Van remitiendo las alergias, y el todo Madrid se deja ver, ufano y de tiros largos en inauguraciones y fiestas que no caben en veinticuatro horas. Esta primavera se han triplicado los eventos y los estornudos, en parte causados por el plátano de sombra, que necesita poco cuidado, crece rápido y es resultón. Eso mismo podría aplicarse a Madrid: una ciudad desordenada, pizpireta y mocosa, ya sea por la concentración de polen de gramíneas y olivo o fiscales anticorrupción con chiringuito en Panamá.
Los profesionales del festejo no se aburren. Van en peregrinación a las citas “imperdibles”, que dicen los cursis: lo habitual son cinco saraos cada tarde-noche, la mayoría en los ejes Castellana-Cibeles-Callao. Caminar por el centro, intransitable y aceitoso, se hace más llevadero con sandalia plana –o chanclas de gimnasio, que esta temporada se llevan con el traje–. Los guiris ilustres se multiplican en la capital. Huyen de París y Milán, cuya noche se ha escuchimizado. Algunos incluso vienen de extranjis para salir de marcha, como el diseñador de Givenchy, Riccardo Tisci, Mario Testino, con y sin cámara, la diseñadora Victoire de Castellane, o la modelo Bianca Balti. Otros, ya peinando canas, como Richard Gere, que incluso enfadado parece que sonría con sus ojos de chincheta, se buscan bolos para amortizar sus “años españoles” .“Es mi Oficial y Caballero” declaró Alejandra Silva, coruñesa, activista e hija del vicepresidente económico del Real Madrid, es decir: rica. Las gallegas son discretas y poderosas. Parece que no están pero lo ven todo. Desde Ana Pastor a Luz Casal o Marta Ortega, que de nuevo volvió a “presidir” el pasado miércoles el desfile de Massimo Dutti en el Palacio de Linares.
“Madrit bull”, me decía Ramón Freixa, entre croquetas y abrigos camel –por cierto, aquí cada vez se habla más catalán sin intimidad–, y asegura que es un epicentro del mundo, “una ciudad donde a los VIPs les gusta el buen vivir”. “Hacemos todo lo que no hay que hacer en la first row”, aseguraba otra catalana expatriada, Eugenia de la Torriente, directora de Vogue, desde saludar con la mano a sacar la lengua -modalidad que sustituye al lanzamiento de beso–. Las aristócratas van de trapillo, sencillas y casual, como Miriam de Ungría, princesa y con exitosa carrera de joyera gracias a sus piezas en ónix, o Blanca Suelves, de estampado estilo Carolina en Saint Rémy. Carlos Torretta, pareja de Marta Ortega y jefe de Elite Model, conseguió que la modelo Malgosia Bela abriera el desfile. Malgosia es rara, tiene arrugas y por tanto es una modelo excepcional. La felicito por su trabajo y por su coraje, y se ríe: la valentía va en el sueldo.
La programación, cada vez más competitiva, de PhotoEspaña, esa gran idea que dos viejos colegas, el periodista Alberto Anaut y el fotógrafo Chema Conesa, pusieron en marcha hace ya 20 años, visionarios de la precarización de nuestro oficio. Cristina García Rodero con sus peregrinos que tocan el cielo en Etiopía, o Alberto García-Álix, que comisaría ‘La exaltación del ser. Una mirada heterodoxa’, han sido algunos de sus “imperdibles”. Y, al tiempo, el matrimonio Foster, a quien algunos ya han comprado con los Thyssen, desembarcaba en la capital. Elena solo guarda un lejano parecido con Tita, y este procede de la extravagancia que llevan en su memoria genética. Ochoa es otra gallega que sabe mirar, influir y figurar. El jueves se abrieron las puertas de la Norman Foster Foundation en un histórico palacete de Chamberí proyectado por Joaquín Saldaña, donde se conservará parte del archivo del arquitecto, además de piezas de Henry Moore o Brancusi. La Fundación estará dirigida por por la arquitecta María Nicanor –ha pasado por el Victoria &Albert y el Guggenheim de Nueva York– y su actividad ha dado comienzo con el foro Future is Now, que reunió el pasado jueves al filántropo Michael Bloomberg, el diseñador Marc Newson, Nicholas Negroponte, co fundador del Media Lab del MIT, o el artista danés Olafur Eliasson. Lord y Lady Foster, mecenas sofisticados y cool, invitaron a discutir sobre los modelos de ciudad del futuro. Tecnología y arte, élite y comunidad, belleza y delirio. “El futuro es ahora”, tan incierto como el polen de los plátanos sombríos.
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