Los anatomistas del amor son una especie muy temida. Sostienen que primero es cuestión de química y, después, física. Que el hechizo enamorado se convierte en un amor de costumbres. La gente prefiere el horóscopo porque, si falla, no se siente estafada sino lo normal. Ay, ese deseo de querer lo que no tenemos y pensar que, en algún lugar del mundo, un amor más grande que el nuestro nos aguarda sin saberlo. Pero en la vida no existen tantos George Sands y Chopins o Brangelinas. Los estafados anestesian su desasosiego con vicios, navegan en la cama hasta que el iPad les quema los muslos. Pero también están los que se conforman a gusto. Y no porque conformarse sea fácil, ni dócil, ni cualquier otra palabra llana como fútil. Un amor cómodo, dicen algunos, esdrújulo. Pero para hacer del querer una agradable costumbre hay que ejercitar la tolerancia; saber vivir con entrecomillados y puntos suspensivos, no abusar de los interrogantes y ser natural en las exclamaciones.
Hombres y mujeres que se acompañan sin malograr su dignidad, siempre ajenos a lamentos victimistas. Parejas bien avenidas que se cuidan y perfuman, que organizan viajes, bailan y se inclinan la una en la otra sin aborregar la mirada. El amor de lunes a domingo, la cama deshecha, la ropa tendida, el tapón de la botella de vino en el suelo. Costumbre es una palabra que asusta a los amantes hasta que un día descubren su encanto. Hay que ir a Proust (Por el camino de Swann), releer qué ocurrió en aquella alcoba de Combray donde al principio se sentía tan desconsolado… convencido de la hostilidad de las cortinas, de la insolente indiferencia del reloj, envenenado por el olor de la petiveria —una mezcla de ajo y cebolla estrujados—: «Hasta que la costumbre cambió el color de las cortinas, enseñó al reloj a ser silencioso y al espejo, sesgado y cruel, a ser compasivo; disimuló, aunque no llegara a borrarlo por completo, el olor de la petiveria, e introdujo notable disminución en la altura aparente del techo». Luego añade que, sin ella, «el alma nunca lograría hacer habitable morada alguna». Hablemos del sosiego, del serenar, libres de sobresaltos, de la morada, dejando atrás el amor con dientes o el amor con garganta, dejando de torturarles a ustedes, estimados lectores, con tanto ir y venir por las estaciones del amor. Como si no importaran otras cosas. Como si los periódicos no hablaran cada día de amor.
Hola Joana , te comento que el amor y la costumbre para mi parecer van de la mano, puesto que la Costumbre es el final del hábito de amar, y el resultado de la costumbre puede ser el amor; mas bien yo creo que hay diferentes tipos de amor, el enamoramiento corto y pasional, que te comes de una mordida, o el enamoramiento largo, en donde lo disfrutas etapa por etapa, desde la emoción del primer momento hasta la plenitud cotidiana.
Amor o costumbre ¿cual es mejor? un amor inesperado o una costumbre esperada, pues todo depende de los deseos y expectativas de cada persona, puesto que cada uno tiene sus pros y sus contras; cuando las relaciones se basan en amor suelen haber mas problemas ya que los sentimientos están mas relacionados y por causa se hace una relación fuerte pero a la vez con poco se debilita, en la costumbre se aceptan ciertos términos de convivencia y es como estar en un guion de vida, inicio, desarrollo y conclusión, ¡sabes que hay una conclusión! pero en el amor … nunca hay una conclusión por que el amor es inesperado, el desarrollo nunca puede tener fin. El psicólogo Óscar Urzagasti agrega que si bien en la etapa del enamoramiento hay mucha química entre los enamorados, de forma natural eso irá disminuyendo y se llegará a un amor más racional.
te mando un cordial saludo