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En los bordes de la noche

Anthony Delanoix. Unsplash

El comienzo de una novela acostumbra a ser relativo: se escribe desde una zona en conflicto que anticipa un trasfondo complejo, pero los lectores aún percibimos esa claridad del prin­cipio de una historia, cuando todo es posible y la curiosidad permanece intacta. 

Ocurre algo parecido en el inicio de la noche para una adolescente: el lápiz de ojos negros delata un deseo de oscuridad, mientras la falda corta, compensada con una sudadera XXL, certifica el vuelo en bandada. Sabemos que quieren gustar, que necesitan probar su autonomía a fuerza de ser rebeldes. También que a ratos andan extraviadísimas, como si tuvieran la cabeza separada del cuerpo. Creen que ya saben proteger su intimidad por taparse la cara con el pelo en las fotos que suben a las redes. Los bordes de la noche emiten destellos y ellas son las jinetes que cabalgan sus sombras.

La carta que ha escrito la madre de la joven –16 años– salvajemente violada y agredida en Igualada tras una noche de fiesta pone en palabras un sentimiento coral: cuando tocan a una niña, nos las tocan a todas. De jovenzuelas combatimos aquel aliento frío y entrecortado, un correr para salvarnos, y todavía no he podido desentenderme: ahora temo por mis hijas cada vez que atraviesan la jungla urbana. Combatimos el fraude fiscal y los accidentes al volante, incluso el progreso ha logrado que descienda el crimen; en cambio, somos incapaces de frenar la violencia contra los menores, que, según el informe de la Fundación ANAR, ha crecido un 300% la última década. Cada cuatro horas se viola a una mujer en España. La educación sexual de los jóvenes deja al sistema en pelotas. También su protección, en una sociedad donde los reincidentes campan por colegios y parques. Cómo van a intuir nuestras chicas que la historia que estrenaron entre risas y rímel pueda terminar al filo de la madrugada con el teléfono y el cráneo rotos, sin que haya saltado ninguna alarma.

Artículo publicado en La Vanguardia el 8 de noviembre de 2021.

Publicado en La Vanguardia

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