Saltar al contenido →

Brunello Cucinelli, defensor del ‘made in Italy’: “Esta crisis es temporal, pero la artesanía es un valor absoluto”

Senza titolo

Brunello Cucinelli (Perugia, 1953), empresario textil y mecenas, es un nombre singular en la industria de la moda, máxima representación del nuevo lujo que rechaza la ostentación y refleja autenticidad. También es el moderno rey del cashmere que cotiza en Bolsa, y desde sus bucólicas fábricas en la región de Umbría transmite un discurso humanista. Siempre ha defendido que sus trabajadores son los mejor pagados del sector: un 20% más. Hay una razón, y se trata de un viejo dolor. Vivió en la aldea de Castelo Regio hasta los quince años, en una humilde casa sin luz, agua corriente ni televisión. A la hora de las comidas reinaba el silencio. “Si no tenías televisión, eso significaba que a la hora de las comidas se rezaba, y se hablaba”, recuerda.

Todo cambió cuando la familia se mudó a la ciudad de Perugia, donde el padre por fin alcanzaría su sueño de ser obrero y trabajar en una fábrica. Llegó el televisor. pero también la humillación. “Ver a mi padre cansado, con las manos estropeadas y ojos brillantes del llanto, porque su capataz le humillaba, me hizo sentir un revolucionario: quería hacer la revolución contra aquel dueño de la fabrica” me confesó en una visita a Solomeo, el pueblo medieval de 500 habitantes que ha restaurado piedra a piedra para convertirlo en una auténtica ciudad de las artes.

Cuccinelli siempre ha sido un firme defensor del made in Italy, “sinónimo de exclusividad, manualidad, artesanía”, así como del universalismo que apuesta por la identidad y la calidad, en lugar del producto de bajo coste, irreconocible y masivo. La azienda que lleva su nombre ha tenido siempre sus raíces en la aldea medieval de Solomeo y abanderado el concepto de capitalismo humanista, “ya que puede combinar un crecimiento constante y sólido con una filosofía empresarial que aborda las principales cuestiones de la armonía con lo creado y la sostenibilidad humana”.

La combinación de modernidad y artesanía, elegancia y creatividad, pasión y valores humanos hacen de Brunello Cucinelli uno de las más exclusivos embajadores del estilo italiano. A través de un crecimiento sostenible, el objetivo principal de la empresa, que en 2012 entró en la Bolsa de Milán, es obtener beneficios con ética, respetando la dignidad moral y económica de sus más de 1.800 empleados directos –mantenidos a pesar de la crisis sanitaria–, así como de todos los colaboradores de la empresa. El pasado 2019 la firma obtuvo unos ingresos superiores a los 600 millones de euros, con una presencia selectiva en el mercado global: 136 tiendas propias y presencia en los más prestigiosos centros de moda. Su marca no tiene logo.

Las instalaciones textiles de Solomeo también cuentan con una escuela donde se forman maestros artesanos
Las instalaciones textiles de Solomeo también cuentan con una escuela donde se forman maestros artesanos (LV)

Durante su confinamiento, junto a su familia –sus hijas Camilla y Carolina forman parte del equipo directivo–, lee a sus filósofos de cabecera: Platón, Sócrates, Marco Aurelio, Rousseau. Suma a la lista Don Quijote y su sentido de la esperanza: “vuestro Quijote lo tiene todo, sueño, amor, locura, irrealidad, dolor, fidelidad, peste, fuerza”. Brunello Cucinelli considera esta crisis como una oportunidad, para entender nuestro destino. “Me fascinan las palabras de Confucio: el que no prevé las cosas lejanas se expone a la miseria a corta distancia. Volveremos a nuestra vida habitual equipados con algunos valores adicionales, fascinados por todo lo que es digno de ser llamado humano”.

¿Cómo vive el confinamiento en la placidez y la calma de Solomeo?

El lugar no es importante; incluso en mi aldea uno puede percibir y experimentar la misma sensación de tensión de las ciudades. No ha habido un solo momento en el que mi corazón no haya latido dolorosamente por todos mis hermanos y hermanas que han sufrido y siguen sufriendo.

Usted se introdujo en la filosofía de la mano de Kant, que le inspiró su máxima: “actúa considerando la humanidad para ti mismo y para los demás, no como simple medio sino como noble fin”. ¿Cuál es hoy el fin de la humanidad?

