El director creativo ha devuelto el esplendor a la firma, escapando de la dulce burguesía y aportando ideas nuevas como su colaboración con Luca Guadagnino para el fashion film ‘Salvatore: maestro de sueños’
Ha devuelto el esplendor a la firma, escapando de la dulce burguesía del beige y trabajando el volumen con una visión. Paul Andrew, director creativo de Ferragamo se define como un líder fuerte. De niño quiso ser arquitecto. Hoy rinde homenaje al cine de Hitchcock con un aliado de honor: Luca Guadagnino.
Paul Andrew se enamoró del trabajo de Luca Guadagnino en cuanto vio, hace 12 años, Yo soy el amor. “Enseguida comprendí que su director tenía algo muy importante que decir, tanto desde el punto de vista estético como de la narración, pero también de la ropa, la iluminación, el color, la música… Y, a lo largo de su carrera, esa sensación no ha hecho más que reforzarse para mí”.
Luca empezó a asistir a sus desfiles y se hicieron amigos. El cineasta profundizó en la historia de la firma, y la pasada edición de la Mostra de Venecia estrenó el film Salvatore: maestro de sueños.
Durante el confinamiento hablaron por teléfono, y el diseñador le contó que llevaba días revisando películas de Hitchcock. Ya durante el rodaje de Yo soy el amor la figura del maestro había estado muy presente, influyendo desde los ángulos de cámara al pelo de Tilda Swinton.
Así nació el proyecto de realizar un fashion film sobre la colección de otoño-invierno 2021 de Ferragamo, según Andrew: “un proceso fascinante que me ha recordado cómo desmontar un zapato viejo para descubrir los secretos de su fabricación”. Y el resultado hermana technicolor, arquitectura racionalista, alta moda y suspense.
En la cinta participan Mariacarla Boscono, Maggie Cheng, Jonas Glöer, Samer Rahma y Anok Yai. Todos ellos llevan los zapatos, prendas y accesorios estrella de la colección Technicolor. Nuevos formatos para tiempos pandémicos que han cancelado los desfiles emergen como una nueva forma de presentar la moda, e incluso algunos creadores la prefieren. Pero, en este caso, Ferragamo es puro cine y el cine le debe mucho a Ferragamo. “Salvatore fue el primer diseñador de moda que vistió a las celebridades. Así que hacer esta película fue una especie de oda a nuestro fundador y a nuestra larga historia con Hollywood”, señala Andrew.
El mítico zapatero dedicaba varias páginas de su autobiografía a recordar el número de pie de sus queridas divas: Sophia Loren (7), Greta Garbo y Audrey Hepburn (7 1/2AAA); la escritora y guionista Anita Loss, autora de Los caballeros las prefieren rubias, calzaba el pie más pequeño de Hollywood (2B).
Durante toda su trayectoria, Salvatore Ferragamo luchó para erradicar la punta redonda del zapato femenino: “fueron necesarios cuarenta años para que la punta redondeada fuera sustituida por la aguda, y tendrán que pasar todavía veinte o veinticinco antes de que las mujeres olviden la fealdad de la punta redonda y vuelvan a pedirla”. Inventó la cuña, pero también la punta a la francesa, el lazo en el tobillo, las glover arch…
¿Qué se propuso a su llegada a Ferragamo?
Mi vida y la de Ferragamo no son tan diferentes. Ambos crecimos en familias bastante pobres, nos trasladamos a Estados Unidos, nos hicimos un nombre en ese país y luego volvimos a Europa para desarrollar nuestras carreras. Los dos apreciamos mucho la moda, pero también la comodidad. Creo que el tacto y el ajuste son cruciales, como él, y a los dos nos gusta el color. Así que hay muchas similitudes. Aunque yo sea británico, me siento muy conectado a su figura.
La arquitectura es uno de los elementos clave del fashion film de Gudagnino para Ferragamo. El ha fundado recientemente Studio Luca Guadagnino, un equipo de diseño de interiores. Pero, ¿y usted? ¿Piensa en la arquitectura cuando diseña?
Antes de dedicarme a la moda estaba absolutamente convencido de que sería arquitecto, pero en plena adolescencia, mi madre invitó a cenar a una amiga suya que era arquitecta, que me dijo que, con sus cuarenta y tantos años, nunca había visto un diseño suyo convertirse en edificio.
En tándem: Paul Andrew y Luca Guadagnino homenajean a Hitchcock y a Milán
“Quise hacer esta película como una especie de oda, una retribución a esta maravillosa ciudad. Milán tiene la mala reputación de no ser precisamente la ciudad más bonita de Italia, pero no es cierto. Tiene muchos lugares hermosos escondidos. Así que la idea de esta película también consistía en mostrar partes ocultas de Milán que la gente no conoce necesariamente para hacer que la gente sueñe y quiera venir a esta ciudad una vez que la pandemia de la pesadilla haya terminado”.
