Cuando ejercía de Ministra de Cultura, hablé varias veces con ella a fin de realizar un largo reportaje, incluso la acompañé a Valencia donde se festejaban los 700 años de la corona de Aragón; la entrevisté en el avión, donde se conversa de otra manera y se dicen cosas así: “la cultura es como el amor, enseguida sabes lo que es” . De paso apresurado, con tacones medios –entre 5 y 7 centímetros–, propietaria de una memoria y una seguridad prodigiosas –no suele llevar papeles–, y con un golpe de media melena definitivo, Calvo se siente a gusto en su propia piel. Eso se percibe cuando habla, golosa al mascar la palabra, o cuando es recibida por una nube de fotógrafos y, a diferencia del resto de mortales, saca sus plumas, ya sea una flor en el ojal o unos aros criollos y se acomoda. Rescato este párrafo de hace doce años, en que Calvo se autorretrata: “Yo me levanto contenta, me pone contenta el desayuno, esos tacones… siento la alegría de vivir, no tengo nada de qué lamentarme. A veces he dado un giro de 180º y me he quedado desnuda, en carne viva, asustada, aterrorizada.. No soy la mujer más valiente del mundo. Al contrario, soy una mujer que también siente miedo, pero he tenido, desde pequeña, la idea de que la vida no era un problema”.
Vitalista antes que ambiciosa, cuando se instaló en Madrid lo hizo en una de las pequeñas habitaciones con cama individual de la Residencia de Estudiantes. La oferta de ZP le supuso la ruptura con su pareja. Adelgazó diez kilos. Entonces se llevaban los intelectuales metidos a políticos, y, además, no lo tuvo nada fácil: tropezó tanto con engorrosos proyectos de ley como con titulares altisonantes y rockeros.. Esta mujer que fue feminista antes de socialista, nunca se alineó con nadie, ni fue acogida por familias o clanes. Pareció desaparecer del mapa, pero su carácter irreductible la hizo aguantar años de picar piedra. Profesora delicada y rigurosa, pedía a los alumnos cerrar la ventana por si las corrientes. Hasta que Sánchez confío de nuevo en la experta constitucionalista –que negoció el 155–, artífice como secretaria de Igualdad del partido de dos de sus propuestas más ambiciosas y emblemáticas en esta legislatura: promover una ley de igualdad Salarial y otra de igualdad de trato entre hombres y mujeres en el ámbito laboral. “La democracia es feminismo”, ha declarado. Y su comeback ha traído de vuelta su voz de cristal, su mirada oblicua, tan cordobesa, y su alegría de vivir ocupando la vicepresidencia.
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Josep Borrell, el hijo del panadero de la Pobla de Segur, el chaval que estudiaba en el obrador mientras su madre, una mujer muy bella, trabajaba en la cementera, vuelve al gobierno veintidós años después. Ha tenido tiempo de atravesar desiertos tártaros, bajar las corrientes salvajes de los ríos y, sobre todo, de sostener el altavoz del europeísmo y el unionismo. Los hermanos Borrell fueron alumnos brillantes, auténticos cocos: Josep estuvo interno en el colegio menor San Anastasi de Lleida, aún lo recuerdan sus compañeros de litera pensando siempre deprisa a pesar de su hablar despacioso. El noi de la Pobla alcanzó por méritos propios una educación exquisita y laureada y se licenció en ingeniería aeronaútica. “Es el hombre más inteligente que he conocido –me dice una histórica del partido y también lleidatana, Teresa Cunillera–, siempre va dos pasos por delante del resto: ve la jugada rápidamente, piensa con una claridad diáfana”. Pese a lo cual, el también doctor en Económicas fue estafado por una falsa compañía de trading le estafó en 2016 un cuarto de millón de euros
Borrell es una de las dos torres del nuevo gobierno, piezas mayores que simbolizan fortificación y cuyo valor táctico es tan alto como sus almenas. Luego está la empatía, el pegamento que le unió con Sánchez, también maltratado por el partido a pesar de contar con el apoyo de las bases. Aquellos que estaban en Ferraz el día del golpe de mesa, cuando Verónica Pérez dijo que ella era la única autoridad allí según el reglamento, contemplaron a un Borrell arrebatado, revolviéndose en la silla, pidiendo que se leyera en voz alta el reglamento e intentando parar aquel espectáculo de burlesque. Dicen que no soporta las injusticias, por ello siguió de cerca la caída y resurrección del joven Sánchez, a quien Newsweek o Financial Times ya lo han apodado “Mr Handsome”, y el Elle USA lo describe como un graduado sexy de High School . Borrell ha sido recibido como azote del independentismo – entre otras palabras gruesas, animó a a desinfectar Catalunya-. Su función en el gobierno parece clara: trasladar la partida del procès del tablero nacional al europeo. Y si en su día no le costó nada reírse a mandíbula batiente de la presunta relación que le atribuían con el torero José Ortega Cano –una leyenda urbana que legó hasta la mesa del Congreso de Ministros–, el outing unionista forma parte de su empeño internacional.
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