprescindible. Son las que están al pie de la cama, las que valoran en cada momento lo que padecen los enfermos, tanto psíquica como físicamente. Y, hoy, es un profesión saturada”.

Chaqueta y falda ribete pedrería, de Chanel Botines de Masscob. Maquillaje todo Chanel 
 Andrés García Luján

En cambio, la de actriz, tiene más prestigio social.

Sí, per también estamos estigmatizadas, hay un punto entrecomillado de mujer objeto, de estrella envidiada por los demás que viene de las musas de los 60, A mi me encanta Audrey Hepburn, Greta Garbo o Marilyn Monroe. Pero, ¿cómo te reinventas después de ser musa si hay parte que depende de tu belleza física?

¿Qué actrices son sus referentes?

Isabelle Huppert y Emma Suárez, que lleva una diosa dentro que nadie se atrevería a enfrentar, además de ser una grandísima actriz. También me interesa Jennifer Lawrence, que está encontrando su sitio… Las mujeres somos increíbles: he estado en el jurado en Festival de Cine de Derechos Humanos de Barcelona, y he visto varias películas donde son protagonistas, y todas tienen el poder del cambio, pero cuando han traspasado su propio cliché. Porque nos educan tradicionalmente para ser débiles; y ser fuertes no quiere decir enfrentarnos a todo lo que nos rodea. Antes sí. Pero ahora tenemos otras armas, como la unión honesta entre nosotras.

¿Solo las mujeres tienen el poder del cambio?

Somos las que debemos cambiar el mundo. Las que vamos a ser capaces de traspasar muros económicos, o necesidades arbitrarias, por nuestra sensibilidad. Por tener el don de la empatía, del cuidado, y la experiencia de la protección a todas nuestras generaciones… somos superpoderosas, y está demostrado, como en Alemania con Merkel, que también somos grandes líderes.

¿Está en contra de los tacones?

Desde el punto de vista corporal hay algo interesante al ponerte unos tacones, pero a nivel social se han convertido en una forma de colocar a la mujer en un pedestal, como si para estar guapas tuviéramos que llevarlos. No los suelo utilizar en mi vida diaria. Y, en las alfombras rojas, siempre utilizó estrategias para que no me duelan los pies. Creo que habría que romper ya esta tradición.

Chaqueta larga de punto ribeteada, y collares de Chanel. Se ha maquillado con la colección Les Beiges summer light y los nuevos labios Rouge coco bloom
 Andrés García Luján

Suele vestirse de Chanel y también se maquilla con sus paletas. ¿Es ella un mito para usted?

Amo a Coco Chanel, su espíritu, su fuerza, y la manera que tuvo de reinventarse cuando las barreras para las mujeres era muy fuertes. Ella utilizó las formas que reclamaba la sociedad, transformándolas. Sin romper del todo el canon, pero logrando que sus mujeres fueran unas rebeldes. Así me siento yo cuando me pongo la ropa de Chanel, que me convierte, me suma, y mantiene la esencia de Coco. Y, curiosamente, sus tacones nunca me han molestado…

Estudió danza –“bailarina es una palabra mayor”, dice–, y es menuda pero fuerte; hace kitesurf, surf y canoa. Ha sido austera, y se autoexamina mucho. De su experiencia en la residencia de ancianos se ha llevado lecciones de vida: “una vez vi como una le pegaba un puñetazo a un armario porque ya no soportaba más perdidas. Salí llorando. Allí se vive una tragicomedia. Estoy escribiendo una serie de televisión, y voy a rodar con Hernán un cortometraje que sirva de base”. Y también trabaja en un libro para el Grupo Planeta: La susurradora de gatos. Estos días anda ensayando la obra de teatro Rosa, la hija del negrero, inspirada en la novela de Carlos Bardem Mongo Blanco y dirigida por Cecilia Gosse.

Acaba de dirigir el cortometraje Memoria, rodado en el Mar de Aral. ¿Por qué fue hasta allí?

Porque quería hablar de temas que me obsesionan desde hace tiempo: los abuelos, el cambio climático, y el respeto. En Uzbequistán ocurrió el primer gran desastre natural: entre 1960 y 2009, se secaron 68.000 km2 del Mar de Aral, que no solo daba de comer a millones de personas, sino que, además, controlaba el clima entre Europa y Asia. El abuelo de mi film es un pescador a quien le sigue llamando ese mar, y su nieta no lo entiende porque nunca lo ha visto. Es un homenaje a mis abuelos, que me transmitieron el amor a la tierra en que nacimos y nos da de comer.

Vestido estampado negro con nido de abeja y cinturón de Chanel. En los ojos, palette Les Beiges Regard Belle Mine Naturelle Tender y máscara de pestañas Le Volume de Chanel 120 Metal Terraco
 Andrés García Luján

¿Tenía la necesidad de dirigir para contar su propia historia?

Tengo la necesidad de crear. Mi vehículo siempre será la actuación, delante cámara, en cine y teatro. Y a través de cómo trabajo creando personajes, se presenta la oportunidad de exteriorizar ideas. Pero poder colocar una cámara y que las imágenes que solo están en tu cabeza cobren vida es un subidón. Siempre he buscado códigos con los que poder conectarme con el mundo…

¿Qué le hace conectar con el dolor de los otros?

No lo sé, es algo innato. Tiene que ver con mi alto grado de sensibilidad, que a la vez es lo que me hace ser creativa. Esa empatía exagerada me sirve para componer personas, aunque le llamemos personajes. Tengo que estar muy abierta a todas estas emociones. Aunque a veces me bloquea un montón y es un hándicap. Una persona que me dijo: el dolor es una emoción que debes transitar y traspasar. Y es cierto.

¿Ha sufrido algún episodio de acoso?

Pasé por uno tenebroso cuando estaba empezando. Fue alguien del staff, que tenía poder. Saben hacerlo de forma oculta, y es horrible; quieres escapar pero no sabes cómo. Fue durante un traslado. Y se me olvidó. Tardé diez años en reconocerlo: un día, por causalidad, me crucé con esa persona y se me cayó la ficha. Me entraron ganas de vomitar. Muchas mujeres saben que el acoso tiene miles de vertientes.

¿Es feminista inclusiva?

Súper inclusiva, y no por ser feminista sino humana. La falta de tolerancia es uno de los problemas más graves que padecemos. Admiro a las mujeres que se enfrentan a un reto tan extremo como es nacer hombre. Y al revés. Ya no solamente te tienes que enfrentar a ti misma, nacer un cuerpo que no te pertenece, también a la sociedad. La homofobia, la transfobia, el racismo, ese tipo de sectas psicológicas instauradas en nuestro alrededor deberían estar penadas por ley.

Jersey de punto de rayas tipo marinero y botines negros de Masscob . , , , Collar de Céline by Phoebe Philo.Maquillaje de Chanel
 Andrés García Luján

¿Qué lee ahora?

Acabo de terminar Juegos, de Cortázar, que me ha vuelto loca, sobre todo Diario para un cuento. Y gracias a Hernán he empezado las obras competas de Borges.

¿Cómo se lleva ser pareja y tándem profesional?

Siempre es difícil la relación entre dos creadores que piensan diferente: uno siente que pierde algo cuando cede al otro, y, a la vez, te enseña a apartar tu necesidad para volcarte en la necesidad creativa del otro. Es maravilloso. Se aprende mucho. Cuando lo conocí estaba en pleno estrés post-traumatico por sus años como reportero de guerra. Tenía cicatrices del sufrimiento: no dormir durante años, deambular durante la noche, llorar entre gritos de pánico. Por eso hizo el documental Morir para contar. Le faltaba el protagonista del documental, y por su miedo a exponerse, se negaba a serlo. Pero era el único posible. Nos costó meses esa voz en off… Coloqué una cámara de forma que la viese. Fue difícil. Me dijo: “¿por qué me haces eso? Me estas reventando”. Pero fue parte de su sanación.

Tras la cámara: el equipo creativo

Dirección creativa: Joana Bonet
Fotógrafo: Andrés García Luján
Estilista: Florence Reveillaud
Peluquería y maquillaje: David Bello para Chanel
Agradecimientos: Teatro Diéguez de Colmenar de la Oreja, y a José Ejeda Colmenar

Magazine La Vanguardia, 18 de Abril 2021

Publicado en Culturas (La Vanguardia) La Vanguardia

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