La quinta oleada del estudio anual de Match.com sobre los solteros en EE.UU., dirigido por Fisher, ha llegado a la curiosa conclusión de que por fin el colectivo masculino de hombres normales y corrientes ha superado el miedo a las mujeres brillantes, preparadas y seguras. Y para ilustrar sus resultados, recurre a un ejemplo de la subcultura celebrity: George Clooney. El llamado “efecto Clooney” englobaría a aquellos que desean parejas descritas como “independientes” y “con confianza en sí mismas”. Atrás quedó la mujer-trofeo. Fisher razona que “cuando un soltero de toda la vida como Clooney sienta la cabeza, las cosas están cambiando”. Se refiere a su matrimonio con Amal Alamuddin, abogada de prestigio internacional que se ha convertido en la defensora de los derechos humanos con mayúsculas y pamelas.
De acuerdo con los resultados de esta macroencuesta, no es ya que muchos hombres apuesten por encontrar una mujer a su altura, sino que el 87% dicen desear “salir con una mujer que gane más que ellos, más intelectual y con una educación superior a la suya”. Las mujeres, por su parte, buscan un par: la bramadora mayoría quiere encontrar un compañero “tan inteligente como ellas”, incluso aunque hubiese que apoyarle económicamente.
La evolución de las sociedades occidentales -y los roles de género- a lo largo de los últimos sesenta años apunta a que ellos no buscan damiselas sumisas, y a que ellas se sienten tan proveedoras como ellos. Pero aún hay un punto (débil) a tener en cuenta en este supuesto efecto: ¿cuál es el impacto del físico? Biólogos, antropólogos, psicólogos… cualquier experto en el tema del emparejamiento señalará la importancia de la apariencia, para muchos el factor más relevante. Clooney no ha elegido a una mujer mayor o sobrada de curvas. Exótica, morena, Oriente y Occidente convergiendo en su entrecejo, y con una excelente fotogenia para copar portadas del couché, que al fin y al fin y al cabo parece ser lo que importa, además de ser “inteligente” para mantener el caché.
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