En el Telenotícies le preguntaron si se definía como una cineasta catalana, y Coixet, tan dada a los suspiros, tomó aire y sonrisa: “Mejor incluso, una cineasta internacional, catalana y de Gracia”. Me sorprendió más la pregunta -forzada y forzosa- que la respuesta. De ser ella, hubiera añadido ese cuarterón japonés que tiene: siempre tan discretamente sofisticada, bautizó a su productora Miss Wasabi y eligió el mercado de pescado de Tsukiji para ambientar El mapa de los sonidos de Tokio. En una ocasión rodó un spot para una marca de champú japonés con Anne Hathaway, y los clientes le exigían repetir una y otra vez la toma. Hasta que le dijo a la productora: “Diles que de pequeña esnifaba pegamento en la calle, y que no quiero recaer por tener que hacerla otra vez más”. Y el rodaje terminó.
En el cine, como en tantos oficios, todo parece admiración y camaradería, pero hay un cara B; si al ego le sumamos la envidia endémica española podemos entender la tirria que algunos han engordado hacia una directora que se codea con Ben Kingsley, Juliette Binoche, Tim Robbins, John Berger o Philip Roth. Su gusto por el drama, y esa côté intelectual, combinada con un espíritu pop, le han valido el honor de que una parte de la crítica recele de ella. Tampoco ha gustado que vaya por libre. Pobres argumentos contra quien filma igual en Barcelona, Hollywood, Tokio o París, y prefiere, con un pudor coqueto, no hablar de amor, por mucho que sus películas buceen en ese misterio. Amar es dar lo que no se tiene, un salvoconducto para escapar de la realidad y una contraseña para regresar a ella. “No te pases Bonet”, como si la estuviera oyendo. Ahora, en su juvenil madurez, abre la Berlinale con esa belleza que tanto admiramos. ¿O no hemos soñado todas alguna vez tener algo de Juliette?
Perlas negras / Cristina F. Kirchner
Qué lejos queda la imagen del pueblo jaleando el triunfal relevo en el poder de Cristina a su difunto marido, Néstor Kirchner, ese hombre que ser reía tan bien. Más de la mitad de los argentinos -el 57% para ser exactos- cree hoy que su presidenta (“la Reina Cristina”, le llaman) está involucrada en la muerte del magistrado Nisman. Y viene a cuento la crítica corona que le colocan: la revelación, por parte de Sergio Hovaghimian, exrepresentante de Jean-Pierre, la joyería más elegante de Buenos Aires, de que ha llegado a gastar un millón de dólares anuales en collares de perlas de los mares del Sur (que paga en negro). Ay, los caprichos caros, tan María Antonieta: triste deriva para una mujer en el poder, trastabillarse por la lujuria de unas perlas.
Pies descalzos / Shakira
La cantante colombiana ha colgado su primera instantánea en Instagram de su recién nacido, Sasha: Un close-up de uno de sus grandes pies descalzo. “Tengo los pies de papi, parece que hubiese estado jugando fútbol toda mi vida”, se leía debajo. La primera imagen de su primogénito, Milan, tuiteada por Piqué, fue también un primer plano de sus pies con unas Nike personalizadas. Los pies tienen mucha semiótica, tanto futbolística como erótica, y también humanitaria. La Fundación de Shak se llama Pies Descalzos. Algo sí ha variado en la transmisión de su felicidad: no son primerizos, por lo que no necesitan decirle al mundo entero que han tenido un hijo, ese sentimiento tan naif y universal, que cuesta moderar.
Amor/Odio / Gwyneth Paltrow
Hace años que a las alfombras rojas de los estrenos y las portadas de ensueño les sucedieron las polémicas y las burlas en las redes sociales, y que pasó de ser elegida “la mujer más bella del mundo” por la revista People a “la más odiada de Hollywood” para Star. El caso es que su obsesión -y sus meteduras de pata- dietéticas, su inflexible método educativo (sus hijos solo pueden ver la tele en francés o español) y la guerra fría que mantiene con los medios han acabado por convertir el amor en odio. ¿Su última prescripción ridícula? Recomendar en su blog un tratamiento que consiste en introducir vapor en la vagina para limpiarla, y que, según ella “equilibra los niveles femeninos de hormonas”. Del amor al odio, como del deseo al tedio.
Una despedida diferente para una persona diferente, mucho ánimo y apoyo a la familia de Joan Potau.