Las juezas acababan de ratificar el banquillo para la infanta Cristina de Borbón, y una mujer del barrio de Salamanca me confiesa las dudas que le asaltan cuando piensa que un marido puede arrastrarte al abismo. ¿Es ese el caso de la infanta, ciega de amor e impasible ante las alarmas? ¿Deben de ser juzgadas las mujeres por las conductas de sus maridos? “A veces me lo planteo. Cuántas veces José me ha dicho: ‘Cari, firma aquí; ve al notario; haz un poder notarial mi vida…’. La otra noche, mientras veía una película, me dijo que acababa de vender un hotel”, me cuenta.
Las mujeres de corruptos, estafadores, tunantes, abusadores de mujeres o simplemente idiotas no sólo son sometidas a procesos judiciales por los delitos de sus maridos, que las implican, sino que también se exponen al juicio popular. El dedo acusador se posa sobre ellas asumiendo su consentimiento y complicidad, imaginándose cómo, enlazadas de las manos de sus hombres, cruzaron la orilla salvaje. Algunas no tenían matrimonios felices, incluso dormían en camas separadas y conocían el nombre de la amante. Otras muchas pasaron por la cárcel. Recuerdo a una de las pioneras, la doctora Blanca Rodríguez-Porto, la segunda esposa de Luis Roldán, con quien convivía cuando fue detenido en Laos. Ella era una mujer con buena imagen, mucho mejor que la del ex director general de la Guardia Civil: lucía abrigos cámel, elegante, sin maquillaje. Cuando la llevaron detenida, los aullidos del pueblo hicieron sangrar tímpanos y corazón. Fue condenada a cuatro años por encubrimiento y el Tribunal de Justicia de la Unión Europea validó el proceso.
Hace unas semanas un magistrado norteamericano desestimó la petición de los abogados del cómico Bill Cosby de que su esposa no declarase en un caso de demanda por difamaciones contra siete mujeres en el estado de Massachusetts. A menudo, Camille ha sido cuestionada por la opinión pública: “¿Cómo puede seguir con un cerdo?”. Pero ella siempre ha cerrado filas: “Somos una pareja unida”. En el The Washington Post aseguran que ha afirmado: “Mi marido no merece la cárcel, pero se merece el infierno por el que está pasando”.
A Hillary Clinton, el pasado infiel de su marido la enviste de nuevo, con la miserable hiel de Trump, que ha comparado al expresidente Clinton con Bill Cosby. “Espero que Bill Clinton empiece a hablar de los derechos de las mujeres para que los votantes puedan ver qué hipócrita es y cómo Hillary también abusó de esas mujeres!”, tuiteó. Su nueva cruzada consiste en demostrar que sigue casada con un “abusador” de alto voltaje y que su silencio a cambio de poder la convierte en copartícipe de los ultrajes. Hillary, de momento, calla, y aunque su silencio sea tan cegadoramente opuesto al de Camille Cosby o al de la infanta Cristina, de todas ellas se espera, como triunfo moral de una sociedad vapuleada, que condenen a quienes amaron o siguen amando.
parecería que la infanta, + que testaruda, es testa dura
me cuesta creer q alguien con su formación e información y q disponía de todas las asesorías top imaginables, no supiera el alud de nieve q iba a provocar el -ahora- impresentable cónyugo
alud q ayudó a la abdicación de su padre, que comenzó t-a-n bien y q se las arregló para terminar tan mal
los demás casos
hay matices
desde luego, es improcedente condenar a las femeninasingulares por los cagazos de sus varones, y menos, la condena mediática, tan proclive a los linchamientos
pero a veces claman al cielo, son casi cómplices, casi inductoras
los clinton, los obama -ojo, ¿michelle en una próxima?-, son ángeles del cielo comparados con los bush -el hijo- & trump & la impresentable palin
por eso, yo, que soy republicano en mi cerebrito & mi corazoncito, soy partidario de estos borbones -no de cristina- : siento pánico del presidente de la república q podría caernos
sorry por la extensión, pero tengo al esperanza de q no lo leas
kísssss