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Wes Gordon, el chico de oro de la moda: “Es un error querer hacer ropa para todo el mundo”

Con apenas 30 años y el beneplácito de la gran dama de la moda, el director creativo de Carolina Herrera es adorado en Hollywood y abandera el colectivo LGTBI en la pasarela.

En menos de dos años Wes Gordon (Chicago, 1987) ha pasado de er aquel encantador chico sureño que la señora de la moda, Carolina Herrera, eligió como sucesor, al niño mimado de la moda norteamericana, adorado por un selecto club de actrices de Hollywood y personajes de la talla de Michelle Obama, y abanderado del colectivo LGTBI sobre la propia pasarela. Un alto desafío.

Nadie se veía capaz de ceñirse la corona de Herrera, una de las mujeres más elegantes del mundo que se estrenó como consejera de Jaqueline Kennedy y durante cuatro décadas dio forma a una marca que quiso capturar la esencia de la Quinta Avenida, pero también del Nueva York palpitante de las fiestas de Capote y Warhol, la alta sociedad y sus soirées en Le Cirque o el Copacabana. Entonces, la bohemia, provocación y élite formaban un trío avasallador.

La firma encontró enseguida a fieles compañeros de viaje: Puig llegó un a acuerdo con Carolina en 1987 para crear y comercializar fragancias, y la primera de ellas –con un packaging de lunares negros sobre fondo blanco, y un aroma exótico y dulce, de jazmín nocturno– obtuvo un éxito fulgurante en todo el mundo. En 1995 se incorporarían a la compañía catalana los negocios de moda y de accesorios, y, hoy, la marca juega en primera división como una rara avis, manteniendo el taller de costura en pleno centro de Manhattan, donde el olor a grasa quemada y gofres de Times Square no es obstáculo para seguir declarando su amor por la más virtuosa artesanía. La hija Carolina A. Herrera es ahora la directora creativa de belleza (fragancias y maquillaje). la nueva línea de make up -que ya está a la venta en exclusiva en Harrods y pronto llegará a España- y ha sido desarrollada por Wes Gordon y Carolina A. con la ayuda de la make up artist, Lauren Parsons.

Wes Gordon enamoró a la señora en menos de doce meses. Pasaban horas hablando de libros de arte. “Carolina y yo compartimos la convicción de que la moda es mucho más que una prenda de ropa. La moda es vida, alegría, risas, familia y celebración”. Y, resolviendo los sistemas desarrollados por Roland Barthes acerca de significación de la prenda, supo reelaborar los clásicos lunares, las camisas blancas, las flores o faldas rojas con exuberancia y drama (una palabra que le encanta) con el fin de refrescarlos, sin renunciar al marco, al origen, a los archivos. No se quedó en minimalismos hipermodernos, pero escapó de la interpretación literal de aquellos años en los que bohemia, provocación y élite formaban un trío avasallador.

Aunque Carolina Herrera continúe ejerciendo de embajadora global de la marca, este joven que empezó a madurar en los talleres de Oscar de la Renta y Tom Ford –tanto que se quedó con hambre de técnica y oficio y hizo un año sabático para estudiar en las aulas de la Central Saints Martins de Londres-, dicta hoy el rumbo de la firma e interviene en todos los procesos creativos, también en los perfumes. Gordon tuvo una infancia nómada, aunque sus padres compensaban el esfuerzo de las constantes mudanzas dejando a los niños pintar las paredes de sus cuartos de distintos colores. Ni a él ni a su hermana les dejaban ver la televisión entre semana, y pasaban horas y horas leyendo.

