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Disneylandia en Facebook

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Los oráculos de la red se atreven con el amor. Y juegan a la sociología con su mirada panóptica, aunque en realidad se centren en el trasiego contable: cifrar el número de clicks y medir el tiempo de conexión. Cuán importante es la curva tanto en los negocios como en el amor. No sabría decir si en la vida de las parejas el gráfico de la curva es más valle que colina, si hay más longitud de línea hendida que de remontada. ¿Qué dirán las estadísticas?

Según Facebook, la curva que calibra la comunicación virtual cae en picado cuando dos se enamoran. En una campaña de jugoso marketing, anuncia que puede identificar cómo actúan dos perfiles de su red al enamorarse. El resultado no tiene mucho misterio: “Durante los 100 días previos al comienzo de la relación se observa un aumento lento pero constante en el número de posts compartidos en sus muros por la futura pareja. Cuando se inicia la relación (‘día 0’), los mensajes empiezan a disminuir. Presumiblemente, las parejas deciden entonces pasar más tiempo juntas; se acabó el cortejo, y las interacciones on line dan paso a una mayor relación en el mundo físico”. Cito a los científicos de datos de Facebook, cuyos razonamientos parecen demostrar lo que el saber popular ya conocía: que cuando dos intiman se para el mundo. Lo fascinante es hasta qué punto la multinacional de Menlo Park se ha convertido en una nueva Disneylandia, porque su mensaje, en el fondo, viene a ser: “Señores, puede que en internet no se ligue rápido, como en un bar. Se tarda unos tres meses en obrar el milagro… pero se logra. Y entonces ya no nos necesitará”.

Conviene que desde las entrañas de Facebook se silencie a las legiones de solitarios que no desconectan ni un día. Que se han conformado con que sus cariños se expresen a través del plasma, sin necesidad de sudar o ruborizarse, sin tener que pagar la cuenta del restaurante ni equivocarse de dirección. El ideal romántico prendió la mecha en la red: ahí está la aguja en el pajar que te está aguardando pese a que nada sepa de sudor ni rubor. Pero un interesantísimo reportaje en Time sostiene justo lo contrario: que nuestra vida social virtual sabotea a menudo nuestras relaciones amorosas. La “conectividad 24/7 significa que nadamos contra una corriente de mensajes urgentes de nuestros amigos más cercanos, acrecentados por el me gusta. Y de Sexo en Nueva York a New girl, la cultura popular nos recuerda una y otra vez que es la amistad, y no el amor, lo que dura para siempre”, afirma la periodista. El frenesí de la hipercomunicación ahuyenta al click-cupido. Aunque, la verdad, tres meses de cortejo digital, en la vida de un adulto, dan buena cuenta de cuán placenteramente nos hemos disneylandizado.

(La Vanguardia)

Publicado en Artículos

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