Saltar al contenido →

Golfos sin golf

okalinichenko-golf_u-L-PTDIOD0

La presidencia de la Comunidad de Madrid se ha hecho evanescente igual que una tortilla marinera con salsa verde. La sirven esponjosa en el Qüenco de Pepa, el restaurante del norte de Madrid. Allí tiene reserva fija Fernández Tapias, Fefé, una mesa redonda y muy animada donde se sientan con regularidad y bonhomía Alberto Ruiz- Gallardón, Enrique Cerezo o el actor Arturo Fernández, aleación madrileña donde las haya. La gente bien de Madrid se ríe con muchas ganas. Compiten en carcajadas: cuáles son más contagiosas, más excesivas, más antiguas incluso. Son risas capitalinas, aunque también huérfanas de paraíso. Me lo contaba el otro día un informático que nació en la calle Princesa: cuando llegaba el verano, todos los niños se iban al pueblo, y por mucho que sus padres le explicaran que ellos no procedían de ningún otro lugar que ese secarral, ese kilómetro cero de la hispanidad, él se compungía, forastero de sí mismo por no tener a dónde escapar.

Hoy, muchos madrileños –con o sin pueblo– se sienten también extraños en su propia ciudad. Qué bochornoso espectáculo el del poder el pasado 2 de Mayo, la fiesta que conmemora el levantamiento popular contra el invasor, el orgullo herido y los fusilados de Goya. A Madrid le ha ido mejor con los alcaldes que con los presidentes de la Comunidad, ese artefacto sospechoso desde que el PP empezó a ensuciar la tapicería del sillón principal de Sol. Tanto es así, que el Madrid costumbrista, el ochentero, el financiero, el del visón Benarroch, el de los curas rojos vallecanos, el de los chalets Bauhaus de El Viso y el de los hipsters de Malasaña se siente estafado hasta las trancas. Sólo Joaquín Leguina acudió a la celebración de los fastos regionales, el único expresidente no investigado ni procesado en la actualidad. Y habló pintoresco, sin paracaídas: que si “no podemos meter la institución en un agujero”, que si el problema obedece al fallo en la “selección de personal”… Profesional eufemismo el de Leguina, y a la vez, qué encantadoramente añejo. ¿Así que a la Comunidad de Madrid, un constructor artificioso y centralista que ha acabado por erigirse en autonomía alfa, le ha fallado sólo su departamento de recursos humanos? Aguirre proyectó un Madrid con golf, inspiradísima, después de ver una película, porque había que soñar a lo grande aunque a pocos kilómetros de los terrenos del Tercer Depósito del Canal de las vergüenzas fueran desangrándose los poblaos de la droga como Valdemingómez o la Cañada Real o el macroprostíbulo de Europa: la colonia Marconi.

Cifuentes fue la última chula, pero tuvo buenísima escuela. La pérdida de la decencia del poder madrileño ha sido puesta en evidencia, una vez más, por la calle, que ha salido en tromba a pedir un poquito de por favor. Ya saben, a los madrileños siempre les han gustado más los órdagos del mus que los del golf.

Publicado en La Vanguardia

Un comentario

  1. Martin Martin

    Sobran las palabras de agradecimiento a semejante manera de escribir.
    No dejaré nunca de decirte Joana, gracias por esa energía y esfuerzo literario, porque sabemos que escribir tan bien, invitando a danzar a los lectores no soltándoles nunca la mano pero enseñándoles nuevos pasos, nuevos giros, silencios y armonías, cuesta, a veces hasta hace doler el bazo y secarse los besos.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *