Domenico Dolce y Stefano Gabbana representan a la moda italiana lo que Visconti al cine. La mediterraneidad y el sensualismo, los ancestros, cierta provocación, la carnalidad y el fetichismo, incluso religioso.También comparten una obsesión por la búsqueda exaltada de la belleza que les ha llevado a recrear el Teatro de La Scala de Milán en sus desfiles de l´alta moda, nombre con el que ellos han acuñado su italianizado concepto de la alta costura.
Dolce Gabbana lanzaron su marca en 1985, fotografíada por Ferdinando Scianna en Caltagiore, Sicilia. Sorprendió su escenificación: la modelo Marpessa retratada entre sábanas blancas y personajes reales, campesinos y mammas que servían los platos de porchetta y pasta con tomate basilico en manteles a cuadros rojos.
En las antípodas de los estructurados trajes chaqueta, lanzaron modelos de tul y angora, y, especialmente, conjuntos en encaje de ganchillo. Los homenajes a las Sophia Loren, Claudia Cardinale o Ana Magnani se sucedieron: “Queremos usar el pasado para proyectarlo en el futuro”, declaraban los creadores, dispuestos a mezclar elementos icónicos de la cultura italiana, mientras sus modelos mostraban y escondían los tirantes del sujetador y rescataban los vestidos negros de escotes redondos y pequeños botones.
Sus colecciones fueron transitando del barroco al tropicalismo, el nuevo sexy que defendían como un misterio, desde los animal prints hasta los mantos cardenalicios. En los años 90, su colaboración con Madonna –y su famoso corsé realizado con piedras preciosas que lució en el estreno de Truth or Dare: In Bed with Madonna, de Alek Keshishian– les valió el éxito internacional. La cantante les encargó mil quinientos trajes para su gira Girlie Show, en 1993.
Un año después, ávidos de combinar diversas épocas históricas, alta cultura y pop, se atrevieron al juego de masculino-femenino y su colección Sapphic Chic tuvo como una de sus principales embajadoras a la actriz Isabella Rossellini.
Se separaron como pareja en 2004, pero forman un tándem sólido, tan polémico como independiente en una constelación formada por grandes holdings de lujo. “Hemos creado una confianza que ninguno de nosotros puede tocar”, dicen. Y también un proyecto cerrado. Nadie les sucederá. No han querido vender su marca a pesar de millones de ofertas. “Ya no hay diseñadores de moda reales. Se trata de negocios y marketing. El señor Saint Laurent murió hace mucho tiempo. Christian Dior también. Ya no hay diseñadores con una historia personal, y esto es peligroso”.
Su moda huye del minimalismo, que según ellos “destruyó la creatividad. En el 2000 volvió con un boom, luego llegó la bolsa, las empresas comprando marcas y el marketing prostituyendo la moda. El marketing es prostitución: hacer las cosas no porque te guste algo si no porque vende”.
Durante la crisis sanitaria global han sido actores muy activos en su país, expandiendo mensajes de unidad desde sus redes sociales, y colaborando en la financiación de un estudio sobre las respuestas de nuestro sistema inmunitario a la Covid-19 realizado por la Universidad Humanitas. Un apoyo que ahora entra en su segunda fase con el lanzamiento de su nueva campaña del bolso Devotion con Sofía Vergara , parte de cuyas ventas se destinará a la investigación de la vacuna del coronavirus llevada a cabo por la universidad italiana.
Estos días han compartido en sus redes sociales diversas imágenes de la vida en los balcones italianos durante el confinamiento, ¿se sintieron conmovidos?
Ver a la gente en sus balcones, cantando nuestras canciones tradicionales, ha sido realmente conmovedor. Hemos llorado viéndolo. Los italianos somos así: lloramos porque somos sensibles, pero también fuertes y valientes cuando es necesario. Es como si todos estuviéramos unidos ahora, con nuestros espíritus listos para apoyarnos y animarnos mutuamente en este momento difícil y triste. Nunca hemos estado tan orgullosos de ser italianos como estos días…
¿Cómo están viviendo el confinamiento? Y ¿con qué animo han afrontado esta situación, ustedes que siempre rinden tributo a la alegría?
Domenico Dolce: Cuando me levanto por la mañana, miro por la ventana y veo el sol, me siento súper agradecido por muchas cosas. Ahí encuentro la fuerza para seguir adelante. Juro que es posible mantener el buen humor, incluso durante este encierro, solo hay que querer. Por supuesto que echo de menos muchas cosas, en primer lugar a mi familia, pero gracias a Dios tenemos FaceTime.
Stefano Gabbana: Nos hemos adaptado a la nueva “realidad”. Seguimos las reglas e intentamos mantener los hábitos habituales, de lo contrario sería el fin. Pasamos la mayor parte del tiempo en casa trabajando, limpiando, cocinando, ¡como todo el mundo!
¿De qué sienten nostalgia?
