Ni asomo de ese olor a humedad mezclado con maderas nobles y cuero de los gabinetes ministeriales. Tampoco a esos ambientadores de oficina que lo empeoran todo. Al entrar en el despacho de Yolanda Díaz se huele a hogar: a café, libros, a cojines bordados con el nombre de su hija, Carmela, y caramelos de violeta. En un rincón, un tocadiscos anima la estancia. “¿Cómo vas a poner música en el despacho? No lo veo bien”, le dijo hace años su padre, Suso Díaz, histórico líder sindical gallego. Pero en 2021, cuando le dieron de alta tras una enfermedad de riñón, ella le pidió al coleccionista de vinilos que llevaba a su prole a comprarlos a Londres o Ámsterdam: “Papaíño, búscame un plato”. Él se plantó en su despacho, lo midió y calculó la distancia entre los altavoces. Hoy, las funcionarias se han acostumbrado a escuchar Dimiri Shostakóvich y bossa nova. La música es lo único que le relaja.
La líder de Sumar duerme apenas cuatro horas. Se levanta a las cinco: “Cuando todos duermen, leo informes, libros, datos; y, sí, tengo una buenísima memoria, igual que toda mi familia. Llevo el Estado en la cabeza”. Se declara estajanovista en el trabajo, y reconoce que, aunque la política es durísima, “tiene un punto sexy. Te pone, engancha más que nada en el mundo. Y, además, te encuentras con personas que en otra posición no conocerías jamás”.
Nació cuando no la esperaban; se lleva diez años con su hermano mayor y, a día de hoy, en casa sigue siendo “la niña”. Lleva su infancia feliz estampada en la mirada. Hizo la carrera de Derecho en Santiago, se especializó en familia y mujeres, trabajó en varios despachos profesionales. “Divorcié a mucha gente –recuerda–, y me sorprendía que no pudieran racionalizar. No soy romántica, aunque sí absolutamente apasionada. No se puede vivir sin amor, es muy triste. Creo en el amor cotidiano a través de las pequeñas cosas, y yo doy lo mismo. Y creo en las relaciones igualitarias, en cuidarse y respetarse”. Le pregunto por la pareja abierta. “En un viaje no daba crédito al relato de una joven que me hablaba de triejas. Yo soy heterosexual, y me gusta la estabilidad. Soy muy de mis amigos, de mis libros, de mis vinilos…”.
Una fotografía de su madre, Carmela Pérez, reposa sobre una mesa, sin marco: “Era de familia de militares, católica, moderna, divertidísima y guapa. Yo me parezco a mi padre. Aunque ella tenía ojos azules. Íbamos juntas por la calle y la miraban a ella: llevaba sombreros y el pelo corto; decía: “qué lástima, mi hija es tan clásica vistiendo…¡parece una señora!”. Murió en 2012, al séptimo día de ser ingresada, una noche de Reyes. “El oncólogo, que era del Partido Popular, me comunicó con un grandísimo cariño: “Yolanda, despídete de tu madre”. Primero no lo entendí. Luego me desplomé. No, no soy tan dura como parece. Pienso en ella todos los días, y llevo sus anillos, pendientes… A veces tengo todavía el acto reflejo de querer llamarla”. En los viajes largos reflexiona en cómo haría ella las cosas, la misma que le decía de una medallita o un padrenuestro “nena, eso daño no hace”.
Su encuentro con el Papa, en diciembre de 2021, no fue casual: Díaz simpatizó de joven con el cristianismo de base –tanto que sigue en contacto con curas y miembros de la HOAC (Hermandad Obrera de Acción Católica)–, y aquella era una entrevista buscada por ambos. “Lloré y me emocioné”, recuerda de la visita en en el Vaticano.
Unos días después la conferencia episcopal española pidió que se votara a favor de la reforma laboral, algo inaudito hasta entonces. Había llegado un mensaje desde Roma. La historia es bien conocida: la ley se aprobó in extremis gracias al voto por error del diputado popular Alberto Casero. La líder de Sumar recuerda: “Tras la sorprendente aprobación, nos reunimos en el despacho y Josep Vendrell [su jefe de gabinete] me dijo: “¿te puedo hacer una pregunta íntima? Por casualidad, ¿llevabas contigo en la votación el rosario que te regaló el papa?”. Y yo abrí el bolso, en silencio, y saqué el rosario. Sobraban las palabras”.
La fashionaria, como la bautizó Jiménez Losantos –“es el mejor poniendo motes”, concede–, no se inmuta ante las críticas a su imagen. “Desde jovencísima las he recibido. Me gustan las camisas femeninas, visto marcas gallegas –Verino, D-Due, Mascob– y de vez en cuando llevo tacones; para nada los siento como una opresión”. Y acabamos hablando de los prejuicios asociados a belleza, y de Pedro Sánchez. “¡Ah, si se despeinara un poco…!”.
Artículo publicado en La Vanguardia el 19 de julio https://www.lavanguardia.com/politica/elecciones/20230719/9118619/yolanda-diaz-rosario-papa-vinilos-bossa-nova.htmlde 2023
Comentarios