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Jet Lag

Llegué y no llegué a Madrid, apenas sin permitir esa sequedad en las mucosas, la nariz tapada, los labios secos, necesitados de cualquier ungüento, una manteca de cacao. El pelo, en cambio, crecido, escapando a la maldición de la humedad que lo avasalla tanto en Nueva York como en Barcelona. Una hora para mandar el artículo, la revista, reunión en Prado del Rey, la bañera de la pequeña, los nuevos profesores de la mayor, él con esa cara que se les pone a algunos hombres cuando sus mujeres viajan solas, mitad ternura y mitad espanto, y los ciclos circadianos rotos como mi espalda. No habían pasado veinticuatro horas del té en el atelier de Carolina Herrera. Allí estábamos, en los sofás donde las clientas miran las telas, siete mujeres que manejan presupuesto: Nieves Fontana, directora de Telva, Empar Prieto, directora de Woman, Eugenia Torriente, responsable de moda de El País, Montse Ribas y Pilar Trabal del grupo Puig y Carolina Brown, directora general de Carolina Herrera. Hacía tanto frío que las dependientas nos trajeron chaquetas y pieles de los percheros. Colgando la etiqueta, claro. Brown nos explicó sus planes de expansión, sus 17 nuevas tiendas en el mundo, en noviembre en París con los Warhols a cuestas. También nos habló de su amplia clientela árabe. Desde Riad, donde viven mis grandes amigos Pablo Bravo y su esposa, Sonsoles Vallina, las mujeres de los jeques encargan abayas Carolina Herrera con incrustraciones y broderies. Añadiré: los extremos se tocan, la sordidez impuesta de pies a cabeza tocada con un aire chic de Madison Avenue. Abayas neoyorquinas de debajo esconden los trajes más sexy de las colecciones otoño-invierno 2010-2011. ¿Qué sería de alta costura sin los harenes? Sonsoles se hizo un par de abayas más sobrias en Madrid, en una buena modista. Esa solemnidad del hábito en el equipaje.

Luego almorzamos en casa de Carolina una magnífica patata rellena y una ensalada de gambas frente a un jardín interior con hiedra y fuente. Y sin mantel. Hablamos de mitos, de gays, de diferencia de salarios, de la prensa rosa, de los diseñadores americanos y en especial de Oscar de la Renta, de España, y por supuesto de la comida. Ni política ni religión, como en las buenas mesas. Elegancia sin cartón. Y el café en el salón rojo, tapizado como los sofás. Alguien dijo: qué energía desprende.

La noche anterior bajé hasta el nuevo corazón de NY a partir de las nueve de la noche: el Meat Packing District, con sus hoteles modernos tan Barcelona y los jardines colgantes de Gerarg Zimmermann sobre los viejos raíles. El High Line como emblema de futuro rodeado de edificios de Nouvel y Ghery y las tiendas de McQueen y Diane von Fusterberg. Como dijo el alcalde Michael Bloomberg al cortar la cinta: «Hace diez años, los detractores despreciaban a la High Line. Por suerte, hubo un grupo de gente que la vió como un regalo extraordinario». Tiene razón Bloomberg, es un regalo: el alma del street style. En el Pastis, suculento hojaldre de tomate; allí, los camareros podrían llegar a ser tus amigos mientras la gente guapa parece que formen parte del rodaje de una serie de televisión. Looks amazings, stellas y clohes, célines y jimmy choos; ellos con la camisa abierta y el cuello levantado. Habrá que emigrar hacia La Escuelita, donde baila salsa la delincuencia y los porteros son de verdad porteros de Manhattan. Veo amanecer sobre el Hudson durante tres noches y en el avión pienso que Nueva York es para regresarla a trozos. Duermo unas horas en Madrid, aterrizo en las calles de casas encaladas que se cierran cuando los niños salen de la escuela. En Chiclana, al fondo la Janda.

Publicado en Mi Smythson

2 comentarios

  1. Volar del salón rojo del café de Carolina a las casas encaladas. Los contrastes hacen la vida.

  2. Sonsoles Vallina Sonsoles Vallina

    Creo personalmente que la alta costura desde Nueva York a París pasando por los mejores diseñadores de Beirut se mantiene gracias a la clientela de las mujeres del Golfó arábigo o pérsico según se mire. Lo que más me ha gustado de este texto es la parte personal e íntima tuya. Las lectoras que acceden a este blog pueden entender mejor quién eres y qué sentimientos se esconden detrás de una profesional como tú. Aciertas hablando y describiendo tu mundo, tus dudas, tus frentes. Seguro que habrá más mujeres que se reconocerán en tí. Sonsoles

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