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Irene Montero: “En cuanto a relaciones de pareja, soy conservadora”

Es la ministra que más titulares acapara. Irene Montero habla con ‘Vanity Fair’ sobre feminismo, rumores de infidelidad, el acoso en su polémico chalet y cómo la maternidad ha cambiado su día a día y el de su pareja, el vicepresidente Pablo Iglesias.

Irene Montero, ministra de Igualdad, posa con vestido de punto de canalé y botones dorados de Maje.JAVIER BIOSCA

Cuidado, a ver si se nos cae!”, exclama Irene Montero (Madrid, 32 años) cuando me dispongo a enderezar la fotografía oficial de los reyes antes del disparo del fotógrafo. El retrato de Felipe VI y Letizia está apoyado en una ondulación de la boiserie que preside la pared de su despacho. El marco se mantiene y el riesgo de un amasijo de cristales rotos esparcidos en el suelo de la ministra republicana se desvanece. No hay otro renglón torcido más que el monárquico en este gabinete. “Con la reina coincidí en un acto de Apramp, la asociación de víctimas de trata, y escuchamos juntas sus historias de vida. Más allá de que yo sea republicana, me pareció una mujer inteligente, irónica, llevaba la reunión bien preparada y hablamos de temas que nos interesaban a las dos”.

Ordenada y contenida

Lapiceros, rotuladores fosforitos, clips, carpetas, todo en su mesa está perfectamente alineado. Un blazer negro en el perchero. Un termo de agua en la esquina. Una representación del mundo ordenada y contenida. Son las tres de la tarde y las acacias de la calle Alcalá derraman sus verdes frente a la bandera LGTBI que aviva la fachada del Ministerio de Igualdad. Irene Montero es trending topic desde hace 15 días. “¿Has visto lo de Rosa Villacastín en Diez Minutos?”, me preguntó Lídia Rubio, su jefa de prensa, el día que solicitamos esta entrevista. En 24 horas se había convertido en tendencia, no tanto por sus declaraciones como por el posado y la cabecera. “La Preysler de Galapagar”, la apodaron.

“¡Madre mía!”, exclama la ministra, “nunca me hubiera imaginado esta reacción. Somos plurales y mi responsabilidad es acudir a los medios que me invitan, incluso si es para disentir con ellos. ¡Como si determinadas cosas que se le pueden criticar a la prensa del corazón no estuviesen en la supuesta prensa seria!”. Algunos opinadores confundieron un Chanel con un Mango —rebajado a 15 euros— y un Rolex con un Swatch: “Nunca me compraría un reloj de 5.000 euros, ni de 1.000. Entiendo a quienes lo hacen con su dinero, aunque sean de izquierdas. Para mí es una desproporción y me crea cierto rechazo. Por otro lado, estoy descubriendo que la moda no es siempre impostura, también es una forma de expresar cómo eres. Mi suegra, que es abogada sindicalista, siempre nos explica que tiene la responsabilidad de ir tan bien vestida o más que los abogados de la patronal. Como si ser progresista implicara pasar penurias. Precisamente lo que la izquierda defiende es un reparto más justo. El acceso a la belleza es un derecho”.

Telefoneo a Rosa Villacastín, que incluso recibió amenazas personales. “Me acusaron de blanquearla, y compañeros como Alfonso Rojo o Alfonso Ussía me recordaron mi pasado de jefa de prensa del Senado con [Manuel] Fraga haciendo queimadas. Les contesté a todos. Pero otros compañeros me felicitaron, además de miembros del Gobierno como Margarita Robles, y dos exministras del PP: Ana Palacio y Ana Pastor, que se mostraron sorprendidas y escandalizadas de la que se había montado. ‘¿Pero cómo es Irene de verdad?’, me preguntó una de ellas. ‘¿Es elegante?”.

Irene Montero, retratada en su despacho con traje de chaqueta y jersey, ambos de Pedro del Hierro, y zapatos de Exé.JAVIER BIOSCA

Tras hora y media de entrevista, se oye un llanto. La menor de sus tres hijos, Aitana, de un año, llega de la escuela infantil del Congreso. Se encuentra en “periodo de adaptación” y sigue el método Montessori. Aún es lactante. Montero parece un libro abierto de pedagogía moderna, aboga por la crianza respetuosa y lee a nutricionistas como Julio Basulto. Sus hijos comen con las manos, siguiendo el método Baby Led Weaning. Los gemelos Leo y Manuel, de dos años, eligen la camiseta que visten entre las tres que les ofrece su madre. “La maternidad me ha enseñado a ser más tolerante con el deseo de los otros”. Abraza a Aitana, que va con camiseta y pañal, huele dulce, se agarra al pecho, mirada de amante rapaz, se quedan solas, el silencio maternal se mastica en el aire. La ministra llega a la sesión de fotos con zancada y sonrisa amplias, ojos bien abiertos, flaca y fibrada, sin tatuajes ni piercings, provista de ese aire que se les queda en el entrecejo a las primeras de la clase. “Debería de conocerse más vuestro trabajo, esa mezcla de creatividad y técnica, es un proceso complejo”, dice lamentando los prejuicios contra las producciones de moda.

