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Catherine La Grande

Por Joana Bonet

Parece una mujer distante, reservada, pero su célebre frialdad forma parte del mito. Me da la mano y mira al frente. Abre la ventana de la habitación del hotel y empieza a fumar cigarrillos “ultra slim”. Habla sin cansancio y cuando por fin se ríe, la estancia se llena de encanto. Es una leyenda hiperactiva, con cuatro películas en la recámara por estrenar en España, incluido un trabajo con su fiel André Téchiné. Asegura que lo políticamente correcto mata la inspiración y se rebela contra ello. Le gusta decir no. Pero al final de la entrevista me confiesa que sin el sentimiento fuerte del amor, la vida no tiene sentido.

¿Qué herencia le dejó Yves Saint Laurent?

Su herencia parte de lo que hizo durante 40 años, la gran influencia ejercida en la moda, en las mujeres, en la calle. Fue el primero que optó por un auténtico prêt-à-porter de lujo. Era profundamente amable, tímido, cultivado, un artista complicado, con mucho sentido del humor, que se tomaba muy en serio lo que hacía pero sin tomarse en serio a sí mismo. Casi todos los artistas tienen un interior muy sensible.

Esa sensibilidad lleva al sufrimiento.

Es triste certificarlo, pero es verdad. No veo creación en la felicidad. La creación está ligada a la exigencia, a la búsqueda de uno mismo. Se pueden tener momentos de felicidad, pero ser feliz sería estar cerca de la beatitud. Saint Laurent era complejo, complicado y muy atormentado.

Su relación venía de lejos.

De la primera vez que fui a su salón de costura. Era muy joven en esa época y fui a la calle Spontini para hacerme un vestido de costura para presentarme a la reina en Londres. Después tuve la ocasión de trabajar con él en el cine. Me vistió en “Belle de Jour” o “La sirena del Mississippi”, de Truffaut. Entonces le conocí mejor, hacíamos las pruebas de vestuario, la elección de las telas, hablábamos, él profundizaba en el personaje, se le veía trabajar. Seguro, escrutando con la mirada, siempre con su camisa blanca.

Exigente y humano al mismo tiempo.

Fue uno de los pocos costureros que siempre estuvo con la misma gente con la que empezó a trabajar. Era venerado, pero no trabajaba sólo para ser admirado, iba a los talleres y hablaba con todo el mundo. Pasó allí la mayor parte de su vida y eran como una familia de verdad. He estado en otros sitios donde había mucho talento, pero no ese ambiente tan familiar, de clan.

¿Se viste en función de su humor?

Sí, pero también de lo que tenga que hacer y del tiempo que haga. No me visto para los fotógrafos. Siempre me han gustado los tejidos, los colores, las texturas, así que me visto por placer. Se dice que las mujeres se visten más para ellas mismas que para los hombres, y creo que no es del todo incierto. Soy muy activa, conduzco: por lo tanto, necesito ponerme cosas prácticas.

¿Qué rasgos de su carácter le acompañan desde la infancia?

Creo que el inconformismo. En todo lo que he hecho durante mi vida se ha visto, se sabe, hay hechos.

¿Tiene espíritu de rebeldía?

Es mi naturaleza, no quiero hacer cosas que no me interesan. Ya está. Han dicho siempre que estoy en contra del matrimonio, pero no lo estoy, simplemente no me parece una obligación.

En todo caso, se casó con David Bailey y Mick Jagger fue su testigo.

Sí, claro, pero tuve un hijo antes y no me casé.

¿Si escribiera una autobiografía, por qué frase empezaría?

No escribiría ninguna autobiografía. La gente espera que cuente cosas personales, y yo no hablo de cosas íntimas.

Cuando se mira en el espejo, ¿qué ve?

Veo a alguien con mucho pelo, que tiene todavía unos pómulos realzados que sujetan su rostro. Veo la suerte que he tenido al tener esos pómulos marcados. El rostro cambia, evidentemente, pero bueno… No se puede pedir a una persona que haga su autorretrato a menos que sea escritora o pintora, no sé… un retrato chino quizás, pero no estoy segura de verme de manera justa.

