Saltar al contenido →

Que la fuerza te acompañe

Captura de pantalla 2016-01-04 a las 15.39.00

Por fin el invierno se cuela entre las medias, y la casa se hace más refugio que nunca. En los días blandos, entre fiesta y fiesta, siempre hay algún cajón por chafardear: un viejo pastillero, una pitillera de plata, un recuerdo de cuando la vida era una foto de mala calidad, como si estuviera brochada a pinceladas desvaídas y adustas. Son los ecos de un mundo antiguo en el que llegamos a participar de algunas de sus costumbres bárbaras: aquellos médicos que fumaban en los hospitales, o aquellos vecinos que mataban a los animales para comérselos, ensañándose por costumbre.

El nuevo mundo quiere desasirse del vintage, pero sigue avanzando a golpe de revival y biopic, tan sediento de mitos como de predicciones. Según la biblia del color, Pantone, que organiza todas los tonalidades con nombre y número, el rosa cuarzo será el color de la primavera del 2016. Gélido y neutro, capaz de empalidecer al magenta que desde hace un siglo simbolizó la feminidad, el color rey parece haber contado con la definición de un poeta o un clérigo: “Un tono persuasivo pero suave que expresa compasión y un sentido de la compostura”, reza el pantonario. Dos términos que en verdad simbolizan los tiempos que llegan, a los que ya nos hemos habituado a llamarles “bisagra”. Porque el cambio climático y la amenaza ecológica, la herida de Europa, el anunciado futuro (próximo) del transhumanismo o el dilema libertad-seguridad han modificado nuestras vidas exigiendo compasión y compostura.

En el 2016, un selecto grupo de científicos decidirá si cambiamos de la época actual, conocida como Holoceno (que se inició hace más de 11.700 años), a una nueva era que aún no tiene nombre, aunque gane adeptos la voz de Antropoceno (nuevo hombre). Explican los expertos que hace referencia al impacto que ese “nuevo hombre” ha provocado en el planeta. Por otro lado, uno de los futurólogos de Google, Raymond Kurzweil, la cara mediática de la inteligencia artificial, augura que en el 2030 “no habrá una diferencia clara entre la máquina y el ser humano en cuanto a inteligencia”. Y al fin podrán sustituirnos. Ahí hemos llegado: ni utopías ni distopías a pesar de las nuevas hornadas de antisistema empeñadas en refundar estados y cerrar definitivamente los cajones sepia del pasado.

Cuentan que, en una ocasión, a la escritora Dorothy Parker el médico le dijo que si no dejaba de beber moriría; “promesas, promesas…”, le replicó con su fatal mordacidad. Cada año nos predicen un trozo de muerte, pero al tiempo los gurús modernos nos invisten de la ideología del bienestar y nos enchufan la banda sonora de Stars Wars. Donde ahora sueña profundamente un algoritmo, debería de hacerlo la belleza: esa mezcla asombrosa de angustia y alegría que sentimos al reconocer aquello que habíamos descuidado, y que nos conmueve. Que en el Holoceno, la belleza y la fuerza (en minúsculas, por favor) nos acompañen.

(La Vanguardia)

Publicado en Artículos

Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *