Aún no he terminado Libertad de Jonathan Franzen, a punto de ser publicada en castellano por Salamandra, que ha sido saludada como «la gran novela americana del siglo XXI». Se trata de un fresco vivaz aunque melancólico, una novela de familia que traza hábilmente la psicología de quienes se sienten atrapados por una muy cuestionada libertad personal que les conduce a encrucijadas existenciales. También anuncia la caída del progre americano convertido en ecologista corporativizado, en relativista moral que necesita perdonar a todo el mundo para ser disculpado por su buena suerte, apenas sin coraje para asumir sus privilegios y a menudo alérgico a la política, como el personaje de Patty, «alegre portadora de polen sociocultural».
A los yuppies japonófilos de Tom Wolfe y a los progres a los que la era Obama ha demostrado que no han podido con el sistema, les han sucedido unos tipos aparentemente sencillos dominados por la tecnología. La generación de los Zuckerberg y Costolo encabeza un nuevo paradigma que ha sustituido la ideología por una tarjeta SIM, aunque mantenga intacta el aura de quien se comporta como si la gente aún mantuviera largas conversaciones. Es el modelo del antiyuppie de Palo Alto. Por un lado, tecnócratas y nerds de Silicon Valley, disfrazados de tipos normales, tienen la llave del nuevo mundo. Y por otro, presuntos tipos normales, una masa polimorfa, eligen la máscara de anonymous como estandarte antisistema. No es el fin de la posmodernidad, es la definitiva derrota de la normalidad.
Excelente comentario y no puedo estar mas de acuerdo!!!