Aún es tiempo, parece, de recoger las sobras y guardarlas para el día siguiente. Veamos un ejemplo: el gasto medio de los españoles en ropa es de 450 euros al año, muchísimo menos de lo que lleva encima cualquier ministro o ministra (exactamente la mitad si ellas llevan un bolso de Miu Miu, y una cuarta parte si ellos lucen un Audemars Piguet). Por eso el pueblo está dispuesto a agarrarse a la coleta de Pablo Iglesias, indiscutiblemente el hombre del año. Con su tan glosada ropa de marca blanca y sus deportivas representa y gasta lo que el español medio. Empatía y escaños, esa es la ecuación que persiguen los dreamers, un nuevo oficio que viene a significar un paso más que el de coach, aunque sea una osadía presentarse como conseguidor de sueños.
El caso es que entre nuestros top Forbes lucen dos gallegos universales: Amancio Ortega y Julio Iglesias. Qué gran habilidad tienen los gallegos, forjados en una cultura que huye del enfrentamiento, evitando siempre que sea posible decir sí o no. Mejor decir hey, como el tanoréxico Julio, el hombre que mejor ha cantando con la mano en el pecho. Melódico, desacomplejado, tremendamente fértil y ávido por los pantalones con cordones en la cintura, ha sido pasto de los últimos memes como éste no apto para menores: “Me río por no follar”. Durante muchos años encarnó a España, hasta que se hizo internacional. Es el único artista de la lista, pero no ha ganado sus 850 millones de patrimonio sólo con su voz y sus contoneos, sino gracias a acaudaladas inversiones inmobiliarias. El rey de Zara en cambio, se hizo enorme en su pueblo de adopción. Habría que recordar que el gran Ortega empezó copiando aunque la moda no entiende de copyrights, y por ello hay que celebrar la complejísima estrategia con la que ha inditexizado el mundo entero trascendiendo el eterno debate sobre copia y original. Al contrario que Iglesias -Julio, no Pablo- él no vende sino que compra edificios emblemáticos en todo el planeta. Los nuevos ciudadanos Kane de perfil bajo encaran el porvenir acaso sin la necesidad de recurrir a josés. Parménides y sus amigos decían que todos los misterios se hallan en los sueños. Hoy los oráculos los controla Deloitte.
Y la abuela Paca
Una muchacha lleva cada día la comida a su padre, jardinero de los terrenos del Palacio Real de Madrid. Dos paseantes se cruzan invariablemente en su camino. El más joven no es rey, pero sí príncipe de las letras castellanas: Rubén Darío. Ella, Francisca Sánchez, una humilde e iletrada veinteañera, le amará, inspirará, y le dará cuatro hijos. Entre pinos, gorriones y arroyos, el amor se inflama lleno de dificultades: “No pidas paz a mis brazos, / que a los tuyos tienen presos: / son de guerra mis abrazos, / y son de incendio mis besos”. La periodista Rosa Villacastín ha reconstruido en La princesa Paca la apasionante -y apasionada- historia de su abuela materna, una delicia biográfica para mitómanos y románticos que empieza su aventura editorial americana.
Mínima invasión
Arrancaba la semana en La Vanguardia con una imagen del doctor Antonio de Lacy con la última generación del robot Da Vinci Xi en el quirófano del Clínic, el primer centro sanitario de Europa que incorpora este procedimiento para cirugías mínimamente invasivas y máximamente controladas. De Lacy tiene club de fans desde hace años, primero porque no abre cuerpos para extraer tumores sino que utiliza orificios naturales. Segundo, porque no cree en la suerte en cirugía sino en la precisión. De pequeño, cosía pechugas de pollo. Dice que un cirujano ha de ser como un gato al tocar objetos sin romperlos. Ahora asesorará a la expansión del robot por Europa. De nuevo, la sanidad catalana, lo mejor de la casa.
Hasta en la sopa
Hay celebrities tan enganchadas a la fama que no pueden renunciar ni cinco minutos a ella, y, así, se afanan desesperadamente en copar titulares, por muy chuscos que estos sean. Como Kim Kardashian, de la que, en apenas unas horas, sabemos que anda buscando su segundo hijo -monitorizada y todo-, que ha lucido un nuevo (y marciano) look con las cejas camufladas, que da clases para conseguir un megatrasero y que su padrastro, Bruce Jenner, ex campeón olímpico de decatlón, ha sido cazado travestido por la revista National Enquirer. Alguien dijo que la fama es fácil de conseguir, pero difícil de merecer. Siempre habría que conservar el punto justo de timidez y vergüenza para no hacer el ridículo.
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