Los expertos aseguran que cuando dos personas no se entienden en un mismo idioma, es la voz quien tiene el poder de establecer si el interlocutor es amigo o enemigo. En un mundo gobernado por la omnipresencia de la imagen, la voz sigue siendo el elemento preciado y fundamental que condiciona cómo uno es percibido desde fuera. O sea, la responsable de crear una imagen mental. La voz de Louis Armstrong o Barry White, guturales y graves, seducen mientras que las agudas al estilo Gracita Morales provocan hilaridad. Leo en un artículo de la revista científica Hormones and Behavior que:
El atractivo vocal de los hombres está directamente relacionado con la masculinidad. «Los hombres con voces atractivas tienen más éxito con el género opuesto», declaró David Feinberg, de la Universidad de St Andrews. «La preferencia por rasgos de masculinidad en las voces de los hombres es mayor cuando la posibilidad de embarazo es más alta», agregó.
Potente, grave, cristalina, cuando conviene arrastrada, cuando es necesario rota. Ahí está ella, seduciendo más allá de las hormonas. A unas les llaman «el cuerpo». Otras son «la voz». Voces que no envejecen porque poseen una fuerza antigua, que viene de muy lejos. El cruce de timbres y tonos bajo la piel. Y el ritmo, como los flamencos, a golpe de paladar. Esa es la gran Aretha, la que se sigue dejando escuchar maravillosamente bien.
Una suerte de anverso de mahalia jackson en un principio y de reverso de tina turner luego. la continuadora en versión “clean” de bessie smith, sister rossetta tharpe, big mama thorton, o el costado dirty de abbey lincoln, ella fitzgerald, betty carter dyna washington o la eterna billy.
Aretha es más, es el funk del gospel, el jumpin’ jack flash y el eleanor rigby, es el amazing grace en agudos, es mahalia en agudos.