Las mujeres africanas, en cambio, asumen responsabilidades en países diezmados por la pobreza y las guerras endémicas, esquinando el oscurantismo. Hoy ocupan puestos destacados en la mayoría de los ámbitos. Y no han tenido siquiera tiempo para preguntarse, como la profesora de Princeton Anne-Marie Slaughter, “¿por qué las mujeres no pueden tenerlo todo?”. Las ruandesas no dimiten, empujan el país y distan de hallarse en los recodos del confort que permiten barajar opciones: poder elegir entre una carrera hacia la Luna o una carrera de sacos. Pero el caso de Slaughter, que abandonó su puesto en el Departamento de Estado estadounidense para dedicarse a su hijo adolescente, y ha sido símbolo de la “vuelta a casa”, no es aislado. Porque bajo el tapizado neoliberal de Occidente las mujeres no van cubiertas, afortunadamente, pero persiste una organización patriarcal que se rige por un reparto de papeles tradicional. Vean sino qué curiosa revelación: cuando los dos miembros de la pareja trabajan, ellos ocupan un 30% del tiempo en tareas domésticas; si ellos trabajan y ellas no, ya saben la respuesta: ellos ni doblan la toalla. Pero cuando ella trabaja y él está desempleado, entonces sí, llegan a la tan ansiada paridad.
Por qué el mundo sigue siendo poderosamente masculino es un asunto fastidioso y cansino. Resulta una excelente noticia que José Antonio Marina ultime la redacción de un libro blanco sobre la profesión docente, en el que se les exige un altísimo grado de preparación, además de una promoción comprometida en horadar la desigualdad. El PP ha asegurado que lo estudiará, no se sabe si como artefacto electoral. Estos días, asistimos de nuevo a la costumbre de que los candidatos en campaña saquen la patita de la educación, la cultura o los valores, las tres Marías, porque aún no se han convencido de que son la llave del progreso global.
Estos actos de misoginia encubiertos también se muestran en México donde aun cuando hay alcaldesas y gobernadoras. Los verdaderos puestos de poder les están apartados a los hombres, como es el caso del poder absoluto presidencial.
Solo la existencia de mujeres muy poderosas en México se logra al asumir patrones de conducta masculinos en la lucha por el poder político contra hombres.
Me parece mas triste ver a empresas de talla internacional con este tipo de actos, lamentablemente somos ignorantes de este tipo de situaciones y vivimos con los ojos vendados ante una globalización que nos lleva a ignorar este tipo de situaciones.
Debemos de ser el cambio que queremos ver!!
En Ruanda el 64%??!!! En África??? No será que ya no hay hombres en esos lugares, pues han tendido que pagar con sus vida una que otra guerra civil, las mujeres han tomado ese relevo…Cuenta Arturo Pérez-Reverte en su columna, que una amiga puertorriqueña le comentó que era madre de un hijo: “Eso me preocupa mucho, pues a los hombres en todo lado los matan”… Es lamentable, pero así es la realidad!