Realizamos esta entrevista vía Zoom, él en el salón de su casa de campo en Connecticut, con chimenea, y un wallpaper de Etsy, que recuerda a los dibujos de las tiendas de campaña afganas, en una simplificación de las cenefas del kilim. Su adoración por las culturas con alta carga iconográfica le ha valido algún disgusto, como sucedió con su colección Resort 2020 que pretendía rendir homenaje a la artesanía tradicional indígena, con prendas que lucían bordados típicos de la provincia de Tehuantepec o prendas con el sarape de Coahuila. La reacción fue inmediata en el mar proceloso de sensibilidades culturales. Y el Gobierno de México acusó a la firma de apropiación intelectual, porque no se había contado con el artesanado local. Gordon, en un comunicado oficial, ya había expresado que se trataba de un homenaje: “Mi admiración por el trabajo artesanal a través de mis viajes a México ha ido creciendo con los años. Con esta nueva colección he intentado poner en valor este magnífico patrimonio cultural”.

Una de sus habilidades ha consistido en incluir en su ropa las técnicas artesanales más apreciadas en todo el mundo, con afinado manejo del volumen y la proporción. El golden boy de la moda es aclamado hoy por la clientela de toda la vida de Madison Avenue pero también por las jóvenes millenials y zetas que quieren redefinir su estilo sin renunciar a la ampulosidad y al juego que transmite Wes Gordon.

¿Parte su moda de una concepción artística?

Definitivamente. Creo que hay algo artístico, algo precioso, en todo producto tangible que alguien hace. Y esa es la razón por la cual pongo tanta pasión en crear cosas bonitas, y más en nuestro oscuro mundo. Si usamos nuestras manos para crear algo nuevo, que sea algo que valga la pena. Algo bonito y puro.

¿Qué movimiento de la historia del arte le inspira más?

Desde un punto de vista filosófico, a uno no le queda otra que adorar el Renacimiento: la fe en la capacidad humana y esa búsqueda de la belleza. Pero, como me encanta el color, elijo a Matisse a principios del siglo XX. Su experimentación con el color. El movimiento fauvista me interesa mucho, es más vivo que el impresionismo, aunque si me regalas un Monet, me lo quedo.

¿Cuándo supo que quería diseñar ropa?

Mis padres siempre nos animaron, a mi hermana y a mi, a perseguir nuestros sueños y nos apoyaron en todo lo que hicimos. Desde pequeño he sido muy creativo y me ha apasionado toda forma de expresión artística. Y cuando descubrí el poder transformador de la moda, supe inmediatamente que quería dedicarme a ello.

Carolina Herrera, cuando lo conoció en el estudio, dijo de usted que era “un encantador chico del sur”. ¿Qué importancia que tiene el Sur en su trabajo?

Me mudé a Atlanta cuando tenía 9 años. Así que, no habiendo crecido allí, llegué al Sur como forastero. Y creo que eso te hace percibir mejor el espíritu de un lugar: dado que no lo has vivido desde el día en que naciste, lo ves con perspectiva. Por eso he llegado a apreciar su lado romántico. Atlanta es un lugar muy curioso, porque es una gran ciudad moderna, pero a la vez está llena de nostalgia y romance. Todo tiene un ritmo mas lento. Y las casas son preciosas. Sus habitantes priorizan la estética, también en la ropa: hay un orgullo en la apariencia. Y sin duda ese estilo de vida me ha influido… es el paisaje de mi infancia, y tanto mis padres como mi hermana siguen viviendo allí. Lo llamo hogar, porque es allí donde siempre regreso. Hay un sentimiento vaporoso, esa nostalgia de viejo Sur, que no encuentras en ninguna otra parte del país.

¿Cree que el Sur es menos competitivo que el Norte?

Es más lento. Hace calor, es húmedo… y todo se ralentiza. No sé si has tenido ocasión de visitar Savannah, o Charleston; son mágicas.

¿Conoce Caracas? Sus estampados a menudo recurren a detalles tropicales.

Nunca he ido, pero me encantaría hacerlo algún día. Aunque ahora no sea probablemente el momento…Para la primera colección en la que trabajé, utilicé La Vega, la casa familiar de los Herrera en Venezuela, como fuente de inspiración. Esa mezcla entre el estilo de la arquitectura colonial española con la cultura venezolana creo que es precioso, y muy romántico.Y esa vegetación sensual y frondosa…

Es un enamorado de la botánica, ¿qué significa para usted el ciclo de vida de una flor?