Echamos de menos trabajar codo con codo con nuestros colaboradores: ir a la oficina, darnos la mano, hacer brainstorming sobre nuevos proyectos… y luego, por supuesto, a nuestros seres queridos. De todos modos, estamos tratando de utilizar este tiempo aislados para pensar, reflexionando profundamente acerca de los valores más importantes relacionados con la crisis: en primer lugar, la familia, un tesoro para nosotros los italianos; el amor a las personas cercanas; la solidaridad humana… Estamos convencidos de que todos seremos un poco diferentes cuando esta pesadilla acabe.
Habrá sido una primavera extraña para ustedes, tan amantes de la fauna y flora que acostumbran a reflejar en sus diseños…
Es cierto, estamos viviendo una primavera súper extraña: silenciosa, tranquila aunque convulsa por otra parte…. pero el sol sigue saliendo de todos modos, y las flores están floreciendo. Estamos confinados en nuestras casas, sí, pero nadie puede quitarnos nuestra libertad creativa, la voluntad de trabajar y de investigar. Recuperando, por ejemplo, viejos archivos y tratando de imaginar lo que podríamos hacer hoy con tal o cual tela.
¿Habrá un antes u un después en el sector de la moda? ¿Qué creen que cambiará?
Seguro que esta crisis tendrá sus efectos, eso es inevitable… nosotros creemos que la moda va a recuperar sus propios tiempos, las estaciones que siempre la han caracterizado y que el modelo americano había borrado en los últimos años. En pocas palabras, tendremos de nuevo el placer de comprar una camiseta en julio y un abrigo en diciembre. Y estamos ansiosos de que esto suceda. También estamos convencidos de que las colecciones serán en adelante más cortas: menos, pero mejor. En Italia tenemos una marca global, el Made in Italy, que es sinónimo de calidad y belleza, no sólo en la moda, también en la cultura, la comida o el arte. Italia ha sobrevivido a muchas crisis en el pasado, y también superaremos esta, sin duda.
¿Seguirán siendo imprescindibles los desfiles?
Nadie ha sido aún capaz de encontrar una alternativa al sueño que representan los desfiles de moda. Todos los que trabajamos en el sector: diseñadores, compradores, periodistas… son la imagen de nuestro mundo. Probablemente a partir de ahora serán más pequeños. Nosotros, como firma independiente, somos bastante ágiles, capaces de hacer cambios y reorganizarnos. Todo tendrá que ser reinventado, algo cierto para todos. Nadie está excluido.
¿Habrá un antes u un después en el sector de la moda? ¿Qué creen que cambiará?
Seguro que esta crisis tendrá sus efectos, eso es inevitable… nosotros creemos que la moda va a recuperar sus propios tiempos, las estaciones que siempre la han caracterizado y que el modelo americano había borrado en los últimos años. En pocas palabras, tendremos de nuevo el placer de comprar una camiseta en julio y un abrigo en diciembre. Y estamos ansiosos de que esto suceda. También estamos convencidos de que las colecciones serán en adelante más cortas: menos, pero mejor. En Italia tenemos una marca global, el Made in Italy, que es sinónimo de calidad y belleza, no sólo en la moda, también en la cultura, la comida o el arte. Italia ha sobrevivido a muchas crisis en el pasado, y también superaremos esta, sin duda.
¿Seguirán siendo imprescindibles los desfiles?
Nadie ha sido aún capaz de encontrar una alternativa al sueño que representan los desfiles de moda. Todos los que trabajamos en el sector: diseñadores, compradores, periodistas… son la imagen de nuestro mundo. Probablemente a partir de ahora serán más pequeños. Nosotros, como firma independiente, somos bastante ágiles, capaces de hacer cambios y reorganizarnos. Todo tendrá que ser reinventado, algo cierto para todos. Nadie está excluido.
¿Cómo puede contribuir la moda a que renazca no solo la economía, sino la ilusión?
La moda es un pilar muy importante de la economía italiana y también mundial, y, por lo tanto, será fundamental para el reinicio global. Como hemos dicho antes, la moda está hecha de sueños, y a todos nos gusta soñar.
¿Qué es lo primero que harán cuando salgan?
Abrazar de nuevo a nuestros seres queridos, y dar un paseo por nuestro querido Milán, que tanto amamos.
¿Las crisis activan la creatividad? ¿Qué ideas interesantes han tenido durante el confinamiento?
La creatividad forma parte de nosotros: es una inclinación natural y una forma de enfrentar la vida. Para nosotros es imposible no crear, no tocar las telas, no dibujar. Así que por supuesto seguimos pensando, imaginando, investigando, creando nuevas soluciones.
El Mediterráneo ha sido fuente de inspiración recurrente en su trabajo, ¿Por qué?
Amamos el Mediterráneo y los países que lo circundan. Es nuestro mar, significa nuestro hogar. Somos muy similares en la forma de vivir a todas las personas que habitan sus costas. Tenemos un estilo de vida similar: compartimos la misma alegría por la vida, el amor por las cosas simples, por la comida, por una buena puesta de sol… todo esto, que es parte de nosotros, conforma una historia de auténtica belleza que tratamos de contar desde siempre a través de nuestras colecciones.
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