La idea de tener que esperar tanto tiempo para ver un diseño propio hecho realidad me deprimió. Y, de alguna manera, me topé con el diseño de zapatos, que es muy similar a la arquitectura en la forma en que se piensa y se construye, y en la búsqueda del equilibrio.
Además, diseñando zapatos estás haciendo cuatro temporadas al año, así que hay mucha más inmediatez… La idea de la arquitectura está siempre en mi cabeza, sí, y ha jugado un papel en esta película, celebrando la belleza de Milán.
El diálogo entre la moda y el cine ha sido siempre rico y fructífero y ha producido grandes obras maestras ¿Tiene alguna película favorita?
Mis referencias son en realidad un poco más antiguas: películas clásicas de los años 30, Joseph von Sternberg con Marlene Dietrich, en El expreso de Shanghai, Capricho imperial o La venus rubia. También las películas con las que crecí, como “Una habitación con vistas”, un período del cine también preciosista, con decorados muy lujosos y grandísimos valores de producción…
¿Cuál es su película favorita de Hitchcock? ¿Qué le atrae de su estilo?
Lo interesante de ver las películas de Hitchcock durante el confinamiento es que su cine siempre tiene una cualidad surrealista. Son películas un poco extrañas, como la sensación que teníamos todos durante ese momento; ¿qué demonios está pasando?, nos decíamos. Pero en ellas siempre hay un final feliz. Así que me encantó en el contexto de lo que estábamos viviendo. Mi película favorita es Marnie, una historia retorcida pero hermosa.
¿Por qué Hollywood, tan sofisticado y glamuroso, se enamoró a primera vista de Salvatore Ferragamo?
Hollywood ni siquiera existía cuando él estaba allí. Vivía en Santa Bárbara, a las afueras, donde se hacían las películas. Y durante aquel período los actores no eran famosos de la forma en que lo son hoy. Eran los estudios los que eran famosos, y los actores y actrices eran como cualquier otro. Pero cuando empezaron a surgir las estrellas, él comprendió que iba a ser un fenómeno verdaderamente importante y desarrolló una relación personal con ellas. Y cuando se trasladó de nuevo a Italia y fundó la casa de moda de Salvatore Ferragamo, venían en barco desde EE.UU. para que les hiciera sus zapatos. Es una historia larga y bonita que Luca cuenta muy bien en la película, que estará pronto en los cines.
¿Ha descubierto algo que no supiera sobre Salvatore en ella?
Lo más sorprendente para mí ha sido escuchar su voz, ya que él mismo cuenta la historia. Ese hombre era un genio, si piensas en lo que diseñaba en los años 20, tan vanguardista… Su mentalidad y su alegría de vivir son muy inspiradores para mi.
Has apostado fuerte por las tonalidades vivas en la colección Technicolor. ¿El color nos cura?
Personalmente creo que sí. Ahora que he trabajado más estrechamente con el prêt-à-porter me encuentro con un armario de negro y azul marino, así que no estoy usando tanto el color… Pero, sí, creo que el color aporta tanta alegría y curación a nuestras vidas. Por eso esta colección es vibrante y colorida. El sistema Technicolor dejó de utilizarse en los años 60; yo le pregunté a Luca si podríamos encontrar la manera de recuperar el proceso de transferencia de color para nuestras película, y milagrosamente lo logramos. Por eso los colores son tan brillantes, jugosos y saturados.
¿Se ha sentido alguna vez presionado por el sistema de la moda y sus calendarios?
Absolutamente. En realidad creo que pasar por este bloqueo pandémico y tener tiempo para sentarme y pensar me hizo comprender que la forma en que estábamos trabajando como diseñadores de moda no era sostenible. Hubo un momento en el que estaba haciendo cuatro desfiles de moda, dos para hombre y otros dos para mujer. Era tanto producto… Así que toda mi filosofía para después del covid es hacer menos, pero mejor. Incluso en este último desfile sólo había 30 looks, cuando antes habría más de 60. La idea es centrarse y hacer que mi equipo de diseño, y también nuestros artesanos, tengan tiempo para mejorar el producto.
¿Qué mantendría y qué cambiaría de la industria?
En la situación causada por la Covid no ha sido fácil producir un desfile de moda, y nos hemos visto obligados a pasar a una especie de presentación digital, lo que ha propuesto muchos retos, pero al final ha sido una experiencia increíble. De repente todo el mundo puede ver lo que haces, en lugar de solo el par de cientos que asiste en la sala. Puedes mostrar la colección inmediatamente al mundo.
También la sostenibilidad ha sido una de mis principales preocupaciones en este momento. La moda es uno de los principales contaminantes del medio ambiente y es horrible pensar en ello. Mi ambición es cambiar eso, y para finales de este año espero que al menos el 25% de lo que produzco en la colección se haga y se obtenga de forma sostenible, y eso es un porcentaje enorme para una empresa de nuestro tamaño y la cantidad de productos que producimos.
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