Creo que nos movemos muy rápido en nuestro día a día. Vamos en fast-forward: vidas ajetreadas en ciudades colapsadas y ruidosas en las que el aire esta contaminado… y no hay nada que pueda hacerte parar y apreciar la belleza como una flor. Ahora estoy en el campo y hay flores preciosas, y en la ciudad acudo al mercado de flores, que esta cerca de nuestra oficina donde acostumbro a parar y a comprar un bouquet. Cualquier creador te dirá que la naturaleza es siempre la mayor inspiración. Y creo que la obra maestra de la naturaleza es, de muchas maneras, una flor. La inspiración para mi colección de primavera fue el súper bloom de California. En un desierto californiano transcurrió un año muy lluvioso y todo el valle se llenó de flores. En una semana pasó de ser marrón y yermo, a convertirse en millas y millas de paisaje colorido. Me gusta esa metáfora. Te recuerda que la promesa de la naturaleza siempre esta ahí cuando se acerca la primavera, y en los tiempos oscuros, existe esa recepción de belleza, color y vida.

¿Por qué Nueva York es su musa?

Por dos motivos: cuando empecé en la firma, un cuadro de Mrs. Herrera colgaba en el estudio, y, al verlo, no podía dejar de pensar que una mujer llegada de Venezuela había acabado convirtiéndose en modelo de la neoyorquina icónica: instalada en el Uptown, que cenaba con Andy Warhol y Jean Michel Basquiat o Steve Rubell, copropietario de Studio 54. La Nueva York de los años 70 y primeros 80 fue una versión muy americana de la café society… y la señora y el señor Herrera estaban en el centro de todo aquello, algo que me fascina. Y la segunda razón es que Nueva York tiene un lado mágico. Desde que era niño he deseado vivir allí. Cada momento que paseo por la ciudad siento que estoy en una película. Los personajes, la gente, el arte, los edificios, incluso los ruidos…. No hay otra ciudad igual. Todas son bonitas a su manera, pero no hay otra ciudad como Nueva York. Nunca sabes lo que vas a encontrar. Camino mucho para ir al trabajo, y a menudo me inspiro en una mujer y su ropa. Porque hay una personalidad y una actitud en Nueva York intrínsecas a la ciudad, genuinas.

¿Cual fue la primera película que vio sobre Nueva York?

¡Muchas! Probablemente –y no es muy arty– Solo en casa 2, en la que el niño se pierde por la ciudad y vive en el hotel Plaza. También recuerdo un libro que me marcó, titulado Los archivos secretos de la Sra. Basil E. Frankweiler, que trata sobre dos hermanos que se escapan de casa y se van a vivir al Metropolitan Museum. Yo también me pierdo en los museos… y en Central Park.

Su marca va muy unida a la ciudad, y por tanto quiere representar a la mujer neoyorkina…

La mujer Herrera es la que lleva un traje rosa chillón cuando todos los demás visten de negro. Es una actitud –seguridad, espíritu– que es muy neoyorquina. Y da igual si estás en la ciudad o en Hong Kong, ella transmite esa energía. Se trata de vestirte de una manera que te complazca, y no por que creas que a otra persona le va a gustar. Y de no seguir las reglas de ‘esto es para verano, esto para invierno; esto para la noche, y esto para el día’. Esa mujer no busca pasar desapercibida ni ser olvidada. Es la actitud de Nueva York. En una fiesta, en el medio de la pista siempre se encuentra la mujer Herrera.

¿Por qué considera que trabajar en el ‘atelier’ de costura es algo surrealista?

Nuestro atelier esta en la calle 37, a tres bloques de Times Square. Por un lado, tienes toda la energía de esa espiral metropolitana: el tráfico, la multitud… y, por otro, convives con un grupo de mujeres y hombres con trajes blancos trabajando en un espacio precioso como si el tiempo se hubiese detenido. Están sentados ahí, todo el día, trabajando con las telas mas bonitas; cosiendo, drapeando… Es un universo paralelo. Lo que resulta algo increíble: a tres bloques del caos urbano, en el epicentro de la ciudad mas ajetreada de América, tienes un espacio de trabajo en el que, de una forma muy poética, se trabaja manualmente todo el día. Es realmente surreal.

