Elon Musk es ya un nuevo Ciudano Kane, dueño del mundo y un poquito de cada uno de nosotros. El flamante mandamás de Twitter es un tipo gótico que se declara “absolutista de la libertad de expresión”. Nada más hacerse con la red, tuiteó “el pájaro es libre”; y me pregunté “¿de libre vuelo?”. A Musk le gusta lanzar preguntas al aire, al estilo gurú de crecimiento personal: “¿Qué lección te ha costado más desaprender?”. Mientras escribo –viernes por la tarde–, leo en su cuenta “¡que empiecen los buenos tiempos!”. No hay duda de que este sagaz empresario ha sabido capitalizar el lenguaje de las emociones, aunque la cuestión esencial es el lugar que ocupa la verdad en su credo.
Una crónica en The New York Times cuenta como Ghislaine Maxwell –hoy encarcelada, cómplice de Epstein– y Musk compartieron una amigable charla en la que ella le animó a destruir internet. También le preguntó si sabía por qué razón los extraterrestres no se habían puesto todavía en contacto con la humanidad, “a lo que Musk respondió que todas las civilizaciones llegan a un final, incluida la hipotética alienígena”, además de plantearle la posibilidad de que “los humanos estuviésemos viviendo en una simulación”.
La cuestión esencial es el lugar que ocupa la verdad en el credo de Musk
Tal vez sea ese su gran secreto: que solo simula ser Elon Musk. Y ¿quién nos asegura que no se tracta de una criatura pilotada por la inteligencia artificial, del mismo modo que sus coches sin conductor? Tememos a Musk porque su oscuridad nada tiene que ver con la de los discretos millonarios que optan por el silencio. Twitter pretendió abrir una inmensa conversación global, y ha acabado convertida en albañal, aunque Musk la presenta como “la plataforma publicitaria más respetada del mundo”.
Una clave biográfica ayuda a entender el personaje: cuando era niño, padeció bullying, y se prometió que nunca más volvería a estar solo. Lo ha cumplido con creces, erigido en el sheriff del nuevo salvaje Oeste.
Artículo publicado en La Vanguardia el 31 de octubre de 2022
Comentarios