La youtuber más famosa de España viste la moda de invierno de Dior y prepara su vuelta tras una crisis vital que la llevó a salir de las redes para cuidar de sí misma
Empezó grabando sus vídeos en el sofá de casa y hoy es la youtuber más famosa de España. Colabora con marcas de moda como Dior, pero también crea sus propias colecciones de zapatos o maquillaje. Reivindica la palabra ‘sexy’, la naturalidad y el buen rollo. El distanciamiento de su pareja, Alba Paul, la ha obligado a hacer un parón tras 12 años de conversación continuada en redes para tomar impulso.
Aida Domènech nació hace treinta y un años en Montgat (Barcelona), donde se crio entre el colegio y la playa. Dormía en una litera color turquesa, bailaba con desparpajo y experimentaba un especial deleite al contar historias.
Tenía un ojo vago, pero con el otro contemplaba el mar y la estación de tren desde la ventana de su cuarto. Se acostumbró al traqueteo sobre los raíles y al silbato, y esos sonidos acabaron por arrullarla, contagiándole sueños de lejanía.
Los veranos en el camping de Santa Cristina d´Haro, en bañador y descalza, le regalaron la primera sensación de libertad alargando la noche en pandilla. Hoy afirma que, si es madre, no privará a sus hijos de la experiencia de veranear en una caravana con su parcela, donde todos son familia.
Hija de Anna Pascual, una administrativa muy lectora –que ahora dirige la empresa de su hija–, y Salvador Domènech, instalador de máquinas de frío, Aida interiorizó aquello que le decía siempre su abuela, la yaya Anita, que murió el pasado agosto: “Que no te importe nunca el qué dirán”. Enamorada del cine y la moda, de niña hacía teatro y sus padres la llevaban a algún casting. Cuando empezó elaborar sus primeros looks con prendas vintage que encontraba en Els Encants, sus amigas le preguntaban si no le daba vergüenza, una palabra que pronto aprendió pronto a conjurar.
Nativa digital, se apuntó con 14 años a los primeros fotolog. Quiso elegir un pseudónimo que contuviera la palabra “dulce”, y un amigo le sugirió ‘Dulceida’ –a menudo lo confunden con Dulcinea, y a ella le parece encantador–. “Éramos un grupo de amigos que colgábamos las fotos que nos hacíamos de noche –recuerda–. A veces nos disfrazábamos y subíamos las imágenes. Hasta que salió blogspot, donde en lugar de una sola foto podías poner muchas más. Y entonces pensé que tenía mucho que contar sobre mi mundo interior. Me inspiró mucho Mary Kate Olsen: ha sido mi máximo icono. Con sus camisas masculinas, plataformas y bolsos grandes de Balenciaga… me volvía loca”.
Dulceida empezó a cuajar. Cuantos más clics recibía, más se aventuraba. Su belleza, exótica pero a la vez terrenal, la de la chica guapa del barrio que te habla como amiga y te anima a respetar tu propio cuerpo –“preciosos y preciosas” llama a sus usuarios–, triunfaba en la nube.
¿Se ha inventado un personaje?
Soy 100% yo, aunque ahora voy con mas cuidado. Veo cosas de antes y pienso “¡qué valiente era!”, no le tenía miedo a nada. Estoy aquí para inspirar, divertir, entretener, para que ser rían de mí o para reírme yo de mí misma, para transmitir algo positivo y bueno. Lo que yo hago día a día es crear contenidos. Puedes ser influencer por el numero de seguidores que tienes, como un futbolista, pero ellos no elaboran historias propias…
¿Y por qué interesa tanto?
Quizás porque comunico de una manera cercana. Cuando la gente me conoce, dice “¡eres igual! Te veo cada día en mi salón desde youtube y te siento como una amiga”.
¿La pantalla para usted es una ventana?