Todos tenemos alguna experiencia de otras personas, de otras poblaciones, aunque sólo sea por el hecho de haber viajado como turistas…Y si hay algo que aprendemos al conocer a nuestros hermanos y hermanas de todo el mundo, es que su objetivo –el objetivo de la humanidad, en realidad– es el mismo que el nuestro, no cambia: crecer a lo largo del progreso del espíritu. Es del Espíritu de donde emana el resto del bienestar.

Se muestra esperanzado y habla de un nuevo tiempo que generará nuevas oportunidades, un nuevo crecimiento económico, un nuevo entusiasmo… cuando las cifras de caída del sector del lujo se estiman en un 35%, ¿No es demasiado optimista?

Estoy convencido de que en los momentos difíciles, cuando poco podemos hacer para cambiar lo que sucede a nuestro alrededor, lo único que queda es mirar al cielo, porque, si sabemos ser brillantes innovadores, ninguna reliquia del pasado, ningún obstáculo, podrá impedir un nuevo y afortunado crecimiento.

Siempre ha defendido la producción de proximidad y ha contado con los artesanos de Perugia, además de abanderar el made in Italy, ¿ el tiempo le da la razón?

No sé si tenía razón, pero sí que soy consciente de que una crisis como la actual es temporal y estacional, y creo firmemente que, en cambio, la artesanía y el made in Italy son valores absolutos.

¿Debemos regresar a los ciclos de dos temporadas de la llamada vieja moda, y dejar de sobreproducir?

He debatido este tema en varias ocasiones…creo que debemos inspirarnos en principios más que en preceptos, y tener las ideas claras: todo producto de la labor humana es un artículo de calidad cuando respeta la creación y la dignidad del trabajo humano; por esta razón, un tipo de producción en armonía con estos principios será quizás más lenta, sí, pero durará más tiempo.

 

¿La moda experimentará una transformación profunda?

Tal vez las crisis no afecten a la moda más que los movimientos culturales y espirituales que han enriquecido los valores humanos en todo momento; por el contrario, creo que tienen más peso en las transformaciones del pensamiento y de los hábitos, tan íntimamente entrelazados con los de la moda.

La atemporalidad, las materias primas nobles y la elegancia confortable son máximas que definen su ropa, pero el consumidor busca nuevas emociones.

Cada año, mientras me dedico a la nueva colección, pienso en cómo era el mundo de la Grecia clásica: me gustaría que mis productos tuvieran un poco de la eternidad que el antiguo clasicismo confiere todavía a sus inmensas obras artísticas hoy en día.

Ha afirmado que la familia es la yema de la sociedad. ¿Cómo actúa estos días la suya?

La familia es una fuente inagotable y una esperanza viva para la humanidad. No creo que haya existido ninguna sociedad humana en la que la familia no haya sido el núcleo y motor principal, y constato que todo contacto íntimo dentro de la familia da fuerza y conduce al enriquecimiento espiritual de todos sus miembros.

¿Es este un tiempo de humanismo y tecnología, de ganancias y retribuciones, o un tiempo para llorar en el Eclesiastés?

Es difícil responder en unas pocas líneas una pregunta tan universal. Pero me parece que estamos en un momento en el que es necesaria toda nuestra fe en los ideales; gracias a ellos será posible armonizar el humanismo y la tecnología, el beneficio y la devolución de lo recibido. Y nunca debemos llorar más de lo necesario para honrar el dolor que sentimos.

La pandemia se ha cebado especialmente con Italia y España, ¿por qué? ¿Tiene alguna teoría personal?

Esta es una pregunta más apropiada para los científicos, yo solo puedo decir que, ante crisis como la que vivimos, el factor humano prevalece sobre la nacionalidad, por lo que es más natural que llore la muerte de tantos hermanos y hermanas en tanto que tales, y no como ciudadanos de tal o cual país.

¿Habla estos días con su padre, que inspiró su aventura empresarial?

Quienes me conocen saben lo importante que es para mí la figura paterna, la chispa que encendió la antorcha de mi vida y que aún hace brillar mi aventura empresarial. Todos los días, por la mañana, visito a mi padre, que vive frente a mi casa; y todos los días una mirada o una palabra suya puede darme fuerza para el día, para la vida.

¿A qué filósofos nos recomienda acudir estos días?

Sugeriría filósofos estoicos como Séneca, Marco Aurelio y Cicerón, porque nos enseñan a mirar la realidad con sabiduría y optimismo, sin permitir que el dolor inhiba nuestros sueños.

 

 Imagen: New Yorker, Brunello Cucinelli.

 

Publicado en Culturas (La Vanguardia)

Un comentario

  1. Alicia Alicia

    Entrevistas como esta son la mejor terapia para el tiempo presente. Mil veces gracias, a los dos

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *