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Crónica del deshielo

Los primeros días después de la nevada miramos con envidia a los vecinos que tenían pala y podían quitar con ella la nieve de sus puertas. ¿Desde cuándo guardaban una pala en su piso de ciudad? Qué poco sabemos de la gente que vive al lado, previsores obsesivos que aguardaban la hora de tener que enterrar un cadáver o retirar hielo ennegrecido.

Nosotras utilizamos sartenes y bandejas cromadas para poner el pie en tierra. “¡Qué estereotipadamente femenino! ¡Qué Jane Austen! –me dije–, pero los Reyes nos traían cocinitas en lugar de cajas de herramientas, asumiendo temerariamente que siempre habría a nuestro lado un hombre con un destornillador para salvarnos. En el telediario vimos en acción a la UME, la unidad que se inventó Zapatero tras otra nevada para popularizar lo militar, otorgándole misiones sociales en mayday . Entonces se mofaron de él: vaya idea, en lugar de que los sargentos estén custodiando el arsenal en espera de un ataque. Ciudadanos y coches en medio de la nada los recibían como héroes. Por un instante, mientras la nieve caía a lo Dublineses , sobre los vivos y los muertos, y el parque de Berlín se convertía en el cementerio de Novodévichi, no hubo chirridos políticos. El blanco silencio acolchado ofreció una válvula de escape. Los madrileños se sintieron noruegos ejemplares ante la llamada de Almeida a quitar cada uno la nieve de su acera. Incluso una señora con botas après ski de Chanel empuñaba la pala en Chamartín. Pero el alcalde se puso pedigüeño ante el overbooking de los contenedores: guardar bolsas de basura en casa era un hecho que solo podía carecer de importancia para los nuevos miles de contagiados.

En la ciudad todavía hay postales que evocan a Chéjov, pero han causado más de 3.000 fracturas en una semana. Tercera ola, los niños aburridos en casa, el miedo esparcido entre el frío, las tuberías heladas, las primeras ratas… Aguardamos el deshielo, no solo de la ciudad, también el nuestro. En mi caso, saqué un recopilatorio de los Bee Gees de hace 40 años, Tragedy , que me esperaba como una pala, y bailé Staying alive pensando que nunca habíamos vivido tan resbalosamente.

La Vanguardia, 18 Enero 2021

Publicado en Artículos La Vanguardia

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