Tras asistir a la última edición de la semana de moda de Milán, podemos afirmar que los hombres se han colado en la pasarela femenina, como parte de una voluntad paritaria, además de aprovechar el efecto mediático que siempre ha tenido la exhibición de las colecciones de mujer. Ellas y ellos visten las mismas piezas, aunque en sus cuerpos parezcan distintas.
Los hombres llevan bolso, lejos de la estampa de aquel señor con traje que le sostiene el bolso a su mujer mientras ella va a hacer pis. Son hombres que muestran una feminidad sin complejos, como los de Versace, que desfilan a golpe de cadera; o, más relajados, los de Ferragamo, enfundados en monos de punto mientras hacen del bolso un ovillo o se cuelgan en el hombro un modelo retro talla XL. Combinan los trajes, siempre ligeros y siempre sin corbata, con sandalias inspiradas en un boceto de archivo de Ferragamo: una forma arquitectónica de una sola tira, concebida originalmente para mujeres.
Según el mundo que asoma desde el escenario global de la moda, lo virtual y lo físico se integran en un truco de ciberespejos, y, así, se desfilan simultáneamente en Milán y Shanghái las mismas colecciones con idénticas escenografías, como hizo Prada, de forma que Oriente y Occidente se superponen y sincronizan sus relojes desacompasados virtualmente.
Homenajearse a uno mismo, sacar lo mejor de los archivos y reproducirlos con pericia –con alguna novedad–, es una tendencia al alza. Así se constató ante la colección de Dolce & Gabbana, con optimismo y juego. Stefano Gabbana reivindica la fiesta, no con la frivolidad de antaño, sino como la suerte del encuentro.
Donatella Versace también recurrió al pasado para ser más Versace que nunca. Negro y fucsia. Celebrities eléctricas, de Dua Lipa a Naomi Campbell, Gigi Hadid o Luna León; y una docena de mozos ataviados en cuero, con gorra a lo Querelle, el pecho descubierto y la boca tapada por una braga, abanicaban un techo de pañuelos al ritmo de The Pysical de Fitzer. La escena parecía de otro tiempo, pródigo en excesos, purpurinas y color pistacho. Donatella no le teme al woke, ni al mainstream.
Ferragamo eligió la Rotonda della Besana, concebida como un espacio para reflexionar y reconectar, una de las palabras clave de esta semana de la moda. Las paredes y columnas con espejos permitían que tanto las modelos como el público observaran los looks desde todos los ángulos. Positivismo ante una nueva era, y compromiso con el legado del mítico zapatero, de quien también se han revisado sus archivos y reeditado modelos como Vara y Varina. Ferragamo mira siempre al cine de los años 60 y 70, además de explorar la funcionalidad de la ropa de trabajo. Para su colección, la firma ha colaborado con el artista parisino Julien Colombier, que sobreimprime en un fular floral de los 70 un jacquard de rayas de tigre de hilo suelto. Flecos, cordones, cáñamo y cuero conformaron una de las mejores colecciones, que actualizó el concepto de elegancia.
El presente de la moda es escurridizo y pretende a la vez ser ejemplar. Para la mayoría de los diseñadores los nuevos valores son la piedra angular sobre la que conciben sus piezas. A las puertas de los desfiles, grupos de jóvenes se manifiestan contra la inacción de los gobiernos respecto al cambio climático. “¿Qué sueños van a tener?”, se pregunta la mítica periodista Suzy Menkes, peinada a lo Madame Pompadur con 77 años y un andar a lo Angela Merkel, a quién pregunto por el momento actual de la moda en la exposición del 40 aniversario de Emporio Armani: “Es muy confuso, no se ve con claridad hacia adónde vamos”. La articulista lleva más de cuarenta años viajando a las pasarelas. En las calles, no se ven limusinas colapsando el tráfico en las entradas de los desfiles, tan solo hordas de fans que acuden en multitud para jalear a Dua Lipa o Gigi Hadid. Y las revistas de moda están representadas por una escueta resistencia.
