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El Ayusato

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. / Populares de Madrid

“No gestiono emociones” le respondió Isabel Díaz Ayuso a la diputada de Podemos Alejandra Jacinto tras leerle la carta de una niña de la Cañada Real que vive sin electricidad, duerme con cinco mantas y estudia a la luz de una vela. Me quedé prendada con el lapsus, porque si algo maneja con audacia la nueva lideresa son las emociones. A la madrileña, claro. Con una táctica en la que mezcla campechanía y la auctoritas propia de quien se gusta.

Observo sus pasos ambiciosos, la incontestable influencia que ha adquirido entre la militancia y, a la vez, la irritación que provoca en propios y contrarios, ávidos en señalar: “¡Qué curioso que se compare con el fenómeno fan en torno a Britney Spears, un juguete roto con trastornos mentales!”.

Ahora escala hacia Génova, sabiendo que necesitará casco de alpinista. Porque las mujeres del PP siempre se han topado con un techo de mármol travertino. ¿Qué ha sido de la competencia de aquellas once ministras de Aznar que podían llegar a liderar el partido? ¿O de las de Rajoy? Sáenz de Santamaría perdió frente a Casado y se marchó. Luego despidió a la mejor portavoz que podía tener un PP ambicioso, Cayetana Álvarez de Toledo. Aguirre fue la que llegó más lejos: un as del contrapoder. Hasta que encarcelaron a sus dos torres –y ella no estaba in vigilando –, pero se mantuvo erguida, y a pesar de estar retirada, sus opiniones son temidas cual Cruella de Vil.

Cabría preguntarse si el contexto ha variado lo suficiente para que Ayuso no tenga que virar de naif feminista liberal a radical frente a los machos alfa genoveses. Parece aventurado afirmar que reúne los necesarios apoyos lejos del microclima ideológico de Madrid, también certificar que sus ideas políticas sean proactivas. Pero carisma no le falta. Por si acaso, se va a hacer las Américas, dispuesta a demostrar que la reina de la madrileñidad posa para sus followers en la Quinta Avenida, libre como el mar.

Artículo publicado en La Vanguardia el 20 de septiembre de 2021.

Publicado en La Vanguardia

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