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Del Viso de toda la vida

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El calor de Madrid se ha convertido en un estado mental. Más de dos meses a 40º a la sombra pueden llegar a ahuecar el ánimo con mayor violencia que dos meses de lluvia. Es un calor que ensucia y desespera. En un herbolario de Chamartín (en el norte de Madrid), han puesto la radio para escuchar el debate político: dos mujeres en shorts –este ha sido el verano de las piernas al aire para todas las edades y sexos– largan igual que antes lo hacían de sus maridos hasta que se divorciaron o se anestesiaron. Se ponen muy españolas, brazos en jarra, insultan y desprecian a los políticos, buscan mi complicidad, dicen que si no trabajan no hay que pagarles el sueldo, sinvergüenzas. Y hacen caso omiso de la paradoja que sostenía Julio Camba: “El español se europeíza en España y se españoliza en el extranjero”. Ahora lo español, lejos de diluirse como un azucarillo como adelantó George Steiner acerca de la vieja Europa, se glocaliza entre cadenas de Starbucks y pinchos de chistorra.

A los madrileños se les olvida que habitan en un páramo, y en la segunda ciudad más alta de Europa tras Andorra, pero a cuerpo: sin techos de pizarra ni Pirineos que los resguarden. Una indecencia geográfica. Acaso esta ciudad extranjera al mar no hubiera devenido en metrópolis al baño maría si Felipe II no se hubiera encaprichado de construir El Escorial.

Las élites económicas y el poder que raramente se expresa –también el intelectual, el poco que queda– han tenido querencia por el norte de Madrid, donde los agentes inmobiliarios aseguran que la sensación térmica se reduce al menos dos grados. Aun así los jazmines fragantes del Viso han dimitido ante la chicharra. Su intensidad se percibía hasta bien entrado septiembre, pero no es este un verano carnoso de los que expanden el aroma de las azucenas podridas. Es caldo hirviendo. Los aparatos de aire acondicionado de sus residentes más “Ibex” –los Entrecanales, Ana Patricia Botín, Rafael del Pino– rugen impíos exhalando corrientes infernales.

El portal inmobiliario Idealista revela que la búsqueda de casas de lujo ha crecido un 80% desde el 2013, efecto de la crisis. Las del Viso, inspiradas en la arquitectura cúbica de Adolf Loos –“una arquitectura un poco seca”, como la definió Rafael Bergamín, artífice de lo que tenía que ser la Colonia de Casas Económicas–, son las más deseadas dentro de los límites de la ciudad. Nunca alojaron a obreros, sino a José Ortega y Gasset, Rafael Sánchez Mazas, Salvador de Madariaga, Ernesto Giménez Caballero o Josefina Aldecoa, que aquí levantó el Colegio Estilo. Comento con los vecinos, discretísimos y solventes, los de toda la vida, la reforma que ultima Xabi Alonso, el primer futbolista que ha declinado las grandes parcelas de La Moraleja o La Finca. Su nueva vivienda no es de miniatura: 9 millones de euros, cinco plantas, sala de cine, piscina cubierta en la terraza… Los chaletazos –este se construye en lo que fue el jardín del casoplón de Pepín Fernández, dueño de Galerías Preciados– incomodan a los vecinos de siempre, que “viven para dentro”. Aquí han residido desde ministros franquistas como López de Letona o Fontana Codina hasta el mismísimo Santiago Carrillo, que cuando llegó del exilio se instaló enfrente de la iglesia Santa Gema, se asegura que milagrera. Otros nombres: Pérez Llorca, el ministro Narcís Serra, Isabel Preysler, Carlos Falcó, Miguel Boyer y Elena Arnedo, que en los 80 llegaron a convivir a seis calles. También pusieron casa Juan Benet, Antonio Gala, María Corral, Juan Abelló… y en otro orden: Carmen Sevilla, Nati Mistral y Mar Flores. Muchos de los Porsche capitalinos, que el año pasado aumentaron sus ventas una cuarta parte en España, se esconden en los garajes de la colonia, igual que sus habitantes más ilustres, que salen encochados y con cristales ahumados de sus residencias. “Pero esos llegaron hace cuatro días”, dicen los de toda la vida desde sus encantadoras casitas de galletas. La clase es en Madrid otro estado mental, igual que el calor.

(La Vanguardia)

Publicado en Artículos

Un comentario

  1. María Fernández María Fernández

    caramba, es evidente que a la autora no le gustan ni Madrid ni los madrileños…simpático artículo, que destila, como poco, asco y desprecio….aggg qué sitio más malo ha elegido para vivir el insigne Xabi Alonso…sobrevivirá en el intento??

    una madrileña

    p.s. que ha llegado a este artículo casualmente vía Google, y a la que le encanta Madrid

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