Hay cosas que sólo la literatura puede ofecernos
(Italo Calvino)
Y en días como éste, después de una huelga general celebrada en el limbo de las conciencia, «huelgecilla» dice el PP, «una huelga que no quiere derrocar al gobierno si no a sus políticas» según los sindicatos, de nuevo hay que regresar a la quietud de los libros sagrados. El baile de crifras es un disparate. Según el Ejecutivo un 7’5%. Según los sindicatos, el 70%.
La precariedad instalada en el corazón de los disturbios. Las incógnitas de los despidos. Los pre-parados (ilustrativa serie la de El País) conscientes de que heredan un mundo mucho peor que el de sus padres, en el que la universidad, los másters, las buenas calificaciones sirven más para uno mismo y su entorno que para encontrar un trabajo. Estrenamos un nuevo Malestar social y seguimos a la cola de Europa en políticas sociales.
Septiembre empieza a refrescar. Sacamos los calcetines y al atardecer, las mantas de sofá. Ahora, amanece con calcetines y voluto. Sueño con una mañana blanca, sin apenas contornos, que agite su olor a jabón, ante la evidencia de los escasos paisajes idílicos en los periódicos. Ese desorden que manoseamos son otro interés que el de continuar enredados en la trama de un año. La mañana fue blanca pero luego vinieron los azules y amarillos. En lugar de un lexatín, una dosis de metaliteratura:
Notas al vuelo del librito de Antoine Compagnon.
¿Para qué sirve la literatura?
¿Hay realmente cosas que sólo la literatura puede procurarnos?
¿La literatura es indispensable o por el contrario es reemplazable?
Las obras maestras de la literatura contemporánea
dicen mucho más sobre el ser humano que algunas grandes obras
de la filosofía, la historia y la crítica
(Emile Zola).
El único poder de la litetatura es matar el tiempo: «matar el tiempo que hace la vida tan dura, y acelerar la vida que tan lentamente pasa», escribió Baudelaire.
La literatura es un ejercicio de pensamiento; la lectura una experiencia de las posibilidades. Una novela nos cambia la vida sin que haya razón aparente para ello.
La única moral de la novela es el conocimiento; es inmoral aquella novela que no descrubre parcela alguna de la existencia hasta entonces desocnocida (Hermann Broch).
Notas al vuelo acerca de Saul Bellow (El legado de Humboldt).
Tras los primeros días de creación (una vez que se ha dado vida a diversas corazonadas e impresiones) escribir sólo consiste en tomar decisiones. Después de las grandes, las medianas, luego las pequeñas, montones de pequeñas decisiones, dos o trescientas por página…
Cuando Bellow lee no está leyendo, sino retorciéndose y sufriendo, sintiendo el tirón, los empellones y dolores de un millón de decisiones. La novela es para él un millón de señales, de un millón de refriegas: cicatrices, cráteres, orificios de bala…
Para nosotros es la mejor manera de empezar una mañana sin turbulencias.
Literatura es vida. Escribir es vivir. Ordenar el mundo. Caotizar el mundo. Respirar. Un beso Joana…gracias por esas citas tan acertadas.