¿Hay que ralentizar la moda, hacer menos colecciones, volver al viejo sistema, como afirma un grupo de diseñadores? ¿Participa usted de esta visión, aunque sea menos rentable?

Hablamos de dos grandes colecciones que se dividen en cuatro temporadas para las tiendas. Así el consumidor tiene siempre producto nuevo durante doce meses. Muchas marcas intentan llegar a todo el mundo, sin distinguir, pero el resultado no tiene solidez. Creo que se trata de demostrar que las marcas tendrán más éxito si dan un paso atrás, si buscan en sus propias almas y reflexionan sobre lo representan como casas. Si yo empezase ahora a hacer ropa de deporte, o pijamas. porque pienso que eso lo que uno quiere comprar pasada la cuarentena, sería lo mas irrespetuoso que podría hacerle a esta casa, al legado de Mrs. Herrera. Creo que ahora más que nunca tenemos que decir, con confianza, que hacemos ropa especial, fabulosa. No hacemos básicos. Hacemos ropa preciosa, que te hace soñar. La industria se mueve a un ritmo tan frenético y con volúmenes tan grandes, que sus productos corren el riesgo de caer en la mediocridad. Personalmente creo que estamos a punto de entrar en un increíble, fascinante, nuevo capítulo de la historia de la moda, con un sentimiento de comunidad y propósito fortalecidos. Y si uno tiene la suerte de formar parte de una firma con historia y legado –y en Estados Unidos no hay muchas–, tiene que agarrarse a eso y estar orgulloso de su ADN.

Actualmente solo quedan dos ‘ateliers’ de costura en Nueva York, el de Oscar de la Renta y el suyo. ¿Por qué se ha producido esta dimisión en la alta artesanía de la moda?

Porque todo el mundo se centró en cantidad y eficacia como prioridades, en lugar de calidad, arte y belleza. Y creo que ahora quedará claro… en el mundo que está saliendo de una pandemia global existe una apreciación renovada por las cosas que tienen alma, integridad y propósito.

¿Cómo es la experiencia de trabajar con un grupo catalán como Puig?

Son maravillosos; tenemos muy buena relación. Guardan muchísimo respeto por la casa Herrera, y todo lo que emprenden, ya sea CH, perfumes o cosmética, se hace con el objetivo de elevar a la marca. Algo ciertamente inspirador. Nunca he visto a un grupo con tanto respeto por una firma.

Existe hoy un gran debate entorno a la pervivencia del racismo en su país, acompañada de una cadena de denuncias compañías pertenecientes al mundo de la moda. Usted también se adhirió a la cadena de pantallas en negro en IG, bajo el lema ‘Black Lives Matter’…

La llama que encendió todo esto fue la terrible y repugnante tragedia de Minneapolis. La hija de George Floyd fue al funeral y dijo: “mi padre cambió el mundo”. Quizá esa era la llamada de atención que necesitábamos para reflexionar cómo podemos mejorar. Uno de nuestros valores principales como marca es la inclusividad, el respeto de la diversidad, e intentamos hacer todo lo que podemos en ese sentido… pero que la lección compartida estas semanas es que todos podemos ser mejores.

Este reconocimiento de la diversidad, de la inclusión, ha sido una de sus aportaciones más relevantes a la marca. ¿Se trata de un compromiso personal profundo?

Es esencial para mí. En el mundo en que vivimos todo el mundo quiere ser moderno, pero uno no puede serlo sin ser inclusivo. Para mi Herrera es una fiesta fabulosa en un mundo fabuloso, pero es una fiesta a la que todos están invitados.