Bajo el teclado del ordenador sobresale medio folio con varias letras del abecedario: podría ser una prueba de la impresora o tal vez está estratégicamente colocado para dar el pego. Acaso es un protocolo de seguridad, no fuéramos a olisquear documentos confidenciales. Me cuenta que días atrás, dos periodistas se colaron en los despachos del Congreso de Montero y su pareja, el vicepresidente Pablo Iglesias. Desde hace cuatro meses ambos sufren acoso permanente. Uno de los hostigadores logró imágenes del interior de la vivienda. “Están sufriendo un gran maltrato psicológico, aunque son fuertes y seguros”, comenta un miembro de su equipo. El Ayuntamiento de Galapagar ha pedido el cese de los actos de repudio en los que no han faltado las amenazas de muerte, incluso a sus hijos. “Eso es lo que más me ha afectado y claro que pusimos una denuncia, es nuestro deber como padres”.

—¿A pesar de su corta edad, los niños se han enterado del acoso?
—Cuando gritan, se oye. Pero nos organizamos de manera que no les afecte. Son conscientes del cambio de rutinas al acostarlos antes, por ejemplo, pero no hablamos de esto delante de ellos.
—¿Cómo se explica haber llegado a esta situación tan prolongada y sin precedentes?
—Ahí operan una derecha y una ultraderecha que solo sobreviven a través del odio. Nosotros trabajamos por un proyecto de país que para ellos es despreciable: la justicia social, el reparto de la riqueza, el feminismo… Creen que amenaza su forma de vida, y no solo tratan de dañarnos personalmente, también quieren convencer a la gente de que está mal comprarte una casa con tu dinero e hipotecarte a 30 años.
—¿Fue un error Galapagar?
—Dimos ese paso para proteger a nuestra familia. Y lo ocurrido en los últimos dos años ha demostrado que teníamos razón.
—¿Y ahora se siente protegida?
—Confío en las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado. Se trata de una operación política y lo quiero poner en perspectiva. Mucha gente ha dado su vida por defender la libertad y la justicia social, por tanto, no vamos de víctimas aunque no nos parece un buen precedente democrático.
—¿Los ha erosionado como pareja?
—Hay momentos difíciles y la pareja no es indiferente a las situaciones de tensión, pero también puede fortalecer el proyecto común, porque te hace reflexionar sobre el sentido de permanecer juntos, el sentido de la familia y la importancia de los amigos. Que estos reaccionen arropándote, cuidándote, intentando hacerlo todo más fácil, eso es muy valioso.
—Corrió el rumor de una supuesta infidelidad de su pareja con una asesora.
—Quien se inventa esas cosas no conoce nuestra vida. Cualquiera que vea nuestra rutina se reiría mucho, como les ocurre a nuestros escoltas y a la gente que trabaja con nosotros.

La titular de Igualdad viste jersey y pantalón de Woman para El Corte Inglés y botines de piel de Mango.JAVIER BIOSCA

Montero es hija de Adoración Gil, educadora infantil, y de Clemente, un estudiante de Medicina a quien la vida arremangó temprano como mozo de mudanzas. Ya enfermo de cáncer mantuvo largas conversaciones con su hija, embarazada de gemelos. Murió el 14 de junio de 2018 y ella le rindió homenaje con unos versos de Mario Benedetti: “Llegaste temprano / demasiado temprano / a una muerte que no era la tuya”. Hoy sigue usando el perfume que le regaló: Única, de Adolfo Domínguez.

Un mes después de esparcir las cenizas en su pueblo, Tormellas (Ávila), y en pleno solsticio de verano, el dolor la llevó al servicio de Urgencias del Gregorio Marañón con un parto gemelar prematuro. A vida o muerte. Leo y Manuel permanecieron casi cuatro meses en la UVI. La pareja practicó el método canguro, pecho contra pecho, calor y vínculo, en la unidad de neonatología. Irene aún recuerda la mirada de la ginecóloga y la mano del anestesista. La vida empujó hacia fuera, cada día era una victoria, “tiramos adelante”. En ese pueblo la recuerdan como una chica lista, con desparpajo. Estudió en el colegio Siglo XXI, una cooperativa de padres progresistas que sigue el modelo Célestin Freinet: la escuela privada y progre más económica de Madrid. Montero se pagó la universidad gracias a las matrículas de honor: “He sido empollona, me licencié en Psicología Educativa, hice un máster, inicié mi periodo de investigación con un expediente académico excelente. Siempre me gustó ser la primera de la clase”. En 2011 renunció a un doctorado con residencia en Harvard: “El 15-M cambió mi vida”.

