Saltar al contenido →

“Le robaron la dulzura”

La fama es una anomalía aún poco explorada. Algunas de sus exhibiciones resultan insoportables, otras, en cambio, nos divierten; las hay admirables, in­sólitas, con flow . Pero gran parte de ellas acaban siendo penosas, también trágicas.

“La fama no es normal”, dice la primera novia de Tiger Woods en el documental que HBO emite, realizado con material inédito del célebre campeón de golf, que con apenas dos años salía en televisión. La cinta nos muestra cómo el salto de niño prodigio a mito deportivo carece de cronología, pues el tiempo se disuelve en la esfera galáctica que aísla a los campeones. No ha aprendido a vivir y ya viaja en limusina. Está dispuesto a demostrar que el golf no es un coto reservado a blancos ricos, ansía ser el Michael Jordan del green, y tiene en su padre –exmilitar– al mentor inflexible. La excelsa fantasía se prolonga hasta que el personaje se come al hombre. “Le robaron la dulzura”, dice su exnovia.

¿Cómo podía un virtuoso como él imaginar que el triunfo ­esconde el veneno en el mismo vaso? “No lo supo gestionar”, argumentan algunos. La vanidad procede del deseo, cada vez más enfermo, más obsesivo, prisionero de su libido. Hasta que un día se asoma al infierno: amantes, doble vida, Las Vegas, gra­vísimas lesiones. Y aunque pa­rece que el mundo siga anticipándose a sus caprichos, su vida se descascarilla. El mismo pú­blico que lo vanaglorió lo crucifica. El mito se convierte en un pésimo ejemplo. Adicto a los medicamentos, conduce drogado, pero irónicamente su ficha policial demuestra su humanidad: en la foto no muestra la ­mirada de chico de oro levantando el trofeo del Masters de Augusta, sino unos ojos vidriosos que buscan compasión.

Recuerdo que, en una ocasión, Enrique Vila-Matas me confesó que estaba muy contento de haber triunfado con cierta edad, y no a los 20 o 30 años, cuando su escritura todavía estaba macerándose. El impacto emocional del éxito a una edad temprana promete una cosecha de destrucción. Hasta que se convierte en una fiera alimentada por el público que ha pasado de aplaudir a repudiar, y olvidar, en un chasquido de dedos.

La Vanguardia, 25 Enero 2021

Publicado en Artículos La Vanguardia

Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *