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Noviembre 2011

De colecciones

Alrededor de la pasarela se mueve una tribu que oscila entre el vibrante culto a la moda y el patético esperpento. Ahí están las infatigables redactoras de moda quejándose de sus malogrados pies tras un mes con tacones de quince centímetros, asunto por otro lado incomprensible para todas las muchachas que han crecido con Gossip Girl y sueñan, cual modernas cenicientas, con recibir una invitación para un desfile de Chanel y por fin poder calzarse unos stilettos. Afortunadamente, nadie observa por el ojo de la cerradura de esa redactora de moda cuando se pone melancólica en la habitación del hotel, con cien invitaciones sobre la cama y un toblerone del minibar. Es tan desmesurada la sobredosis de plumas de colores, de modelos-celebrities y de un público que se divide entre quienes son requeridos por los fotógrafos y quienes pasan completamente inadvertidos, como ella, que en verdad añora su perro y su sofá. Colas y empujones, largos retrasos encogida en un banco sin respaldo. Ahí están las famosas a quienes la firma en cuestión les ha mandado traje y chófer, a fin de que ambienten el desfile desde el front row. O las it girls, que saben que aquella es otra gran oportunidad para encasquetarse una lámpara en la cabeza, como Anna Della Russo en Pucci, y salir en las revistas. Puro teatro. Pero a esas reporteras de moda que pelean por un buen sitting e incluso por la página de publicidad, les reconforta pensar que asisten a un espectáculo único y eterno. Uno de los pocos rituales que se mantiene en pie. Varían los formatos, las puestas en escena, pero la pasarela sigue erguida. Desde que Charles Worth inventara esa forma de exhibir los trajes para que la emperatriz Eugenia pudiera imaginárselos sobre mujeres de carne y hueso, ha pasado más de siglo y medio. El espectáculo y el marketing han sofisticado sus contornos. Pero incluso los más reacios a la moda se dejan hipnotizar ante la secuencia de un desfile, ese ir y venir, en nombre de la belleza.

Queremos cobrar lo mismo

Querida Joana:
Acabo de ver una noticia que confirma vuestro acierto al encargarme el reportaje sobre la brecha salarial. La encuesta del CIS que se ha publicado hoy dice que «el 90% de los españoles creen que se debería sancionar a las empresas que pagan menos a las mujeres por realizar el mismo trabajo». Es un tema de gran calado social. Me niego a aceptar retrocesos sobre logros que mi generación consiguió (la brecha en los niveles más altos sigue creciendo). Espero haber cumplido con vuestras expectativas. Besos. Magis Iglesias.

Y tanto que las ha cumplido. Su reportaje es una excelente radiografía de una discriminación intolerable. En sectores como la industria textil, las mujeres, por el mismo trabajo, llegan a cobrar hasta un 30% menos. La buena noticia es que desde la entrada en vigor de la Ley de Igualdad, en 2007, la brecha salarial se ha reducido algo más de un 3%. Valemos por lo que hacemos, independientemente de nuestro sexo, religión o color de piel. Lo contrario es inconstitucional. Haz campaña.

Última hora: ¡Prix!

Haider Ackermann, colombiano de nacimiento, adoptado en Bélgica, ciudadano del mundo, el creador de culto que hace tiempo espera la pasarela, recibirá el próximo 17 de noviembre, en la Residencia del Embajador de Francia, el Prix de la Moda 2011 al mejor diseñador.

Elie Saab, libanés, autodidacta, también ciudadano del mundo que desde hace catorce años, y superando todo tipo de prejuicios, orígenes y castas, ha conseguido hacerse un nombre propio en la moda, en un permanente homenaje a la sensualidad femenina, es nuestro Prix de la Moda 2011 a la mejor trayectoria.

Publicado en Mi Smythson

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