Su carácter está cincelado por la condición de hija única, como su pareja. De ahí su cabezonería y ese bajo umbral de tolerancia a la frustración. Confiesa que el miedo lo combate sintiéndolo y luego buscando la calma. “A mis hijos nunca les digo ‘No llores’ o ‘No tengas miedo’, sino ‘Si te asusta subir ahí, yo te ayudo”. Los errejonistas que la vieron crecer políticamente admiten que es inteligente y capaz. “Pablo vio en ella a una tipa lista, muy trabajadora, ambiciosa, metódica, con disciplina de partido y sin conflictos morales. No está ahí por acostarse con él. Su relación personal fue posterior”, cuenta un disidente de Podemos que pide el anonimato. La foto robada de un beso en una terraza hizo pública su relación con Iglesias. Se conocieron en un acto en Vallecas. Luego vino La tuerka —programa de entrevistas realizadas por el líder de Podemos—, y de jefa de gabinete de Iglesias Montero pasó a ser en Vista Alegre II la cuarta candidata más votada. Nombrada portavoz de Podemos, se convirtió en la primera diputada en la historia democrática en presentar una moción de censura. Fue contra Rajoy en 2017 y no prosperó, pero ella deslumbró con su verbo.

Desde el estrado, el diputado popular Rafael Hernando fumigó a Iglesias con un rancio perfume: “Hay quien dice que estuvo mejor la señora Montero que usted, pero no diré esto porque si no, no sé qué voy a provocar en esta relación”.
—Sus adversarios políticos la consideran inexperta. La llaman cajera de supermercado.
—Tengo 32 años y hay muchos hombres de 50 y 60 años en la política de este país que no han hecho nada más que política. Parecen muy respetables porque son hombres y van con traje y corbata, pero no han tenido ninguna profesión. A veces ni siquiera han terminado sus estudios.
—¿Puede darme nombres?
—No es difícil encontrarlos. Pero cuando se trata de una mujer joven, a la sociedad todavía le cuesta atribuirle brillantez, excelencia, credibilidad.
—Se la acusa de radical.
—Radical es quien va a la raíz. En ese sentido me identifico como alguien que trata de resolver los problemas desde su raíz. Quiero justicia social, feminismo, igualdad… Que la gente pueda tener derecho a una vivienda digna, que no haya tres millones y pico de casas vacías y a la vez un montón de familias que no saben dónde van a vivir la semana que viene.
—¿De qué habló con Ana Patricia Botín, un apellido que usted ha nombrado con acritud?
—Pertenecemos a mundos distintos, me parece una mujer inteligente y de trato agradable que expresa claramente el disenso. Hablamos de feminismo, de vivienda, y la vi interesada en conocer mi punto de vista, de la misma forma que yo escuché así el suyo. Me sentí cómoda expresándole enormes discrepancias y eso no siempre es fácil.

“El feminismo sí es político”, proclamaba Montero en enero de 2019 en Matadero Madrid ante 500 mujeres simpatizantes que la aclamaban y cantaban a Rozalén. Allí comprobé que el tono de su arenga procede del activismo y su feminismo se resume en una frase: “Poner la vida en el centro”. Cita como referentes a Rosa Luxemburgo, a Angela Davis y a las madres argentinas de la Plaza de Mayo. Ha leído a Amelia Valcárcel, crítica con ella. “Es una de las teóricas feministas que mejor nos ha formado”, afirma. Duplica el plural en femenino y masculino, pero no dice “todes” ni se define como cuerpo menstruante, ni TERF (Feminista Radical Trans-Excluyente) ni queer. Rehúye las etiquetas. “Me defino como mujer, aunque creo en la alianza del movimiento feminista con las personas trans, LGTBI, racializadas, que ven sus derechos muy vulnerados”.