Inmaculada Jiménez, directora de la edición española de Harper’s Bazaar, me regala una reflexión sobre el cambio de paradigma: “Me parece apasionante este rol de la moda como propulsor de conciencias. La humanización de la moda –y del lujo– ha llegado para quedarse. Ha dejado de ser un bling bling a menudo sin sentido, y se ha transformado en un modo activo de comprometerse con todo lo que nos importa. La moda busca mensajes que eleven sus valores. Antes la moda eran prendas, modelos, diseñadores. Ahora se ha convertido en una serie de sólidos mensajes de sostenibilidad, diversidad, artesanía, familia, feminismo o inclusión como base para construir una prenda que hable bien de ti por fuera, pero sobre todo por dentro”.
A la moda no le sienta bien la virtualidad. Y por ello se celebra la vuelta a los desfiles físicos, aunque lo experimental gane terreno. Uno de los desfiles más interesantes fue el de Spormatx, diseñado por Grazia Malagoli. Minimalismo urbano y deconstrucción de los patrones, retorciendo la ropa para quitarle peso a través de vestidos drapeados y etéreos, pantalones baggy y chaquetas alargadas. “El silencio y el amor no necesitan traducción” repetía una y otra vez una voz en off en una soundtrack compuesta por Theo Teardo que busca el sonido microscópico.
La firma vanguardista de la familia Maramotti llenó la pasarela con movimientos inspirados en las coreografías de Merce Cunningham, y resucitó trozos de corsés del XVIII que combinaban con piezas mórbidas. Un sartorialismo relajado, retorcido, balanceado por correas y cordones. Varios diseñadores reemplazaron los tacones por altísimas sandalias de plataforma, auténticos pedestales que no curvan el pie. “El pie es el segundo corazón” afirma Mario Moretti Polegato, presidente de Geox, un empresario habitual en las cumbres de Davos que admite la inestabilidad geopolítica que comprime el mercado y dicta prudencia.
Aniversario
Emporio Armani cumple 40
Emporio Armani celebró su 40 aniversario desplegando toda su sabiduría sobre la elegancia silenciosa. El creador, a sus 82 años, afirma que para él es fundamental la búsqueda de la ligereza, la fluidez del talle, la morbidez del movimiento cromático. Para los hombres, blazers ligeros, casi camisas, y pantalones estilo pijama. Una carta de colores mediterránea, y un patronaje perfecto se rendía al modisto, que saludó por primera vez junto su nieta, Silvana Amani, y Leo Dell’Orco, diseñador para hombre. “Han sido años muy duros, muy extraños, muy bellos, y nunca me rindo porque creo que mi forma de pensar tiene un gran impacto” afirmó el creador a la prensa.
Max Mara triunfó con una de las colecciones más sólidas y coherentes, que explora el existencialismo. Ian Griffith se inspiró en Bonjour tristesse de Françoise Sagan, e imaginó el tránsito de la generación Beat a la Z: crops, tank tops, shorts y vestidos cortos con chaquetas oversize conforman su concepto de una burguesía rebelde, que, en sus propias palabras,“explica una idea de libertad y explora un paisaje interior”.
El creador cuenta que Max Mara está pasando por una fase existencialista: “en la cuarentena hemos explorado nuestro lado filosófico. Me intrigó la idea de la libertad interior que transmite Sagan. A la autora se le negó la libertad física –con 17 años- pero encontró la libertad interior. Hemos reunido los clásicos de la ropa de trabajo y los hemos traducido en vaqueros, gabardinas, popelines, tejidos realmente frescos con una sensación de perfección con la intención, espero, de crear un armario que viste una especie de Françoise Sagan de nos jours. Es importante para mí resaltar que esto no es un armario histórico, es un armario contemporáneo”.
Uno de los desfiles más estimulantes fue el de MM6 Maison Margiela, que tuvo lugar en el histórico café milanés La Belle Aurore. En una esquina de la calle, con el olor de la cena en los patios de vecinos, desfilaron sus modelos, con un aire entre “Gambito de Dama” y Leonora Carrington o Dorothea Tanning. Surrealismo, homenaje al clown, falsas pieles y telas que parecen papel o cartón crudo trajeron un soplo fresco a la vieja moda que transita entre el pasado y el futuro y sabe que su principal cometido es el de vender experiencias. Hoy ya no hay colores de temporada, ni largos fijos ni volúmenes precisos. La calle se apropiará de aquello que más le seduzca, lo mezclará, lo editará, lo colgará en una pantalla, y entonces dejará de estar de moda.
Artículo publicado en La Vanguardia el 3 de octubre de 2021.
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