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La ‘vendetta’ del botones

spirou2

Abrí las maletas, en el cuarto hacía frío. Se oía el televisor de la habitación al lado y decidí poner música. Mientras buscaba los enchufes repasé las rutinas personales que definen las diversas formas de instalarse en un hotel: descorrer las cortinas, graduar el aire -casi siempre gélido-, mirar si hay Coca-Cola Zero en el minibar, contemplarse desnudo en el espejo, buscar un cenicero o algo parecido. Al agacharme para conectar el ordenador, vi que bajo la cama asomaban unos zapatos. Eran unos mocasines de hombre, lustrosos y bastante nuevos. Si fuera una película indie, la mujer se los calzaría y andaría unos pasos con ellos hasta enamorarse de su dueño, sin conocerlo. O tal vez los oliera. Mucha gente olfatea su propia ropa cuando se la quita -y no la ve nadie- en un acto inconsciente de fetichismo; también huele la de sus parejas.

Me inquietaba aquello. ¿Es que la habitación estaba habitada? O no habían pasado bien el aspirador? Tener que soportar los zapatos de un desconocido venía a ser como medio compartir el cuarto. Estaba a punto de llamar a la centralita con la indignación de quien cree que ha pagado lo suficiente para no acabar en una habitación helada con unos postergados mocasines del número 44 bajo su cama. Pero entonces reparé en que podía tratarse de una de aquellas novatadas para probar el carácter del cliente, y serené la voz: “Debajo de mi somier están los zapatos, pero no encontré al cadáver…”.

Según relata Jacob Tomsky en su libro Heads in beds, que recoge su larga experiencia trabajando en hoteles, en uno de la Gran Manzana, a los huéspedes prepotentes que llegaban exigiendo la luna se les asignaba la habitación 1212, en la que el teléfono nunca deja de sonar ya que su número coincide con el prefijo de Nueva York y recibe todas las llamadas de los huéspedes despistados que olvidan marcar el código para hablar con números externos. Era uno de los múltiples castigos que administraban a los clientes bordes, además de desactivarles la llave de la habitación cada dos horas.

En esa otra vida que se oculta en las tripas de un hotel, en sus sótanos y ascensores de servicio alejados de la rosa del room service, faenan sus verdaderos habitantes, los de lunes a domingo, un escuadrón de oficios encargados de que la maquinaria funcione aunque resueltos a jamás ser burlados. ¡Ay de a quien se le ocurra maltratarlos! Tomsky cuenta que en una ocasión, un botones escarnecido se pasó el cepillo de dientes del cliente déspota por el culo, y, no contento, vertió un tapón de orina en su perfume. Cuando lo vio cruzar el hall para salir a cenar, tan arrogante como perfumado de orín, sintió un profundo regocijo.

(La Vanguardia)

Publicado en Artículos

13 comentarios

  1. khristian zepeda khristian zepeda

    realmente la lectura me transporto a ese sitio y las cosas que describe desde loz zapatos hasta lo que hizo el botones con el cepillo dental …… me encanta leer.

  2. jesus santiago jesus santiago

    oler y tocar el primicia del fetichismo, me encanta esa linea claramente parafraseada. odie terriblemente el numero 1212, así que me transporte.

  3. Juana Alejandra Espin Campos Juana Alejandra Espin Campos

    Realmente transporta a ese lugar con tan solo leer las primeras lineas, ademas usando la imaginación se percibe un poco más de lo que en el texto se describe, algo sátiro! pero muy original, felicidades!.

  4. Fabiola Moreno Islas Fabiola Moreno Islas

    Cuando comencé a leer este texto me transporté al hotel, sentía que lo olía, me acordé que yo hago lo mismo cuando llego a un cuarto de hotel. También reflexioné sobre el trato a los botones u otras personas que dan servicio. Es importante tratarlos bien para no recibir un maltrato escondido.

  5. servando servando

    me imagine a mi mismo entrando al hotel y encontrando los zapatos de igual forma me imagine siendo yo el cliente al cual el botones le hizo esa mala jugada eso me hizo reir,

  6. Blanca Estela Espinoza Bañuelos Blanca Estela Espinoza Bañuelos

    La lectura del texto me hace imaginar las experiencias que tienen las personas que por su trabajo viajan a diversos lugares y la adaptación alas habitaciones de los hoteles; me hace pensar que se sienten como en casas diferentes. Personalmente no viajo mucho y mi experiencia en alojamiento en hoteles no la puedo explicar porque no me eh hospedado en ninguno.

  7. S. Luevano S. Luevano

    Esto nos recuerda que como trates seras tratado, siempre hay que respetar a los demás no importa el puesto que tengan.

    Nota: Me hubiera generado mucha intriga el encontrar unos zapatos en mi habitación.

  8. Claudia Zamora Munive Claudia Zamora Munive

    ¡Oh!, ¡lectura!, la forma mas rápida de transportarse a cualquier sitio del universo, me encantó este pequeño texto, ¡tengo que leer el libro!. Muy buena idea el compartir este trocito.
    Sin duda nos invita a leer: ¿que pasará?… A simple vista, se ve que es una buena historia, con una gran enseñanza (humildad ante todo).

  9. Ruth Zamudio Alvarado Ruth Zamudio Alvarado

    Que díficil ser botones, soportar a los malos clientes, los malos olores y los malos humores. Eso indica que al llegar a un hotel, dale una sonrisa y una moneda al botones.

  10. Panfilo Erwin Arellano Romero Panfilo Erwin Arellano Romero

    …jajaja, bien merecido que se lo tiene el tipo, aunque no apruebo ninguna de las dos posiciones, ( ni la del cliente fastidioso ni la del botones vengador.) creo que debe tenerse actitud de servicio y respeto por el derecho a los demás.

  11. Rosario Canepa Sánchez Rosario Canepa Sánchez

    Hola, esta muy padre el relato, de verdad que cuando nos gusta leer nos transportamos al esos lugares, la historia nos hace reflexionar de que debemos de tratar a la gente como nos gustaría que nos trataran, ese tipo de venganzas también las he escuchado en los restaurantes, jajajajajaja, es un poco increíble pero es cierto, si hay venganzas, espero no llegar a comportarme de esa manera, Gracias muy buena historia.

  12. zoe zoe

    hola, realmente hace que los lectores se transporten a la historia, como si uno la estuviera viviendo, describe todo desde los zapatos, el olor y las acciones, también nos pone a pensar como debemos tratar a las personas ya que de esa forma reaccionaran con uno. Me gusto mucho la historia.

  13. Flowers Palaciox Flowers Palaciox

    Hola, muy buena historia me gusto inmediatamente que la empece a leer, me transporte al hotel y me fui imaginando cada mometo que narrada desde que llega y abre las cotinas del hotel hasta cuando un boton se venga de un huesped haciendo esa asquerocidad con el cepillo y el perfume. Claro que tambien creo incertidumbre con los zapatos encontrados.
    Tambien opino que no debemos hacer lo que no queremos que nos hagan, definitivamente. Todos merecemos y debemos respeto en cualquier actividad que realicemos.
    Gracias

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