Rechaza los vientres de alquiler y promueve abolir la prostitución. Mantiene cercanía con socialistas como María Teresa Fernández de la VegaMaría Jesús Montero o Bibiana Aído. Su ministerio acaba de presentar la Macroencuesta sobre violencia contra la mujer 2019: un 57% de mujeres han sufrido violencia sexual, tocamientos o acoso.
—¿Coincide su feminismo con el de Carmen Calvo?
—Tenemos más puntos en común que diferencias. Lo que nos acerca ha posibilitado que formemos parte del mismo Ejecutivo.
—Hoy [7 de septiembre] periódicos y redes demandan su currículum y los nombres de sus colaboradores, ¿por qué no los difunde?
—El currículum se ha publicado varias veces, puede consultarse en el BOE. En cuanto a los asesores, todos los ministerios lo hacemos con arreglo a la Ley de Transparencia y a las normativas del Ejecutivo. También me han criticado por mostrar parte de la vida del ministerio de una manera más desenfadada y cercana. Contra mi partido vale todo, y eso tiene que ver con las cloacas del Estado.
—¿Quiénes forman las cloacas del Estado?
—Según el Congreso y los jueces, policías corruptos como el comisario Villarejo, que manchan el nombre de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado utilizando recursos públicos para fabricar pruebas falsas. También algunas empresas del Ibex 35 que han contratado sus servicios. Eduardo Inda está en los papeles de Villarejo, Esteban Urreiztieta también… Hay muchos periodistas. El propio Villarejo lo cuenta: se dedicaban a fabricar noticias, inventar escándalos mediáticos.
—¿Y tampoco hay caja B?
—¡No, no! El caso Dina [Bousselham] recibió bombo y platillo porque se suponía que Pablo había destruido la tarjeta de aquel móvil, y cuando se demuestra que no, silencio absoluto. Nos ha ocurrido ya decenas de veces, y por eso defendemos que se investigue. Ser una formación política nueva que ha llegado en seis años a formar parte del Gobierno tiene un precio que estamos pagando.

La política y mujer del vicepresidente Pablo Iglesias luce vestido de Maje y abrigo oversize de lana de Mango.JAVIER BIOSCA

A Irene Montero le molesta que la juzguen a través de su pareja o de cualquier otro hombre. “Una de las formas de deslegitimar a una mujer es juzgarla a través de sus parejas, sus amigos, sus compañeros de militancia o partido. Lo combato, porque es machismo puro”. No niega que en Podemos haya machismo, y añade que no se le ocurre un espacio institucional donde no exista.
—A Pablo Iglesias se le acusa de ser un macho alfa.
—Forma parte de la intencionalidad de construir una imagen determinada. A Pablo es fácil juzgarlo. No solo ha mostrado autoridad como secretario general, sino que ha sido el primer político que ha cogido tres meses un permiso de paternidad para cuidar a dos hijos prematuros mientras su compañera cumplía con sus tareas laborales…
—Y usted, ¿en qué rompe el paradigma patriarcal de la feminidad?
—Soy muy vehemente, muy poderosa en ese sentido, y controladora con todo. Procuro contenerme, trabajarme en ese aspecto para afrontar las cosas desde otra perspectiva. Tengo mi mala leche y también mis inseguridades, pero con los niños me doy cuenta del ímpetu y del carácter que tengo, aunque las decisiones sobre nuestros hijos son compartidas con Pablo, que se ha demostrado más hábil que yo en muchas cosas. Yo soy de empollar los temas, pero a la hora de ejecutarlos él mantiene la calma, es más capaz de llevarlo todo hasta el final.
—¿Es tan importante la complicidad intelectual como el apoyo afectivo?
—Si Pablo no fuera una persona extremadamente sensible, hubiese sido muy difícil transitar en nuestras condiciones los acontecimientos que hemos vivido. No es que me haya apoyado, es que lo hemos sufrido, reído y vivido todo juntos.
—¿Es usted pudorosa?
—Sí, y conservadora en algunas cosas. Por ejemplo, en mi concepción de las relaciones de pareja.
—¿Nada de pareja abierta?
—En eso soy conservadora y no lo digo como virtud. Soy consciente de que soy así y no es una de mis prioridades de transformación…
—¿Ha tenido relaciones con mujeres?
—He probado diferentes cosas, claro… En la adolescencia, en mi juventud… Pero siempre me he sentido heterosexual.
—¿Y qué tipo de familia tiene? Regálenos una escena.
—Una bastante normal; teníamos ganas de tener una familia. Hacemos juntos todo lo que podemos. Tanto Pablo como yo somos niñeros. Jugamos todos juntos en el suelo del salón.
—No debe de ser fácil la armonía.
—No es sencillo con tres niños pequeños. Te puedes querer, ser una pareja engrasada y aun así, por la mínima chorrada, el cansancio, la saturación, puedes acabar mirándote y preguntándote: “¿De qué estamos discutiendo?

Vanity Fair, 22 Septiembre 2020

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