Diseñador de la firma italiana desde hace casi treinta años, Griffiths es artífice de la llamada ‘bella figura’, a partir del racionalismo, la lógica del corte y la poesía.
Su última colección resort está dedicada a Rusia y al Museo del Hermitage, una de sus pasiones.
No se ha prodigado en exhibirse ni ha querido dictar tendencias desde el poderoso altavoz que es la moda. Ian Griffiths, discreto y culto, amante de los jardines, las bibliotecas y el arte, es la cabeza y el sentimiento tras cada prenda firmada por Max Mara, el buque insignia del emporio Maramotti. Nacido en Suffolk, un paisaje idílico de prados y molinos de agua junto al río Stour cuyos campos de labranza fueron plasmados por Constable, Griffiths es un gentleman que habla perfecto italiano con acento británico.
Tiene aires de actor de teatro shakespeariano, aunque transmite también la sensación de esa vanguardia urbana que bebió en su juventud, en Manchester, como estudiante de arquitectura. “En aquellos años fui punk: experimentaba con los cabellos, el maquillaje, la ropa… pasaba tardes enteras preparándome para salir. Mi héroe era David Bowie. Él nos enseñó a disfrutar de la propia imagen, e incluso a manipularla para tu propio beneficio… Hoy tengo una imagen muy clásica, pero mi corazón no es conservador. Sigue siendo radical, como en aquellos años de estudiante”, dice.
Considera que la elegancia nace de la desenvoltura, hasta el punto de olvidar lo que se lleva encima. Y escribe personalmente los textos de sus colecciones. Su última resort nace con una fuerte voluntad de pervivencia. Rusia y los Románov, pero también Malévich y Kandinsky, dieron forma a Razón y Romanticismo, dedicada a la magnificencia de San Petersburgo. La firma consiguió que le abrieran a Griffiths los archivos del Museo del Hemitage, que él visitó en diversas ocasiones con su motto personal en la cabeza –“solo puedo hacer las cosas de verdad”–, y de ahí surgió la colección.
“Siempre he estado enamorado de la idea de San Petersburgo, de su magia, de las historias que de Tolstói, Pushkin o Dostoyevski que leí en la escuela…y, después de nuestro desfile en Berlín, sentía en el aire del tiempo ese deseo de poesía… Cuando se piensa en Max Mara no suele relacionársela con la poesía, sino con algo muy racional: lógico, limpio, clásico. Yo quería profundizar en el lado más romántico de nuestra mujer, y por ello nos inspiramos en esa ciudad, construida en un estilo neoclásico italiano, y a la vez con estructuras racionales. Unimos el rigor de su arquitectura con el de nuestro diseño, y descubrimos un lado romántico en su propio racionalismo” resume.
La colección tenía que desfilar en el propio Hermitage, pero no ha sido posible debido a la pandemia global. Aunque Griffiths subraya que la crisis sanitaria les dio más coraje, más motivo para incentivar el ánimo y convertir su colección en un soporte emotivo.
“Conociendo la historia de Rasputin, sentí curiosidad por aquel príncipe que participó en su asesinato: Félix Félixovich Yusúpov. Su mujer, Irina, que también estuvo implicada, cuenta su vida en un libro Esplendor perdido. Buceé en ese mundo, aristocrático y al tiempo moderno. Vivieron un período que supuso un giro en la historia. Escaparon de la Revolución a París, y allí se reinventaron; y, como todos los rusos emigrados, se apuntaron al modernismo, al constructivismo, y fundaron una casa de modas… Félix e Irina eran muy andróginos. El se travestía y se colaba en los cabarets. Hay fotos donde no se percibe si es él o ella”.
¿Podría decir, a la manera de Flaubert con Madame Bovary, ‘Max Mara c’est moi’?
Siempre he dicho que me he casado con la empresa. Mi marido no estará muy contento, pero le he dado una parte muy importante de mí a la compañía. Espero que mi matrimonio sea más feliz que el de Flaubert… Yo me identifico un 80% con Max Mara, algo paradójico porque mi background es una mezcla muy inglesa de punks y aristócratas. Pero enseguida tuve feeling con esta casa.
¿En qué se identifica con ella?
Max Mara respeta a la mujer. Y, por otra parte, tiene una filosofía de adherencia a los principios del diseño, lo que la ha llevado a elevar el diseño de moda a un nivel arquitectónico. Vestimos a una mujer que tiene la ambición de cambiar el mundo, apoyándose en el arte y la cultura y también en la política.
¿La política?
Sí, siempre hemos tenido una agenda feminista, aunque, en los años 80, cuando no era habitual hablar de feminismo, no lo dijéramos de forma explícita. Pero vestimos a la primera generación de mujeres que conquistaron puestos de toma de decisiones tradicionalmente masculinos, y ese power dressing no era más que un acto de empoderamiento feminista.
¿También la inclusión? En sus desfiles siempre hay una modelo con hiyab…
No quiero presentarlo como algo excepcional sino normal: si doy una vuelta por la Avenue Montaigne o Bond Street, en las calles de todo el mundo, no es extraño ver a una mujer con la cabeza cubierta. ¿Por qué la pasarela no iba a reflejar la vida verdadera? Si la marca quiere presentarse en una determinada área geográfica, debe incorporar y reflejar esa cultura, si no deviene arrogante. No se trata de motivos económicos, es una cuestión de respeto…
Usted es un enamorado de las artes. ¿Cuál es su poeta preferido?
Mi ídolo, poeta entre muchas otras cosas, es Dorothy Parker. Por su fina ironía, que esconde una cierta tristeza, aunque nunca despojada de optimismo. Johnny Danelle, el mítico DJ norteamericano descubierto por Warhol, encontró una grabación de Dorothy recitando su poema Resumé, un verdadero tratado sobre el suicido, que utilicé como banda sonora del desfile, con música. Dice así:
“Así como las navajas lastiman
y los ríos son húmedos
los ácidos te manchan
y las drogas acalambran.
Las armas no son legales,
los nudos corredizos ceden,
y el gas huele horrible,
tú bien podrías vivir”
¿De qué se siente más orgulloso en su trabajo?
Hay una nostalgia de una Europa soñada, y eso es lo que experimentamos ahora en Milán… Mirando al pasado, siempre he querido crear algo para el futuro, no quiero hacer cosas retro… Me inspiro en prendas antiguas para darles un sentido de modernidad. Lo que me da más satisfacción es ver una mujer normal, en la calle, vestida de Max Mara, porque hacemos prendas verdaderas para mujeres verdaderas.
Una entrevista muy interesante e hilvanada maravillosamente !
Un disfrute leerte !
Muchas gracias querida Camino por tus palabras. ¡Un abrazo!
Muy buena, se me ha hecho corta, quería seguir leyendo. 👏🏼👏🏼👏🏼
Muchas gracias querida Isabel :)