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“Mascherano y Keita son mis ‘niñitas'”

Guardiola, camisa blanca, corbata estrecha, con esos aires mod, se rasca como si eso le ayudara a pensar pero no vacila ni un segundo para decir, acaso con un mohín de provocación: «Son mis niñitas». Umm. Nadie se ríe en la sala de prensa. 5-0 contra el Villarreal. Guardiola habla con su tono bajo, comedido, que se hace más ronco cuando toca asuntos emocionales. O viscerales. Aunque lo visceral en Guardiola siempre es racional. Incluso su «puto amo». Maestro midiendo registros y contextos, rey del aforismo y de las frases con sustancia en esas ruedas de prensa donde el lenguaje suele clonarse, Pep ha creado su marca gracias a sus tácticas futbolistas, pero también a su verbo, su cadencia y su retórica. Sin guiones previsibles.

Pero regresemos a sus niñitas. «¿Hablará en serio?». Hay que aguardar sin cachondeo a que continúe la frase. Porque a Guardiola se le consiente hablar como un padrazo. Incluso que se cargue el mito de la virilidad futbolera de un plumazo, excluyendo los sinónimos que siempre señalan a hombretones de alma musculada. No obstante, él mismo parece sorprendido. Vacila, se agarra a los puntos suspensivos y al final remata: «Son… son dos soles de jugadores». Ni cracks ni gladiators. Dos soles.

Y ahora viene la pregunta previsible: ¿Guardiola ha feminizado el fútbol? Sus tan glosados valores, como la empatía, el reconocimiento a sus jugadores o el aprendizaje en la humildad (y en la derrota), bien han demostrado que se puede sustituir la testosterona por la inteligencia. También, como algunas mujeres, ha conseguido tener ojos en la espalda. Y en las antípodas de los machotes casposos, el estilizado Guardiola ha construido su discurso sobre la determinación y el espíritu de equipo, sin escudarse en la frialdad del método. Pero a diferencia de gran parte de las mujeres, siempre ha sabido comunicar su mentalidad de ganador: autoconfiado, con una aplastante seguridad que le permite interrumpir su discurso para rascarse la barba o el párpado. La que le hace parecer natural, mesuradamente sensible, eficaz, libre de lastres y códigos de barras. Pero lo más importante no son sus niñitas, ni sus soles, sino la segunda parte de la frase. Que después de 13 títulos siga buscando el «sentido de esta profesión», el sentido de la vida.

(La Vanguardia)

Publicado en Artículos

3 comentarios

  1. El Fari El Fari

    Creo que si usó el femenino para definir a sus jugadores era para expresar mejor la importancia que tenían para él. Acaso estaba latente en su pensamiento el dicho popular de “la niña de sus ojos” para significar aquello a lo que más aprecio tenemos. Por otra parte sería digno de analizar la idolatría catalana con Pep, en estos momentos, con su significación política, social, sexual…yo creo que a él personalmente le agobia todo eso, que pasa mucho del ídolo en que se le ha convertido, y que por eso prefiere volver a poner los pies en el suelo. No obstante, a pesar suyo, el mito seguirá creciendo con el tiempo. A ver si con este tiempo sabático que se ha tomado logra entenderlo y pierde el miedo a defraudar a la gente, pierde el miedo a ser él mismo, que es lo que creo que va buscando como persona inteligente y sensata que es. Su vida al margen del símbolo en que el catalanismo lo ha convertido.

  2. Me ha gustado el tono -y contenido, claro- de este artículo, especialmente el final. Gracias! :)

  3. El filósofo El filósofo

    A mi me parece que que es el urdangarín del fútbol, el tipo que todas las madres quisieran para sus hijas, pero también un pillo. Esa excepcional imagen de santidad, no se consigue más que cultivándola falsamente. Guardiola es sólo una gran fachada de cara a la galeria, un santo, un urdangarín. No es real; por el esfuerzo que gasta lo más probable es que sea un pillo.

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