Youtube es la red social en la que me siento mas cómoda: sé que me ve gente de todo el mundo, y aunque tenga un mal día, pongo la cámara a grabar, y me siento bien, no me avergüenza llorar porque me siento súper arropada. A veces me preguntan por qué exhibo mi vida, pero se trata solo de un pequeño porcentaje, y muy escogido. Me dejo llevar por lo que siento, y por lo que me apetece. Mi prioridad es transmitir buen rollo. Y hay mucho trabajo detrás. Cuando la gente dice “pero si solo os hacéis fotos”, no sabe que para hacer un reels [un vídeo de máximo un minuto] te tiras siete horas grabando y dos más editando…
Este verano anunció un parón en redes, tras comunicar que se daba un tiempo de reflexión con su mujer…
Estoy contenta de haber hecho un parón. Llevaba doce años sin parar: no me permitía ni un domingo sin publicar. Alba y yo llevamos siete años juntas y ahora nos estamos dando un tiempo porque nos queremos mucho. Cuando lo anuncié, la gente me exigía respuestas. Y entonces empezó el agobio. Además, empezaron a inventarse cosas… Bueno, estaba pasando un mal verano, y entonces murió mi abuela. Me sentía muy perdida y supe que las redes no podían ser otro peso: no podía permitirme que los comentarios afectaran más a mi estado de ánimo…
¿La han lastimado?
Las redes sociales nunca me han causado dolor. Me lo paso súper bien; ¡me flipan! Estoy deseando volver: echo de menos a mi comunidad. Pero en este momento no podían ser un lastre. Dije que regresaría en septiembre y este mes seguro que vuelvo. El día que desinstalé Instagram del teléfono me sorprendí a mi misma. Pero era mi momento, tenía que cuidarme. Estoy intentado no estar en el mundo, porque mi otra Aida me ha hecho “toc-toc: te necesitas…”.
Feminista, bisexual e icono LGTBI, es consciente de que vive en una burbuja de libertad, pero “a veces, al viajar, cuando te das un beso en la cola del pasaporte, recibes malas miradas, tanto de hombres como de mujeres. Y eso me da mucha rabia. Algún hombre nos ha dicho también “¿puedo unirme a vosotras?”. A algunos de mis amigos sí que les llaman ‘maricón’, pero para nosotros no es nada malo –igual que bollera–; tenemos que desactivar el estigma”.
¿Y la política? ¿Es nacionalista?
No me gusta hablar de política en las entrevistas. Mi posición la demuestro votando.
¿A qué tiene miedo?
Ahora mismo a muchas cosas, aunque es más incertidumbre en todos los campos… Y esa sensación no me gusta.
¿Le preocupa envejecer?
Sí y no. Me siento muy bien conmigo misma. Y estoy aprendiendo a apreciar lo bonito del cuerpo de las mujeres, incluso unas estrías. Y también a evitar caer en el tópico de decir “esta chica tiene un cuerpo precioso, pero…”. He aprendido a no juzgar rápido. Nacemos sin prejuicios y luego se nos van adhiriendo. En diez años me veo dirigiendo mi empresa, como hace ahora mi madre.
El poder del público joven
Una influencia convertida en empresa
En 2014, cuando empezó a posar con su novia –y posteriormente mujer, Alba Paul–, se convirtió en la youtuber más famosa de España, con 2,2 millones de seguidores (que superaba en Instagram, con 2,9 millones de followers). Su postura corporal, su manera de mover las manos y los dedos y unos guiones con su punto de comedia enganchaban al público joven, y las marcas fueron pronto conscientes de su poder de influencia. Y empezaron a invitarla a las fashion weeks.
A día hoy dice seguir sintiendo todavía mariposas en el estómago cuando se prepara para viajar a París al desfile de Dior, cuya colección otoño-invierno 21-22 luce en este reportaje. Su empresa –a través de la que colabora con Sephora o GHD y firma su propia línea de zapatos y colecciones cápsula, como en 2019 para Primark– da trabajo a 15 profesionales: 14 mujeres y un hombre. También organiza un festival musical, Dulce-Weeks, y posee una agencia de representación.
La sesión
Fotografía: Félix Valiente
Estilista: Beatriz Moreno de la Cova
Ayudante: Judit Gómez
Maquillaje: Miss Diamondz
Peluquería: Bosco Montesinos (X Artist Management)
Agradecimentos: Circuito del Jarama- Race
Dirección creativa:
Joana Bonet
Artículo publicado en Magazine La Vanguardia el 19 de septiembre de 2021
Que mujer tan maravillosa y espectacular, posee de mucha luz y una gran magia que ni ella misma se imagina.