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Papá Sarkozy

Domingo pasado, según un despacho de Europa Press, Carla Bruni salía «por su propio pie» de la clínica con su hija en brazos. No creo que la locución se debiera al supuesto de que Bruni no fuera capaz de sostenerse sola, cinco días después de dar a luz, y hubiera que trasladarla en dosel. Es bien sabido que las parturientas salen por su propio pie de las clínicas, arrobadas y ligeras con el crío en brazos, al lado del padre que suele llevar la canastilla. Pero en este caso, «por su propio pie», además del lugar común subraya que allí no había otro pie. Que no salió «del brazo» del cónyuge que acompaña y abre paso. A seis meses de las elecciones al Elíseo, con una popularidad cada vez más débil y una oposición fortalecida (que venció en las municipales de marzo, controla el Senado y tiene el viento de las encuestas a su favor), Sarkozy ha ejercido de recién papá ausente. El nacimiento del quinto hijo del presidente de la República ha estado envuelto de una helada sobriedad. «Visita a Bruni en el hospital para conocer a la hija de ambos», decía un titular de La Vanguardia. Y El País: «Sarkozy visita fugazmente a Bruni», con un elíptico pero marcado sentido del sacrificio. El hombre que junto a Merkel está intentando salvar a Europa no pudo asistir al nacimiento de su hija Giulia. Ni grabarlo en vídeo o mirar con una mueca de espanto aquella cabeza asomando al mundo. En el que todos los que son padres acaban considerando «el día más feliz de mi vida», Sarkozy debía resolver la deuda griega. Asuntos mucho más importantes que ver nacer a tu hijo, a los 56 años, una edad nada despreciable para ser padre. Y ni un mohín. Ningún reproche.

Es probable que hoy, en plena hoguera económica, nadie le exigiera ejemplaridad a una ministra para que se cogiera su baja maternal completa. El mundo trinando, los empresarios pidiendo despidos de veinte días, algunos periódicos amenazando con huelgas, y un presidente de la República en la sala de partos, quiá. El mundo ha cambiado. ¿Dónde están Blair o Cameron, representando la paternidad responsable? Blair incluso llegó a aprovechar su imagen de adorable papá para tratar de contrarrestar la dureza con que le había revestido su alianza con Bush jr. Y Cameron, en una carta publicada el día del padre en el Sunday Telegraph, instaba a la responsabilidad de los políticos «para que los padres vuelvan a estar presentes en la vida de sus hijos», añadiendo que la sociedad debería ser «hostil» hacia aquellos que desertan de su función paternal. Y llega hasta tal extremo su compromiso parental que sentenciaba: «Deberían ser estigmatizados como los conductores borrachos».

Hoy, abundar en la imagen familiar de quienes gobiernan parece del todo contraproducente. ¿Habría aumentado su popularidad Sarkozy acompañando a Carla Bruni en el parto? Es improbable. Resulta abrumador analizar hasta qué punto la cúpula que nos representa actúa cada vez más en dirección contraria a la de la mayoría de los ciudadanos, bien lejos de la ejemplaridad. En España, desde la entrada en vigor de la ley de Igualdad, en el 2007, un 58% de los padres se han acogido a las bajas, casi cuadruplicando el volumen de solicitudes en estos tres años. Cerca de un 90% acompaña a la madre a la sala de partos.

Cierto es que política y familia siempre han sido antagónicos. Pero la hasta hace dos minutos llamada neuropolítica, así como la necesidad del storytelling, el relato sobre el líder que empatiza y a la vez genera admiración y respeto, han perdido su vigor. Las políticas familiares, en tiempos de crisis, suelen ser duramente castigadas y postergadas. Claro que luego está el saber diferenciar lo urgente de lo importante. Y aquel que tiene entre manos asuntos mucho más decisivos que acompañar al nacimiento de su hijo es, sin lugar a dudas, un hombre desgraciado.

(La Vanguardia)

Publicado en Artículos

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