¿El exceso de belleza puede convertirse en una tragedia?

La belleza es efímera y si la vida se basa en ella, en sus relaciones de poder, puede volverse en contra siempre que detrás no haya una auténtica personalidad. No sé quién dijo que no hay nada a lo que no se acostumbre tan rápido como la belleza. Para algunas mujeres puede ser una tragedia; mujeres que se agarran a ella como si fuera su único bien. Hay mucha inseguridad.

El sociólogo Francesco Alberoni sostiene que, para el hombre, el físico de una mujer es mucho más importante que el hecho de que sea ministra o presidenta de General Motors. ¿Lo confirma?

Pienso que las mujeres son a menudo seducidas por el poder, mientras que los hombres no siempre están atraídos por mujeres poderosas. Siempre ha persistido esa tradición que une el poder con el hombre y la seducción con la mujer. Pero algo se ha evolucionado. Hay mujeres poderosas y atractivas consideradas seductoras.

Cuando el poder la ha buscado, ¿qué buscaba en usted?

¿Qué les gusta a los hombres poderosos? En política, las chicas bonitas. Están todo el rato enfrentados a hombres, aunque afortunadamente haya algunas mujeres en política.

¿Qué piensa de Sarkozy? La pregunta es obligada.

La respuesta, sin embargo, no. No hablaré de nuestro presidente como hombre sólo porque esté casado con una mujer inteligente y encantadora. No, no hablaré de nuestro presidente de esa forma, en una entrevista.

¿Y de la elección de Obama?

¿El guapo de Obama?  Pienso que su físico ha jugado un papel importante, aparte de su inteligencia, de su estupenda organización y del carisma que desprende.

¿Cómo ha conseguido trascender a la belleza?

No la he trascendido. Escuche, yo soy todavía una actriz que se mueve, a la cual se puede mirar de cerca. No soy un icono, soy una mujer activa.

Siempre ha sabido defender su independencia. ¿Comprende a las mujeres que actualmente buscan la protección de un hombre?

Para mí, la idea de que el hombre es fuerte y protege es del siglo XIX, cuando la mujer no trabajaba y necesitaba, por encima de todo, un amor protector. Eso no tiene sentido en democracia.

Las mujeres tienen una mayor tendencia a la culpabilidad.

Desean más cosas que los hombres. Aunque a veces tengan un trabajo importante, anhelan estar en armonía con su vida personal. Si una mujer no alcanza el equilibrio entre su vida personal y la profesional, sufrirá mucho, mientras que un hombre puede vivir muy bien así.

Ha trabajado con los mejores directores: Melville, Polanski, Buñuel… ¿de qué manera la han emocionado?

Fue una suerte conocerles de joven porque a esa edad se es más sensible, más influenciable. Los que más me han marcado han sido los que llevaban dentro la película que querían rodar, ésa y ninguna otra, y sobre todo los que se interesaban por los actores.

¿Qué le escandaliza?

Que haya gente que pueda morir de hambre, me parece un verdadero escándalo. Sabemos que podemos alimentar a todo el planeta.

¿Cómo se ve en el futuro?

Quiero ser una persona tranquila pero que pueda enfadarse. Pienso que es necesario tener ese punto de indignación.

¿Qué es lo primero que hace al despertarse y lo último que hace al acostarse?

Lo primero que hago cuando me despierto es erguirme. Nada más despertarme estoy ya de pie. Duermo totalmente a oscuras, así que al levantarme necesito luz. No puedo dormir sin leer y lo último que hago es comprobar el despertador, que el teléfono no esté en la habitación…

… y que no haya pequeñas luces encendidas.

Sí, tengo que taparlas, obligatoriamente. Muchas mujeres son así, lo sé, más que los hombres. Pero es que lo siento, lo percibo, no puedo soportar la más mínima luz. Es la última cosa que hago, asegurarme de que las cortinas están cerradas. Me hace falta la oscuridad más absoluta. Que pueda adentrarme en la noche.

(Marie Claire, mayo de 2009)

Publicado en Artículos

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