Le llegó un homenaje de altura y premio póstumo a Carme Chacón el pasado 8 de marzo. El día en que la justicia social se entonó a coro y sin gallos. El día en que las mujeres dijeron “basta”, y sus historias, una infinita secuencia de pasos cortos y largos, de pasos hacia delante y hacia atrás, emergieron de debajo de la alfombra, de los armarios trasteros y de los archivos. Sus relatos rompieron un silencio viejo y acostumbrado, reventaron las cremalleras de una sociedad democrática y moderna –alardeamos–, aunque apoltronada en la contradicción de seguir relegando a las mujeres a personal de segunda.
Chacón siempre supo que crecer es saber nombrar, hallar no solo la palabra exacta sino la fe necesaria para cambiar las cosas. La movieron sus valores, que servía con la misma sinceridad con la que preparaba sus cenas: era un as abriendo latas de conserva y descorchando cava. De extracción popular, luego luchadora, fue ejemplo máximo de igualdad real. Mandó sobre hombres demostrando su capacidad de liderazgo, y bien sabemos cómo torpedearon sus pasos por ser mujer: ¿o es que no se escribieron folios rabiosos a propósito de su marido y sus amigos, de su embarazo, su smoking, sus bolsos o su juventud?
Su paso por la vida le mereció una necrológica de media página en The New York Times –un hecho extraordinario tratándose de políticos españoles–. Fue ella quien actualizó las Reales Ordenanzas para las Fuerzas Armadas preconstitucionales en 2009, e introdujo el respeto al derecho internacional humanitario y la igualdad entre hombres y mujeres. Su imagen pasando revista embarazada a las tropas es un icono visual de la democracia española, portada del X Volumen de Historia de España, dirigida por Fontana y Villares.
Fue en el barrio de Justicia, en el exclusivo Club Financiero Génova, –y no en el Congreso, donde no ha habido ningún homenaje por parte de su propio partido– donde la ex ministra socialista recibió el tributo de una institución privada, el Colegio de Procuradores, y los miembros de la más alta judicatura. Madrid era una pátina de grises, y en la terraza del 14 piso la bruma encapotaba el ánimo. Las paredes del club fino, fundado por Garrigues Walker, se llenaron de palabras y gestos de Chacón. Se leyeron las palabras de Zapatero: “Fue uno de los mayores testimonios de la igualdad efectiva, a menudo desafiando las condiciones de su salud, luchando hasta el límite de sus fuerzas”. “El premio pasa a ser apremio de recordar, de mantener y comunicar su modelo de conducta lleno de valores”, afirmó Rafael Mateu de Ros, socio fundador de Ramón y Cajal Abogados, e impulsor del acto. “Si hay un modelo de mujer libre y valiente, es ella”, dijo María Teresa Fernández de la Vega. Y hasta “yo la hubiera votado cuando se presentó como candidata a Secretaria General si hubiera sido del PSOE”, en la boca de Alicia Sánchez-Camacho. Incluso quienes la conocíamos de cerca ignorábamos que hubiera tocado tantas estrellas.
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