“Estamos reexaminando cada aspecto de nuestro negocio a través de la lente de la sostenibilidad”
“Simple, cómoda y constante”, ese fue el consejo de estilo que le dio su madre, Joan Hamburg, cuando Michael Kors (Nueva York, 1959), nacido Karl Anderson –de padre sueco y madre de ascendencia judía–, empezó a tener éxito vendiendo sus propias creaciones. Joan había sido modelo de Revlon, y la intervención de su hijo, con apenas cinco años, en el diseño del traje para sus segundas nupcias resultó una premonición. El niño prodigio creció en Long Island dibujando obsesivamente con lápices de colores e reiventando los estampados y drapeados de su abuela que él fue llevando a patrones básicos inspirados en aquel american look concebido por Claire MacCardell en los años cuarenta. Deporte, ocio y viaje se fundían en unas prendas que apuraban la limpieza del corte. El joven Kors fue insuflándole un glamur discreto a los vestidos camiseros o portfolio, las camisas masculinas o los pantalones Capri que vendía en el sótano de casa de sus padres bajo la marca Iron Butferly. Con apenas veinte años comercializaba sus primeras prendas en la tienda Lothar’s de Manhattan –que contaba entre sus clientela a Jackie Kennedy, Diana Ross o Rudolph Nureyev–, donde trabajaba de dependiente. Corrían los setenta, los años en que la moda se libró de ataduras y priorizó la búsqueda de una identidad individual; la década preferida de Kors que sigue tomando de punto de partida. Otra de sus grandes inspiraciones ha sido Halston, el modisto que inventó la elegancia casual, favorito de Jerry Hall o Bianca Jagger, pero también de Lauren Bacall y Liza Minnelli, creador de una nueva silueta que desnudaba hombros y espaldas. Michael Kors aún recuerda cómo flotó en una nube el día que, paseando entre la Sexta Avenida y calle 57, vio un Rolls-Royce Corniche aparcado. Eran Woody Allen y Diane Keaton, y ella exclamó: “¡Mira su sombrero! ¿No es asombroso?” . El joven diseñador había engarzado un broche a un sombrero estilo cowboy negro, y tras ese piropo, siguió haciéndolo durante muchos años.
Con tan solo 40 años, su empresa facturaba mil millones de euros. Hoy integra un emporio, Capri Holdings, que aglutina, además de su firma, Jimmy Choo y Versace, valorado en más de 2.000 millones de dólares. Su actividad filantrópica, centrada en luchar contra la epidemia del hambre en el mundo, y su participación en el formato de televisión Project Runaway han contribuido a expandir sus iniciales como garantía del nuevo sportswear norteamericano. Su persistencia por la búsqueda de “lo neutro”, lo que sobrevive a la tendencia, ha revalorizado sus colecciones atemporales.
Kors es un newyorker de libro. Habla con energía y cadencia, gesticula, sonríe e imita voces, pero sobre todo comunica confianza. Y le recomienda al mundo respirar, soltar la estresante toxicidad, sonreír, ser “nice”. Aunque a la vez quiere seguir cambiando las reglas jugando con colores veraniegos en invierno, fusionando la noche con el día y utilizando patrones de costura para ropa de streetwear. El hombre de oro de la moda norteamericana adora el cambio, se pregunta qué es lo próximo, qué le espera de nuevo, y defiende que la belleza es diferencia.
¿Cómo ha transcurrido su confinamiento en Nueva York?
Soy un eterno optimista, pero estos tiempos están poniendo a prueba esa naturaleza. Nunca antes habíamos estado tanto tiempo en casa, especialmente durante la primavera, una temporada en la que solemos viajar constantemente. Pero estamos aprendiendo a apreciar las cosas sencillas, de un paseo alrededor de la manzana a encontrar una tienda que vende chocolates Li-Lac o pasar más tiempo con nuestro gato, que no podría estar más feliz con la atención 24/7.
¿Qué recuerdos han fortalecido su espíritu y estado de ánimo durante la cuarentena?
He recuperado viejos álbumes de fotos que me han ayudado a recordar todas las cosas que he hecho en mi vida. Y he estado compartiendo todos esos maravillosos recuerdos y experiencias con mis fans a través de las redes sociales, porque creo que es importante recordar, uno, que no estamos solos y, dos, que tenemos mucho que esperar del futuro.
Su precocidad en la moda se refiere es impresionante: con solo cinco años aconsejó a su madre sobre su vestido de novia. ¿Cómo le marcó este episodio?
Mi madre era una madre joven y yo me convertí en su constante compañero. Cuando yo tenía 5 años, ella se volvió a casar y yo fui con ella y mi abuela a la prueba del vestido, que estaba cubierto de lazos. Y cuando dije que no me gustaban, hizo que el sastre empezara a cortárselos. Tantos años después, el vestido sigue siendo hermoso y atemporal. Mi madre era muy deportiva, y mi abuela muy glamurosa. He construido mi marca sobre una mezcla de las dos.
¿Qué visión del estilo tenía cuando, con solo veintiún años, comenzó su carrera?
