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Padres con permiso

PUCZEL Jarek - Beloved

Hubo un día en que las parejas tuvieron que empezar a modificar la colección de frases hechas que hasta entonces habían funcionado, porque a pesar de su presunta inocencia no contribuían a intercambiar los roles, sino que los perpetuaban. Recuerdo aquella interrogación bienintencionada del hombre que dormía a tu lado cuando te veía hacer la cama: “¿Te ayudo?”, y en lugar de responder mecánicamente “sí, gracias”, nos asaltaban mil demonios y con cierta brusquedad corregíamos: “No es ‘te ayudo’, sino ‘vamos a hacer juntos la cama’”. Importaba más la pedagogía que el resultado: se trataba de resetearnos y dejar de ser almas vocacionales que, además de estudiar y trabajar, asumían –como si fuera en los cromosomas– la responsabilidad doméstica.

El ideal romántico también tuvo que pasar por el corrector de las emociones, de expresiones tan telenoveladas como aquel: “Te quiero más que a mí misma” que por razones terapéuticas tuvo que acortarse: ya no se ajustaba a la realidad y, si lo hacía, ¡en qué mal lugar nos dejaba! Igual de tóxico que el “no puedo vivir sin ti”, un sentimiento colonizador que sonaba bien en el bolero, mientras que en la realidad era puro chantaje emocional.

Luego estaba el asunto de los niños, con el consabido “ya lo hago yo”, que en su estructura profunda se ampliaba a un saco de resentimientos. Biberones, eructos y cólicos del lactante, purés de verduras, ropa, pediatras, colegios… de todo eso y más se encargaban muchas madres con un padre al lado que, aunque fuera inexperto, tuviese mala psicomotricidad fina y anduviese muy ocupado, era el padre y no podía dimitir de esa condición.

La tramitación de la propuesta de que padres y madres puedan acogerse a permisos de maternidad y paternidad iguales e intransferibles supone uno de esos titulares que contribuyen a mejorar la vida. Porque la igualdad real es imposible si a los varones no se les reconocen sus derechos y sus obligaciones como progenitores. La baja parental –no en forma de anécdota, sino con inclusión absoluta– o la custodia compartida son asuntos que a menudo han soliviantado a las parejas, parecía tratarse de partir en dos un trofeo, cuando en verdad consiste en hacer equipo. En España, hasta hace bien poco, los hombres tenían apenas quince días. Durante años se congeló la ampliación del permiso paterno; siempre había asuntos más urgentes en el Congreso, a pesar de su importancia. Porque el reconocimiento de la paternidad en el derecho laboral –en Suecia se disfruta de idéntico permiso desde 1974– significa recuperar el eslabón perdido. Cabe preguntarse ahora cuántos hombres ejercerán su derecho, abrazarán esa gran oportunidad y dedicarán las mejores horas del día a hacer patarrufes.

Imagen: ‘Beloved’, Jarek Puczel

Publicado en La Vanguardia

Un comentario

  1. rafael gracia barba rafael gracia barba

    Canya, Canya Joana , que jo he vist fins i tot argumentar discapacitat en el MACHO, per tenir les mans i lo demás massa gran, que no tenen guants de la seva talla

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