Vistió a Lena Waithe para la gala del Met con la bandera arcoiris del colectivo LGTBI, que también formaban las faldas de las modelos en el cierre de su desfile de otoño 2018…

Para la Gala del MET de 2018 trabajamos con Lena en la creación de un traje que la hiciera sentir bien y cómoda con ella misma, y así surgió el esmoquin negro hecho a medida combinado con una preciosa capa de seda multicolor, el homenaje de Lena a la comunidad LGTBI.

¿Y cómo resultó la experiencia de vestir a Rosalía?

¡Fue súper divertida! Hicimos dos outfits para ese evento: uno de lunares que llevó en la alfombra roja y un traje de satén negro para el escenario. Desde mi llegada a Herrera he intentado impulsar la idea de que cualquier mujer puede ser una mujer Herrera. Hemos hecho cosas maravillosas tanto con Megan Markle como con Gwyneth Paltrow o Rosalía. Creo que Carolina Herrera tiene que ver con buscar dentro de uno mismo, descubrir que te hace especial y vestirte para eso.

¿Es Rosalía especial? ¿Renueva la imagen de la marca?

Sí, desde luego. Creo que es un gran talento, y una mujer muy moderna. Desafía la idea que determinada gente puede tener de la mujer Herrera clásica, y eso me gusta…

Muchos asocian la moda con la evasión pero también es un reflejo de la sociedad que la produce…

Sí. Es importante tener en cuenta que cada día representa una promesa de algo inspirador y mágico. Lo primero que hacemos por la mañana es mirar nuestro teléfono, ver las noticias, nuestras redes sociales, los emails… y, antes de haberte levantado, ya has estado expuesto a problemas, negatividad y las cosas terribles del mundo. Entonces tienes la posibilidad de ir a tu armario y ponerte un suéter o un vestido que es de un color bonito y puede dibujarte una sonrisa, la moda entonces se convierte en un pequeño recordatorio de que sigue habiendo cosas maravillosas. Creo que la moda puede ser escapista, pero también es provocación, o un espejo que nos refleje a nosotros mismos y a la sociedad en la que vivimos.

Ha buceado mucho en los archivos de la casa, ¿qué es lo qué más le interesa de ellos?

La primera colección de Carolina Herrera se presentó en 1981, y sus prendas capturan muy bien esa exuberancia y extravagancia de los años 80: las mangas, los colores, los estampados son extravagantes, decadentes incluso, también fabulosos y divertidos.

¿Y qué época le resulta más fascinante en la historia de la moda?

Probablemente los años 50. No puedes trabajar en la moda y no amar esa década… fue la época dorada de la moda francesa: el New Look de Dior, en 1947, y el trabajo de Balenciaga, un cambio profundo de silueta. Hoy siguen quedando en la moda muchas cosas que derivan de aquel tiempo.

¿Qué entiende por sofisticación?

Cuando pienso en sofisticación, imagino una forma de vida considerada, amable y cualitativa. Se trata de un aprecio por lo estético que nada tiene que ver con la edad, el género, la geografía o el estatus.

¿El formato de desfile, para un público reducido de compradores y prensa, es la única manera de presentar las colecciones?

No es la única manera, claro que hay otras. Creo que una pasarela provoca muchas cosas: genera conversaciones íntimas y también grandes debates globales. Y eso se puede hacer de muchas maneras, con un film, una sesión de fotos, etc. Pero creo que tenemos que encontrar nueva propuestas para esas conversaciones intimas, los momentos en los que ve la ropa en persona, puede tocarla y sentirla. Y es algo difícil de hacer. Muchos de los críticos de moda con los que he hablado, también los compradores, necesitan esa experiencia física. Así que, en adelante, creo que vamos a tener que organizar nuevos formatos de presentaciones y citas más íntimas, igual con solo una o dos personas a la vez. Estoy seguro de que podremos encontrar otras maneras de seguir creando esa magia.

Imágenes de Gorka Postigo y Guillermo Cervera.

La Vanguardia, 28 de Junio del 2020.

Publicado en La Vanguardia

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