Siempre supe que quería diseñar ropa sport glamurosa y accesorios para consumadas jet-setters, mujeres que vivían una vida rápida y necesitaban un guardarropa que pudiera aguantar el ritmo. Me he mantenido fiel a quien soy y a la visión que me propuse: crear ropa sport americana, glamurosa y sofisticada.
¿Algún adjetivo más?
Podría añadir ‘pragmática’ a la lista: es importante para mí que nuestra ropa y accesorios funcionen para la mujer que los lleva. Siempre pienso en esas mujeres que se enfrentan con todo, haciendo malabarismos con una carrera, una familia, una vida social… y haciendo que parezca fácil. Mujeres como Nicole Kidman, Blake Lively y Kerry Washington lo hacen todo mientras disfrutan y se expresan a través de la moda.
Tiene hoy en día más de 800 tiendas en todo el mundo, un emporio global, y ha sido al mismo tiempo embajador mundial contra el hambre en los programas de Naciones Unidas. ¿Qué lugar ocupa su responsabilidad social entre sus objetivos
Creo que, como diseñador, es importante hacer un buen uso de mi conexión con clientes y fans de todo el mundo. El trabajo que hemos realizado en ese sentido es algo de lo que estoy muy orgulloso…
Ha donado más de 19 millones de comidas para niños desnutridos en todo el mundo a través del programa Michael Kors Watch Hunger Stop. ¿Qué ha aprendido de él?
El hambre es una causa en la que llevo involucrado por más de 35 años, desde que empecé a trabajar localmente con el programa God’s Love We Deliver aquí, en Nueva York. Al crecer mi negocio y viajar por el mundo, vi con mis propios ojos que el hambre era un problema global. . Y fue entonces cuando comenzó nuestra colaboración con el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas. Ellos tienen la infraestructura sobre el terreno imprescindible para proporcionar comida a millones de niños –y familias– en algunas de las zonas más inseguras del planeta. Y me encanta que el programa de comidas escolares contribuya a algo más que alimentarlos: atrae y mantiene en las aulas a niñas, cuyos padres normalmente no las enviarían a la escuela. Que puedan recibir una educación adecuada es esencial.
¿Qué ha compartido con Halle Berry, Kate Hudson o Lupita Nyong’o que han hecho campaña con usted para combatir esa lacra del mundo?
La campaña nos ha unido de una forma más fuerte, y creo que para todos se ha convertido en una causa por la que sentimos auténtica pasión. Kate, por ejemplo, se ha convertido desde entonces en embajadora del Programa Mundial de Alimentos, y sé que está enseñando a sus hijos la importancia del retorno social para poder marcar la diferencia en este mundo desigual.
La empresa Capri Holdings, en la que usted participa, ha puesto en marcha un programa de sostenibilidad global con el objetivo de ser 100% neutral en las emisiones directas de carbono, además de consumir un 100% de energía renovable en sus instalaciones. Es muy ambicioso. ¿Cómo van a conseguirlo?
Trabajamos muy duro con nuestros socios, tanto interna como externamente, para establecer objetivos que creemos que son ambiciosos pero alcanzables. Es algo en lo que hemos estado pensando durante años, y estoy emocionado de que hayamos lanzado oficialmente el proyecto, compartiendo nuestros objetivos con el mundo. Para conseguirlos, estamos reexaminando cada aspecto de nuestro negocio –desde los grandes problemas de la cadena de suministro hasta detalles como la forma más responsable de teñir las telas– a través de la lente de la sostenibilidad. La verdad es que está en nosotros encontrar formas de reducir nuestra huella y proteger el planeta.
La moda es una de las industrias más contaminantes del planeta. ¿Pasa su futuro por el reciclaje y la sostenibilidad?
Creo que no solo la moda sino todas las industrias deben examinar su funcionamiento y ver qué pueden modificar para contribuir a ese cambio. Todos tenemos una responsabilidad y un papel que desempeñar en términos de sostenibilidad.
Participó en el programa de televisión nominado al Emmy Project Runway, ¿le gusta la televisión?
Fue una gran experiencia, sí. Cuando me propusieron participar en un reality de moda, pensé “¿Quién va a ver eso?”. La moda, ya lo sabes, es un pequeño club de iniciados…Y, de repente, estábamos en los salones de millones de personas en todo el mundo…
Se ha referido a dos cualidades de la moda: su poder de transformación y su capacidad para afirmar la identidad. ¿Cree que son hoy más esenciales que nunca?
Creo que a todos nos vendría bien un poco más de confianza en nosotros mismos hoy en día. Son tiempos difíciles, y estoy convencido que tu ropa puede darte la fuerza y el optimismo necesarios para afrontar el día, sí.
¿Qué es lo primero que hará cuando la pandemia remita y recuperemos la libertad?
Estoy impaciente por que reabra Broadway. Cuando estoy en casa, en Nueva York, solemos ver al menos un espectáculo a la semana; y luego cenamos en Joe Allen’s, donde nos sentamos en la misma mesa y pedimos siempre lo mismo. Una nueva noche como esas es lo que deseo.
La Vanguardia, 21 Junio 2020
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